Redes sociales, armas divinas


Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12 NVI)

Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar.” (2 Timoteo 4:2 NVI)

He escuchado decir tantas veces, que las redes sociales son del diablo. Es cierto que tienen desventajas, es cierto que causan adicción, pero eres tú el que toma la determinación de cómo las usas y para quién las usas.

La mayoría de los jóvenes que conozco, tienen Facebook, o Twitter, o Blog, o Google+, o alguna otra red social. Hoy en día, las redes se han convertido en un centro de comunicación internacional, que te permite contactarte con casi cualquier rincón del mundo.

Es por eso, que creo que debemos aprovechar a usarlas para la Gloria de Dios. Cuando Pablo le decía a Timoteo que no permita que nadie menosprecie su juventud, que dé el ejemplo, que predique la Palabra de forma persistente; se refería a que lo haga en todo momento, en todo lugar, bajo cualquier circunstancia y a toda persona.

Haz que la “red” no te atrape a ti, sino que atrapes tú a más almas para Cristo. De eso se trata: de darle la gloria a Él. Tu muro habla de ti, tus tweets hablan de ti, tus publicaciones y las canciones o videos que publicas, hablan de ti. ¿Dios le daría “me gusta” a todo lo que ve en tus redes sociales?

Cuando estamos en la Web, hay tantas distracciones allí, videos, juegos, incluso pornografía ya que Satanás es inteligente y se ha metido a tentar por medio de las redes sociales. Entonces, si el mismo Satanás ha intervenido esto, ¿Por qué no le damos lucha?

No es necesario que te lean cinco mil personas por día para tener un “ministerio” para Jesucristo. Con tan sólo compartir un versículo bíblico, una canción cristiana, una palabra de aliento, a tus 5, 10 o 50 amigos en la Web, ya estarás formando parte de Su ministerio.

Recuerda que la Palabra dice, que todos somos parte del cuerpo de Cristo. Si uno no funciona, la totalidad del entero no funcionará. Eres importante en la Web, sin importar si eres administrador de páginas, editor, o un simple cristiano con diez amigos, ¡Predica la Palabra!


Altibajos de la vida


Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, según esperamos en ti. (Salmos 33:20-22)

En nuestra vida habrá altibajos. Momentos de felicidad, de gozo, de alegría, de bendición, de abundancia, de sueños cumplidos, de revelaciones. Pero también habrá momentos de tristeza, pruebas, dificultades, soledad, decepción, ilusiones rotas.

Pero ¿Cuál es el punto medio? ¿Cuál es el punto fijo? Porque no podemos pasar de un momento de gozo, a uno de depresión, sin que en el medio no haya una transición.

El punto fijo es la presencia de Dios.

En momentos difíciles:

Cuando estemos en lo más bajo, en lo más oscuro de nuestra vida, debemos de poner nuestra esperanza en Cristo. Ese punto que allí está siempre, que nunca se mueve, aquel que nos ayuda y nos protege como un escudo.

Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas, siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador. Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; me das la rapidez de un venado, y me pones en lugares altos.” (Habacuc 3:17-19)

Habacuc fue un hombre común. Su nombre significa “el que abraza”, pero no con connotación romántica, sino como “el que consuela”. Dios le permitió a Habacuc ver las desgracias que sufriría su pueblo, le hizo ver mucho dolor; pero la persistencia de Habacuc en Dios, el hecho de no haber movido su mirada de Él, hizo que Dios le permitiera a este hombre, ser luego consolador de su pueblo. Se convirtió en un ser de bendición en su peor momento.

¿Y tú aún crees que no puedes bendecir a nadie por las dificultades que estás atravesando? Necesitas volver a fijar tus ojos en Cristo porque sólo allí vas a encontrar gozo eterno.

Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmos 16:11)

En momentos de gozo:

Quizás pienses, ¿Por qué es necesario seguir con la mirada puesta en Dios, si todo me sale bien? Justamente por eso: porque quien te permite que estés así es Él. Si en verdad estás disfrutando tu mejor momento, no puedes jactarte de que lo lograste por ti mismo, sino que la Gracia de Dios está sobre tu vida porque has obedecido.

Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia.” (2 Tesalonicenses 2:16)

Muchas veces, cuando estamos “tan arriba”, se nos olvida QUIÉN nos puso allí. La altivez lo único que hace es hundirnos. Por eso, cuando estemos en ese extremo en los altibajos de nuestras vidas, tampoco olvidemos dar gracias a Dios por lo que tenemos y por todo lo que ha hecho por nosotros.

Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18)

Cuando todo te parezca ir mal, que no sabes a dónde ir ni qué hacer, ve al Refugio de su presencia, busca su paz, busca su sabiduría, y levanta tu cabeza en alto. Cuando todo te sea gozoso, alegre y exitoso, no caigas en el error de jactarte y gloriarte en ti mismo, sino que busca el Apoyo que es Dios, agradécele, alábalo y bendícelo.

Aprendamos a lidiar los altibajos de la vida, refugiándonos y apoyándonos en Dios.


¡Siempre podemos ir por más!


Hoy en día hay tantas ofertas en el mundo para “ser alguien”, que muchos cristianos terminan convenciéndose que Dios no es un Dios de oportunidades, sino de obligaciones.

Tienes cientos de carreras universitarias para elegir, otros tantos de distintos empleos que puedes tomar, y al final a uno le cuesta tomar una decisión.

Es hoy que me atrevo a decir, que la dificultad a la hora de tomar una decisión es por falta de una cosa: VISIÓN.

El problema es que nos excusamos.

Decimos que:

·                     Las iglesias no nos apoyan.
·                     Nuestras familias no nos apoyan.
·                     Nuestros hermanos en la iglesia no nos apoyan.
·                     El líder no nos apoya,

Pero… ¿Y Dios qué? Hay cristianos que temen más a sus pastores, que a Dios; están más preocupados por encajar en el molde, que por honrar a Dios.
Pero déjame decirte algo: Dios te creó con un propósito, con una visión, con dones y talentos, con sueños.

Si en tu corazón sabes que tienes el apoyo de Dios, toma las decisiones pensando en Él y no en el “qué dirán” los demás.

Hay 3 cosas que debes saber sobre tu visión.

1. Dios tiene una visión para ti, sin importar tu contexto.

Pablo era un perseguidor y asesino de cristianos. Él aborrecía a Dios con cada cosa que hacía, pero Dios desde antes de la creación tenía un propósito con Pablo.

Uno, en su mente, creerá que Dios estaba fuera de sus cabales o completamente loco, ¿Cómo usaría a alguien que lo aborrecía, para honrarlo? Habiendo tantos cristianos que buscaban lo mismo.

Esto quiere decir que Dios no mira tu contexto a la hora de encomendarte una misión. (Lee sobre la visión de Pablo en Hechos 26:12-19)

No importa de dónde vienes o cuántos errores has cometido en el pasado, éste no determina tu futuro.

El hecho de tener un Dios atemporal (que está en todo tiempo), tiene que darte la seguridad de que si has sido creado, es para planes de bien.

Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar.” (Jeremías 29:11)

Si has tenido miedo de comenzar un proyecto que Dios ha puesto en tu corazón, por temor a que no eres digno o a que no funcionará, ¡olvídate de eso y ponlo en marcha!

2. Toda visión tiene su precio.

Tu vida no se convertirá en color de rosas inmediatamente cuando Dios te de una visión.

·                     Nos costará obedecer a Dios.
·                     Nos costará ser probados.
·                     Nos costará que nos critiquen.

¿Crees que esto a Pablo no le sucedió?

Ahora debo ir a Jerusalén, pues el Espíritu Santo me lo ordena. No sé lo que me va a pasar allá.” (Hechos 20:22)

Pablo iba a Jerusalén sólo porque Dios se lo ordenaba, no porque él quisiera. Simplemente obedecía, sin saber qué era lo que lo esperaba o con qué se encontraría.

Nosotros, hoy en día, debemos avanzar en el nombre de Jesús confiando en que Él sabe lo mejor para nosotros.

He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo.” (Eclesiastés 4:4)

A Pablo lo trataban de loco cuando Cristo cambió su corazón; así mismo, a nosotros, cuando emprendamos algo para el Señor, nos lloverán críticas de incrédulos y también de cristianos.

Si haces con excelencia Su voluntad, Él callará por sí mismo esas voces.

No temamos al futuro, ni a que no tendremos los recursos necesarios para cumplir nuestros sueños. Si ese sueño, se ha forjado en el corazón de Dios, te aseguro que Él te dará más de lo que necesitas para cumplirlos.

No escuches las voces que te dicen lo contrario, porque éstas no provienen de Dios. No dejes que derrumben aquello que Dios ha impulsado en tu vida.

3. Toda visión acarrea bendición.

Debemos aprender de tantos hombres y mujeres de la Biblia que han sido visionarios y triunfadores. Abraham, Moisés, José, Ester, David, Pablo, María, etc.

¿Eres tú uno de ellos? ¿Eres tú una de ellas?

Todas esas personas han tenido su bendición: Han libertado pueblos, han vencido gigantes, han liderado naciones, etc. Lo mismo ocurrirá contigo si tu fe está puesta en aquel que Todo lo puede.

Dios no busca gente que se crea perfecta para hacer todo lo que se le ordene. Él busca adoradores en Espíritu y en Verdad (Juan 4:19): Hombres y mujeres visionarios, dispuestos a ir por más, decididos a honrarlo con cada parte de su ser.

¿Quién te dice que Dios hoy no puede hacer cosas grandes como las que hizo con las personas de la Biblia? Dios hoy sigue haciendo cosas maravillosas.

Recuerda:

Si eres millonario en visión, serás billonario en bendición.

Dios siempre recompensa con la bendición de conocerle más a Él, y todo lo que eso conlleva (Mateo 6:33). Que Dios te bendiga.


Sunedomai


Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. (Salmos 37:4)

Creo que muchos entraron al devocional por la curiosidad de su título, es la idea. “Sunedomai”, vocablo griego que significa - regocijarse con, deleitarse en, juntamente con -, significa deleitarse con uno mismo interiormente en una cosa. En el caso del versículo de allí arriba, en Dios.

Este salmo, mejor dicho, ese versículo, es muy común y muy utilizado. Hasta incluso, yo lo utilizo en los cumpleaños, es como decir “que todos tus sueños se cumplan”, versión cristiana. Es que así se ha entendido. Ahora, ¿Es correcta esa interpretación?

Otra de las versiones de la Biblia dice “entrégale a Dios tu corazón”, y creemos que con sólo decirle “Dios, haz de mi vida Tu voluntad”, ya Él nos dará las peticiones de nuestro corazón; pero eso no es bíblico.

Lo que David trataba de decirnos con este salmo, es que debemos regocijarnos en Dios, debemos deleitarnos y disfrutar en nuestro interior, la maravillosa relación con el Dios que tenemos.

No basta con entregarnos a Dios, hay que vivirlo día a día. Maravillarnos en su creación, agradecerle desde las gotas de lluvia que caen por tu ventana, hasta el perfume que te pones. Deleitarnos en Dios, no es nada más ni menos, que reconocerlo como Señor, amarlo como Padre, escucharlo como Maestro, y obedecerlo como Dueño.

Cuando somos egoístas espiritualmente, no nos estamos deleitando en Dios. Ser egoístas es creer que merecemos algo de Dios, que merecemos que Él nos responda las oraciones, que porque cumplimos con Su palabra Él debe obligatoriamente bendecirnos. No es así, hermanos.

Las oraciones egoístas, nos cargan; las oraciones de deleite nos liberan. No se trata de lo que nosotros queremos, sino lo que Él quiere. Y tú dirás “Pero el versículo dice: y Él te concederá las peticiones de TU corazón”. Sí, claro, porque cuando nuestros ojos se posan sólo en Él, (eso es deleitarse) nuestros deseos son desplazados y Él pone sus deseos en nosotros; y entonces, y sólo entonces, se conceden los deseos del corazón que ya no son nuestros deseos sino los deseos de Aquel en quien nos deleitamos.

Ha sonado como un trabalenguas, pero creo que se ha entendido.

Esto lo vemos en todas las historias de victoria en la Biblia. David se deleitaba en Dios, y por eso venció a Goliat. Abraham fue padre de multitudes porque se deleitaba en Dios. José, a pesar de todas las pruebas y dificultades de su vida, se deleitaba en Dios y fue conocido como “José el soñador”. Estos hombres vivían en una constante comunión con el Creador.

Jesús también nos da un ejemplo parecido en el nuevo testamento. En Lucas 18, del versículo 10 al 14, leemos la historia de un fariseo y un cobrador de impuestos que habían ido al templo a orar. El fariseo, lo hacía en voz alta y jactándose de sí mismo, de cumplir con lo que Dios manda; el cobrador de impuestos, lo hacía arrepentido, cabizbaja y golpeándose el pecho.

¿A cuál escuchó Dios? Al cobrador de impuestos. Hoy en día, muchos cristianos creen merecer el perdón de Dios o las bendiciones de Dios, por las obras buenas que hacen. Pero si en tu vida no hay una sincera relación con el Padre, o si no te deleitas completamente en Él, no puedes esperar que el Salmo del comienzo se cumpla en tu vida.

Sunedomai. Aplica hoy esta palabra en tu vida. Deléitate en Dios. Que tu oración llegue a Sus oídos con gratitud. Mira las maravillas que Dios ha creado para ti. Sólo cuando estés alineado al cien por ciento con la Voluntad de Dios, brotarán en ti deseos y sueños que jamás has tenido, y créeme: Dios hará que los cumplas. 


Tesoro escondido


Cuando Dios nos dio la buena noticia, puso, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro. Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen. (2 Corintios 4:7-9)

Cuando uno piensa en un tesoro, le aparece en su mente la imagen de un cofre, con muchas cerraduras, un cofre seguro, hecho de un material duro para que no se desgaste ante cualquier clima, un cofre que sea digno de tener dentro riquezas, algo de valor. Pero en la Palabra se nos habla de todo lo contrario, Dios puso un tesoro en una frágil vasija de barro. ¿Cuál es el tesoro y qué es la frágil vasija de barro?

Déjame explicarte.

La vasija de barro: Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.” (Génesis 2:7). Dios creó al hombre “del polvo de la tierra”, su Poder fue el que le dio vida a ese polvo para hacer de éste una criatura. Nosotros mismos somos aquellas frágiles vasijas de barro.

El tesoro: “¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios?” (1 Corintios 6:19). Nuestro propio cuerpo ES el templo del Espíritu de Dios. Y el Espíritu de Dios, es el tesoro escondido.

Somos frágiles vasijas de barro porque somos pecadores, por naturaleza pecamos y eso nos convierte en seres frágiles. Pero Dios puso un Tesoro dentro de ti. Al entrar Dios en tu vida, ha llenado esa vasija con el tesoro más preciado: Su propio espíritu.

Somos de barro porque Él mismo nos creó del polvo de la tierra. Cuando damos a conocer las maravillas de Dios o cuando le hablamos a alguien que no conoce de Él nos dirán “¿Qué? ¿Justo tú tienes al Espíritu de Dios?”; tú tienes que decirle: ¡SÍ, DIOS HA PUESTO EN MI SU TESORO! Aunque seas frágil, aunque seas pecador, Dios te perdona, Él quiere depositar un tesoro en ti.

Para el Señor tú eres una vasija única, una vasija especial. Él tiene planeado para ti sueños que no ha planeado para otras personas, Él tiene planeado para ti un cofre lleno de bendiciones que no ha planeado para otras personas, Él quiere depositar en ti su más preciado tesoro. Dios te está diciendo: “No temas, no importa que seas frágil, no importa que hayas pecado, Yo te perdono. Te amo y eres mi vasija especial, quiero que en ti more mi Espíritu porque te he escogido.

Cuando el Espíritu Santo mora en ti, empieza a actuar y allí se empieza a notar el Poder de Dios. Esto nos lo confirma el versículo del comienzo: “Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro.” Cuando hablamos de Él y anunciamos sus promesas, cuando anunciamos la buena noticia, es Dios quien está hablando por medio de nosotros. Él está actuando en ti en este mismo momento.

Nosotros somos débiles, podemos rompernos fácilmente, pero Su Poder nos restaura, Su Poder se manifiesta en nosotros al anunciar la buena noticia de la Salvación.

También recibimos esta confirmación: “Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen.” Sea cual sea la situación por la que estés pasando, no te sientas como una vasija frágil de barro vacía; siéntete como una vasija de barro llena del Poder de Dios. Dios no te abandona porque te ha escogido para poner Su tesoro en ti.

Y tú… ¿Estás dispuesto a ser una vasija especial para Dios?


Toda cosecha lleva su siembra


No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:7-10)

Es tan común hablar de siembra y cosecha, es un tema tan hablado entre cristianos, pero qué poco es puesto en práctica.

El otro día, estudiando el libro de Éxodo, me di cuenta que el pueblo de Israel, no sembraba y cosechaba para vivir. Ellos simplemente pedían a Dios y Dios les daba. Maná del cielo caía constantemente, y ellos no tenían que hacer ningún esfuerzo.

A esto lo denomino: Etapa turista. ¿Por qué? No sé si te has dado cuenta, que cuando visitas otra ciudad u otro país, te atienden de forma especial. Eres el invitado, el agasajado, el visitante. Por eso, el pueblo de Israel, estaba en etapa turista. Dios no los dejaría ahí toda su vida, Él les proveía hasta que llegaran a la tierra prometida. Allí, comenzaría la “Etapa Soldado”.

¿Etapa soldado? Sí, Dios les había ordenado que tendrían que echar a la gente de esa tierra, cosechar, sembrar, construir sus casas, poblar la tierra. Desde ese entonces, si ellos cosechaban bien, sobrevivirían, si cosechaban mal, les iría mal.

Y hoy en día es igual, el resto de la Biblia habla de sembrar y cosechar no sólo alimentos, sino actitudes, no sólo dinero, sino acciones. Muchas veces nos quejamos por lo que nos sucede en la vida, sin darnos cuenta que eso en realidad es lo que estamos sembrando.

Nosotros en algunas situaciones de nuestra vida seremos tierra, y en otras sembradores.

Cuando seamos tierra, habrá gente que sembrará en nosotros odio, pelea, críticas y es decisión nuestra qué tipo de tierra seremos. Si elegimos ser buena tierra para esas semillas, estaremos logrando que luego, nuestros frutos, sean de odio, pelea, críticas. Responderemos mal por mal y eso no es lo que nos manda la Biblia. Cuando la semilla que quieren plantarte es mala, no la germines. Deja que Dios se encargue de sacarlas de tu terreno. Si la semilla es buena, la harás prosperar y darás frutos de amor.

Cuando seamos sembradores, tenemos que procurar sembrar siempre frutos de paz, de amor, de alegría, dignos de todo hijo de Dios. Si sembramos mentiras, chismes y engaños, cuando coseches, eso se volverá en tu contra. En cambio, si lo que estamos sembrando en la vida de los demás es ayuda económica, abrazos, sonrisas, nuestra cosecha será agradable y llena de paz.

La Biblia habla de dos tipos de frutos:

Frutos de la carne: “Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje;  idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21)

Si en tu vida estás con una adicción, con un vicio, con muchos chismes que te han rodeado, no es porque sí. Es porque en algún momento, tú has alimentado esa semilla en tu corazón. Debes de dejar que Dios arranque de raíz esos frutos malos, porque sólo te traerán destrucción.

Frutos del espíritu: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.” (Gálatas 5:22-23)

Si sientes que eres bendecido, que estás viviendo el mejor tiempo de tu vida, ¡Felicidades! Es porque has sabido sembrar bien. Pero...¿Qué pasa cuando siembro bien, y no cosecho nada?

En el versículo del comienzo del devocional, es claro: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” La siembra, lleva su tiempo. No siempre cuando ayudes a alguien, recibirás ayuda de alguien más. No siempre que des amor, recibirás amor. Porque todo tiene su tiempo.

Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas.” (Eclesiastés 11:6) Debemos mantener la alegría mientras esperamos la cosecha. Esto no es “un día siembro amor, luego sigo pecando, total como ya sembré amor, recibiré amor”, No... La fe es constante, tu siembra debe de ser cuidada.

La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga.” (Marcos 4:28) Primero crecerá un pequeño tallo, luego con el tiempo la espiga, y recién allí el grano que dará su fruto aparecerá. Sé paciente y riega tu siembra con oración.

Si tú no siembras nada, no cosecharás nada. Hay cristianos quienes oran, profetizan, ruegan, suplican, exigen y resisten al diablo para obtener una cosecha; pero no hay cosechas sorpresa en el reino espiritual: Si no has sembrado ni siquiera una semilla, nada cosecharás.

¿Cuál está siendo tu siembra? ¿Qué estás cosechando? Toma una decisión hoy: SEMBRAR EN CRISTO. Y cuando coseches, te sorprenderás por la abundancia que Dios te dará. Dios te bendiga.


Espíritu lleno, corazón contento


Mientras esto sucedía, los discípulos le rogaban a Jesús: “Maestro, por favor, come algo”. Pero él les dijo: “Yo tengo una comida que ustedes no conocen”. Los discípulos se preguntaban: “¿Será que alguien le trajo comida?” Pero Jesús les dijo: “Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer”. (Juan 4:31-34)

La comida es indispensable para subsistir. Puedes comer menos, o puedes comer más, pero la necesitas. No sé si a ti te ha pasado, de estar un día entero sin comer, y llega la noche o el día siguiente, y te sientes débil. Así pasa con la comida material, pero ¿Pasará lo mismo con la comida espiritual?

Claro que sí, porque si permaneces lejos de la Palabra de Dios un tan sólo día, te sentirás débil. Sentirás que cualquier mínima tormenta que suceda en tu vida te ahogará. El versículo de allí arriba, no fue la única vez que Jesús nos advirtió que es necesario obedecer a Dios. En Mateo 4:4 lo dice aún más claro “No sólo de pan vive la gente; también necesita obedecer todo lo que Dios manda.

Cuando estemos débiles espiritualmente, el diablo más disfrutará meterse en nuestras vidas. ¿Cómo puedes fortalecer tu relación con Dios? Primero debes orar. Recupera esa relación con Dios que es única e inexplicable. Él te está esperando y quiere mostrarte las cosas que tiene para ti.

Muchos creen que la palabra “obedecer” es signo de esclavitud. Pero en Dios, es signo de libertad. ¿Por qué no obedecer al Rey de Reyes? ¿Por qué no obedecer a Aquel que sabe qué es lo mejor para mí? Ya no nos validemos por nuestros sentimientos o emociones. No digamos “Señor, quiero hacer tu voluntad pero lo que me pides hacer es demasiado”. Aunque no entiendas cómo sucederán las cosas, tú obedece.

El mismísimo Jesús tuvo que obedecer a Dios y mira en dónde está ahora. ¿Quieres estar junto al Señor? Haz lo que te diga. Pero no por conveniencia, no por interés, no por obligación, sino porque sabemos que es la mejor decisión que podemos tomar. Seguir el ejemplo de Cristo no es camino fácil pero es camino victorioso.

Vamos, anda, fortalece tu relación con Dios y empieza a obedecer lo que Él te diga. Mi Dios es loco, es raro, es extraño, no lo entiendo, no lo comprendo, pero es Perfecto y lo que quiere para mí siempre será sólo mi bien. “Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar” (Jeremías 29:11). Solamente Dios sabe lo que es bueno para ti, déjale las cosas en Sus manos y verás que no hay mejor comida espiritual que esa. Pobre del que quiera lastimarte, que cuando se acerque a ti, verá que estás en perfecta sintonía con Dios y huirá sin dudarlo.

En mi país dirían, "Panza llena, corazón contento"; en el Reino de Dios, "Espíritu lleno, corazón contento", come hoy del verdadero alimento y serás bendecido.


La fórmula de la felicidad


Dios nos ha dado la capacidad de elegir. Lo bueno o lo malo, el cielo o el infierno, lo que nos gusta o lo que no nos gusta, vivir felices o vivir infelices. La decisión sobre tu vida la tienes tú, Él jamás te obligará a nada. Pero dudo que haya alguien sobre esta tierra que quiera vivir siendo infeliz.

Pero ¿Cuál es la fórmula para vivir feliz?

En un principio, Jesús es la vida, fuera de Él jamás encontraremos felicidad verdadera sino momentos de alegría vanos. El que quiera amar la vida y gozar de días felices debe hacer cuatro cosas para vivir feliz.

Refrenar tu lengua de hablar el mal: Esto significa, no critiques, no juzgues, no menosprecies a nadie. Así como te gusta que te traten a ti, así trata a los demás. Sigue el ejemplo de Jesús, Él fue humillado, criticado, la gente hablaba mal de Él, y sin embargo, Él no tomaba venganza haciendo lo mismo que le hacían. Él no criticaba, no juzgaba, no humillaba. Debes de buscar ser como Él día a día.

Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:11-12)

Refrenar tus labios de proferir engaños: Esto es decir mentiras. O más bien, chismes. ¿Cuántas veces hemos escuchado un chisme y lo hemos comentado en vez de frenarlo? ¿Cuántas veces has iniciado un chisme tú? Tal vez por venganza, por enojo, o por una raíz de amargura que tenías con alguien.

Nada ganarás con mentir. Siempre me han dicho “La mentira tiene patas cortas”, y es verdad, tarde o temprano, si tú has mentido, eso te volverá en contra. No seremos felices si vivimos mintiendo. Tal vez no has hecho un chisme, pero sí has mentido sobre ti para agradarle a alguien o a un grupo o a un líder. Dios te ha hecho único, no debes de engañar a nadie, aprende que si quieres ser feliz, ese no es el camino.

Apártate del mal: Esto quizás es lo más difícil, todos somos pecadores y cometemos nuestros errores. Pero apartarse del mal no significa dejar de pecar, sino reconocer que lo estás haciendo. Reconoce que esas amistades son mala influencia para ti, reconoce que le das más tiempo a cosas vanas que a tu Dios, reconoce el mal y apártate de él. Eso seguirá abriéndote camino a una vida feliz.

El sabio teme y se aparta del mal.” (Proverbios 14:16)

Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.” (Job 28:28)

Haz el bien: Sigue a Jesús. Deja que el Maestro sea tu guía, que te enseñe a corregir tus errores, que te dé sabiduría, fuerzas cuando todo parece ir mal. No tomes venganza, déjale eso a Él. Actúa pensando, no actúes estando enojado. Así evitarás muchas situaciones que no te dejarían ser feliz.

Pero ahora yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los maltratan.” (Mateo 5:44)

No maldigan a sus perseguidores; más bien, pídanle a Dios que los bendiga.” (Romanos 12:14)

La fórmula de la felicidad es DIOS y nadie más que Dios. Tú + Dios = Felicidad eterna. Entrégate hoy a Él, elige seguir los pasos de Jesús e imítalo. Él te hará pasar por pruebas, te hará superar dificultades, pero al final, la corona que pondrá sobre tu cabeza hará que todo haya valido la pena. Dios te bendiga.


Un escape seguro


El que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga. (Salmos 34:12-14)

Todos en algún momento nos hemos sentido ahogados, abatidos, agotados, sin fuerzas para más. La vida del cristiano no es de color rosa, al contrario, nuestro Dios prueba constantemente a Sus hijos, ya que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Vivimos una vida llena de responsabilidades, pruebas, obligaciones, que muchas veces en vez de lograr que nos superemos a nosotros mismos como Dios quiere, nos terminan hundiendo.

Y quizás tú dirás, “¿Entonces es culpa mía todas las obligaciones que tengo?” No, pero es necesario que en algún momento de tu día, en la noche, en la tarde o al despertar, dediques un tiempo íntimo para Dios. No es algo obligatorio, es algo necesario. No podemos salir de nuestra casa, sin haber hablado con Dios primero.

Al despertar, lo primero que hago es tomarme un tiempo para orar. Sí, sé que recién despiertas, que sigues con sueño, que pareces un zombie mientras tomas tu café; pero si sales a la calle sin haber estado con Dios en la noche anterior, o en esa mañana, tu día te resultará pesado y agotador. Es como salir a la guerra totalmente desarmado.

Y esto no es invento mío. Verás, en estos últimos meses, Dios me ha llenado de pruebas, de obligaciones, de cargas que me resultan pesadas y no lo niego. Yo me preguntaba a mí misma, ¿Cuál es la fórmula para no vivir estresada, angustiada o pensando en todo lo que debo de hacer? Y la Biblia respondió mi duda. Si te fijas, en todos los evangelios, leerás que el mismísimo Jesús se iba al medio de las montañas a orar. Aún con todos los enfermos que lo esperaban para que los sane, aún con el tiempo que debía dedicarle a sus discípulos, aún con la gente que lo perseguía, Jesús se tomaba un tiempo a solas con Dios.

No lo hacía por obligación, lo hacía por necesidad. Debemos entender, que el mundo nos agota. El día a día, aún siendo cristianos, nos agota. Muchas veces no tenemos tiempo ni para nuestras familias, nuestra pareja o amistades. Y la excusa más común para no orar es “No tengo tiempo”, hermano, no te engañes, sí lo tienes. Mientras te calientas el café en la mañana, mientras te duchas, en cualquier lugar puedes orar y encontrar esa paz que necesitas para poder sobrellevar todo lo que haces.

Como lo dice el versículo del principio, para ser felices, debemos buscar esa paz y seguirla. La paz es representada por una paloma blanca, todo lo blanco significa paz. A su vez, la paloma muchas veces representa al Espíritu Santo. ¿Coincidencia? No, Diosidencia. La paz es el Espíritu Santo, es a Él a quien debemos buscar. Debemos anhelar estar en Su presencia al menos una vez al día.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” (Salmos 42:5) ¡Dejemos de inquietarnos! Aún estamos vivos, aún alabamos a Dios, aún creemos en que Su mano está a nuestro favor. Vamos, tómate tiempo a solas con Dios, cuéntale tus preocupaciones, tus dolores, encuentra la paz que necesitas en Él.

Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) El mundo ofrece tantos escapes a la hora de la desesperación. Los incrédulos creen que con emborracharse, fumarse un cigarro, consumir droga o una noche de sexo les cambiará el vacío que sienten. Pero la Biblia es clara, el único escape que tenemos es la presencia de Dios. Sólo Él transforma toda carga en una bendición. “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.” (Juan 14:27)

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.” (Isaías 26:3-4) Estaremos en paz sólo cuando busquemos el refugio de las alas de Dios. Confiemos en Él sin cesar, clamemos por Su ayuda. Sí, no nos gusta buscarlo cuando sabemos que hemos pecado, nos sentimos sucios, pero recuerda que sólo Él te puede limpiar. Vuelve hoy a Él.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7) Cuando entiendas que el único escape es Su presencia, Él pondrá en tu corazón y en tu mente, sentimientos y pensamientos de paz. Cuando estamos lejos de Él, nos sentimos abatidos, nuestros pensamientos sólo dan negatividad hacia las situaciones de la vida; pero cuando nos dejamos tocar por Él, todo se transforma, toda tristeza se va y no te importará cuántos problemas lleguen a tu vida, porque sabrás que en la presencia de Dios estarás tranquilo.

De corazón deseo que “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” (Números 6:24-26) Sé lo que es estar estresada, agotada y sin saber qué hacer. Pero hoy lo he descubierto: Busca un tiempo a solas con Dios. No importa cuándo, no importa cómo, recuerda que Jesús lo hacía y así fue el Salvador del mundo.

Dile a Dios que te ayude a encontrar la verdadera felicidad en Él. Que te dé Su paz, aún cuando no entiendas Su voluntad. Que te enseñe a actuar con sabiduría. Dios te bendiga.


No está lejos


Dios mío, quiero gritar de alegría por todo lo que has hecho; todo lo que haces es impresionante y me llena de felicidad. Tus pensamientos son tan profundos que la gente ignorante ni los conoce ni los entiende. (Salmos 92:4-6)

Creo que así como cierta vez me dijeron que Dios pone sus ángeles sobre la tierra (personas de bendición), estoy segura de que el diablo pone sus demonios sobre la tierra. Parece nuestra vida muchas veces como un juego de ajedrez, en el cual nos cruzaremos con amigos así como también con enemigos que intentarán tirarnos abajo.

Día tras día el diablo usa su arma más común para intentar dominarte: la mente. “No puedes”, “No podrás”, “Eres inútil”, “Tu Dios no te sacará de allí”, “Dios no te perdonará”. Creo que esos pensamientos, si es que alguna vez los tuviste o te los dijeron, no son más que mentiras del diablo.

Pero lee el versículo bien de allí arriba “Tus pensamientos son tan PROFUNDOS que la gente IGNORANTE ni los CONOCE ni los ENTIENDE”. Hay gente que habla mal de ti, hay gente que te critica, hay gente que te envidia, hay gente que en su corazón sólo guarda rencor, pero déjame asegurarte: NO saben de Quién eres Hijo ni con Quién se están metiendo.

La gente puede criticarte, pero no puede detener la mano de Dios a la hora de bendecirte. La gente puede envidiarte, pero no puede evitar que tú seas el prosperado. La gente puede tirar tus sueños abajo, pero no puede prohibirle a Dios que Él cumpla Sus sueños en ti.

El Salmo 42 es un salmo que me gusta mucho ya que todos hemos pasado y pasamos por una situación así. El versículo 3 dice así: (lo pondré en dos versiones)

“Día y noche me he bebido mis lágrimas; mis enemigos no dejan de decirme: ¡Ahora sí, tu Dios te abandonó!” (TLA)

“Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas:¿Dónde está tu Dios?” (NVI)

Con la frente en alto les respondo: Nuestro Dios está ahí mismo. Puede ser que esté distante por momentos, pero nunca tan lejos como para permitir que nos dañen, nunca tan lejos para venir a socorrernos, nunca tan lejos para no escucharnos, no consolarnos, no consentirnos. Él está ahí, a veces nos prueba, pero jamás nos deja solos.

Los procesos y las pruebas que atravesamos en el camino como cristianos, son difíciles. Las lágrimas no hacen diferencia si eres hombre o mujer, en algún momento llegan. Has pasado noches llorando, quizás le has preguntado a Dios dónde estaba, te has hasta enojado con Él o creíste que era injusto.

Día a día el diablo pondrá a sus demonios, aquellas personas con mal corazón, que se burlarán de ti, te echarán en cara y te dirán: “TU DIOS TE ABANDONÓ”, “¿DÓNDE ESTÁ TU DIOS?”. A Jesús en la cruz se le burlaron porque decían que Dios lo había abandonado, y hasta Él mismo por momento sintió el abandono de Dios. Pero no era así, todo formaba parte de un propósito perfecto.

Mi hermano, mi hermana, amigos, Dios jamás deja a sus hijos solos. La gente ignorante es la que cree que Dios nos ha abandonado, no te conviertas en uno de ellos ni dejes al diablo que te convenza de que Dios se alejó de ti. Es cierto que nosotros no sabemos, no conocemos, ni imaginamos las cosas que Dios nos tiene preparados, pero sí sabemos una cosa: Él cumplirá su obra en nosotros, Él hará de este barro un tesoro especial, Él bendecirá a nuestros descendientes, Él hará que terminemos siempre en victoria. Y esto, el enemigo no lo ha aprendido aún: los hijos de Dios no somos perdedores.

Quiero que leas conmigo el final del Salmo 42 y no escribiré más, dejo a ti tu espacio para que reflexiones. Recuerda que Dios siempre será más grande que todo lo que nos suceda, pero nunca, nunca, nunca, permanecerá a una distancia en la que no pueda ayudarnos. Lee y reflexiona:

¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré!” (Salmos 42:11)