Cuida el contenido de tus pensamientos
“No te dejes llevar por las tentaciones propias de tu edad. Tú eres joven, así que aléjate de esas cosas y dedícate a hacer el bien. Busca la justicia, el amor y la paz, y únete a los que, con toda sinceridad, adoran a Dios y confían en él”. 2 Timoteo 2:22
En segunda carta a Timoteo, Pablo da valiosos consejos sobre cómo vivir una vida pura. Este consejo incluye: (1) Reconocer el poder del pecado y la posibilidad de caer en él; (2) perseguir la fe, el amor y la paz, y (3) pasar tiempo con otros creyentes de corazón puro.
Uno de los mayores desafíos de vivir una vida pura es cuidar la pureza de los pensamientos.
Como dice un refrán: “No puedes evitar que los pájaros vuelven sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que hagan su nido en ella”. De la misma manera, no podemos evitar que de vez en cuando un pensamiento impuro o maligno “toque” a la puerta de nuestra imaginación, pero sí podemos mantener la puerta bien cerrada.
De lo contrario, si permitimos que los malos pensamientos se infiltren en nuestra mente, podemos caer, permitiendo que nuestra vieja naturaleza prevalezca.
La buena noticia es que, aunque todos somos propensos a caer, no tenemos por qué hacerlo.
Si nos mantenemos cerca del Señor y seguimos el consejo de Pablo en este versículo, edificaremos una “fortaleza” sólida alrededor de nuestra vida y de nuestros pensamientos, y será difícil que penetren las flechas de tentación de Satanás.
Siempre en la adolescencia se forjan grupos de referencia. Por los mismos intereses, gustos, simpatía o quizás por vivir en la misma zona. Tu grupo de amigos es clave para tu crecimiento como cristiano. Debes examinar si las personas a tu alrededor son las que Dios quiere que tú tengas. Siempre en un grupo habrá influencias, a veces positivas pero muchas veces son negativas.
No dejemos que por miedo al “qué dirán mis amigos”, hagamos cosas que ante Dios no son correctas o no pensemos cosas que como hijos de Dios no deberíamos de pensar. Podemos evitar que esos pensamientos se alejen de nuestras vidas si nos mantenemos en oración, ayuno y aún mejor si dejamos que Dios nos guíe a través de Su palabra.
Pasar siquiera un día lejos de Dios no es poca cosa. Se nota en tu mente, en tu actitud y en tu corazón.
Tratemos de buscar a Dios con fe, con amor, con actos que le agraden. Muchas veces no es el pecado el que nos impide acercarnos, sino la misma falta de comunicación con nuestro Padre. Cuando estamos cerca de Dios, Sus pensamientos se alinean automáticamente con los nuestros y Él mismo se encarga de echar fuera los pensamientos que no son de su agrado.
Ponte en manos de Dios, acércate a Él y busca agradarle. Vive para agradar a Dios. Él te ama.
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