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No apto para cardíacos



Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? (Juan 6:60-61)

Hoy día es muy fácil conformarse. Parece que vivimos en una era de conformidad donde lo que una “congregación” nos ofrece lo tomamos como lo que Dios nos ofrece cuando no siempre es así. Tomamos la palabra de un pastor como si fuese palabra santa sin siquiera escrudiñarla conforme a las escrituras.

No digo que todas las iglesias sean iguales ni que todos los pastores sean herejes, no me malinterpretes. Pero la Palabra de Dios no vino a CONFORMARNOS, vino a CONFRONTARNOS. Vino a transformar nuestra mente y con eso nuestras vidas.

¡El evangelio no es para cualquiera! “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.” (Juan 6:66)

Si desde que comenzaste a leer la Biblia o a congregarte en una iglesia no has sido confrontado, no te has sentido ofendido, herido, lastimado, culpable e incluso confundido, déjame decirte que no has pasado por la presencia de Dios.

Yo sé que, como humanos, nos cuesta entender muchas cosas: Un Jonás tragado por un pez, un mar abierto en dos, dar para recibir, poner la otra mejilla, amar a nuestros enemigos, orar por aquel que nos hirió, perdonar sin medida, callar ante aquel que nos maltrata, respetar y honrar a nuestros padres aunque ellos nos hayan abandonado o nos agredan a diario. Es una locura, nadie aceptaría ese evangelio si le presenta así.

Pero dentro de cada situación que te mencioné, hubo un propósito de Dios. Siempre hubo una justificación para cada hecho bíblico. Jonás había desobedecido, el mar permitió que el pueblo de Israel fuese liberado, respetar y amar a nuestro prójimo siempre trae paz, ya que recibimos lo que damos.

Entonces, ¿Es tan ofensivo el evangelio? A simple vista sí. Pero ponte a pensar. Si no fueses confrontado, nunca avanzarías a un nuevo nivel de fe. Dios quiere mover todo tu interior, todo lo que pensabas quiere alinearlo de acuerdo a Su propósito.

¡Alégrate si te han ofendido! ¡Alégrate si te ha tocado el corazón una prédica o lectura bíblica! ¡Alégrate si te tratan de loco por seguir a Cristo! Nada debe de interrumpir tu camino a Dios. No te conformes con lo que te dijeron, estudia, escrudiña, háblale a Dios.

Hay iglesias que sólo hablan de prosperidad, éxito y bendición. Pero la Palabra verdadera te confronta. Dios te va a hablar de pecado, perdición y de los errores que cometiste, pero no lo hará para culparte, sino para perdonarte, amarte y darte un nuevo comienzo.

Acepta ser confrontado más que conformado, y Dios te llevará a un nuevo nivel de fe.


“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Juan 6:68)
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Los tres cerditos



Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa. (1 Pedro 2:4)

Recordando un poco los cuentos infantiles, surgió en mi mente la historia de los tres cerditos. Como todos saben, estos tres animalitos sufrían la persecución de un devorador: el lobo. Para evitar ser atrapados, tuvieron la idea de hacerse casas con diferentes materiales. Uno la hizo de paja, otro de madera y otro de ladrillos. Creo que todos saben cómo terminó la historia.

Ahora bien, en el mundo espiritual, todos somos cerditos. (Tranquilo, no estoy diciendo que comas mucho o que eres sucio jajaja) Sino más bien, que todos somos TEMPLOS del Espíritu Santo. (1 Corintios 3:16) Ese templo “no físico”, debe estar construido con algún material. ¿O no?

Y la construcción de un templo, lleva su tiempo. ¿Verdad?

Entonces vamos a analizar 3 puntos importantes sobre esto de ser cerditos, qué digo…Templos del Espíritu Santo:

1) Asentar la base y escoger el fundamento

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:11)

Muchos pierden de vista este punto importante, y terminan poniendo su fundamento en cosas materiales, por lo tanto sus éxitos duran poco y sus bendiciones nunca llegan. Nuestra base de vivir, debe ser Jesús. Todo lo que hagamos, tiene que estar fundamentado en Él.

2) Cuidar el material de construcción

Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” (1 Corintios 3:12-14)

El material que elijas a la hora de construir, será el que determine cuánto aguantará tu templo cuando venga el lobo a destruirlo. Si sólo tu mente consume cosas seculares, música, televisión, películas, mal vocabulario; ese templo no servirá. (No digo que esté mal consumirlas, porque vivimos en este mundo; lo que sí está mal, es vivir como alguien del mundo)

En cambio, si construyes con sabiduría, humildad, amor, fe, y te edificas con alabanzas, lectura bíblica, y oración; tu templo estará cubierto por Dios, y a la hora de la prueba será Él quien lo proteja.

3) No olvidar que el principal arquitecto es Dios

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:9)

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:17)

Muchas veces tratamos una y otra vez de hacer las cosas a nuestra manera, queremos vivir a nuestro antojo; y, casi siempre, “nuestro antojo” no es la Voluntad de Dios. Lo que hacemos al vivir así, es destruir el templo de Dios e interponernos en sus planes.

La Biblia nos dice que debemos dejar a Dios actuar. En el cuento de los tres cerditos, aquel que construyó en ladrillo, advirtió a los otros dos que sus casas no resistirían, pero ellos no escucharon y el lobo arrasó con sus hogares.

Pedro nos advierte del “león rugiente que busca a quién devorar” (1 Pedro 5:8) ¿Entiendes la importancia de que tu templo esté bien construido?

Hay cristianos que son como el cerdito que construyó con paja: No van a la iglesia nunca, a la Biblia sólo le sacan el polvo en Navidad y viven como el mundo.

Otros, son como el cerdito que edificó con madera: Se preocupan por no faltar un domingo al servicio de la iglesia, pero el resto de los días no oran, no hablan con sus hermanos, y tienen malos modales en su casa.

Pero aquellos que fundamentan su vida en Cristo, serán como el cerdito más sabio, aquel que construyó con un material firme. Aquel que todos los días busca agradar a Dios, aunque se equivoque. Aquel que separa un pequeño tiempo de su día para adorar y hablar con Su Papá. Aquel que no come cuento, come Biblia. ESE sobrevivirá el día de la prueba, el día que el enemigo lo ataque.

¿Qué templo estás construyendo? ¿Qué clase de cristiano eres? ¿Cómo puedes comenzar a fortalecer tu construcción? Anímate, porque aquel que pase el día de la prueba, recibirá su recompensa.

“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.”
(1 Corintios 3:14)

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¡Somos unos huesos secos!



¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?
(Ezequiel 37:3)

Hoy desperté temprano, lo cual es extraño en mí un día domingo. Sentía la necesidad de escuchar prédica y leer la Palabra, y eso hice. Por lo general sigo un orden en la lectura para mejor comprensión, y una vez leído lo que hoy me correspondía, algo extraño sucedió: Comencé a hacer “zapping bíblico” y mi Biblia se detuvo en Ezequiel 37.

Dios me hizo entender que hay tantos cristianos muertos espiritualmente, tanta necesidad de Él, que es necesaria esta Palabra.

¿No te ha pasado, de sentirte completamente vacío, seco, interiormente?

Dios le dio esta visión a Ezequiel: Lo llevó a un valle, que estaba lleno de huesos. Esos huesos estaban sin vida, estaban secos. Eran miles y miles. Imagino lo desgarrador que debe haber sido para Ezequiel, ver algo tan triste como eso.

Y el Señor, le hizo la pregunta que está al comienzo del devocional “Ezequiel, hombre mortal, ¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?”. Y aquí me voy a detener por un momento.

¿Cuántas veces nos sentimos tan dolidos, tan solos, que creemos que ya nada nos puede levantar? ¿Cuántas veces estamos a un paso de darnos por vencido, y no vemos ninguna esperanza en nuestros momentos difíciles?

La respuesta de Ezequiel es la que muchos de nosotros diríamos “Dios mío, sólo tú lo sabes.” Claro, sólo Dios lo sabe. Pero entonces, ¿por qué no los revive? ¿Por qué Dios no está sanándome? Le decimos a Dios “Tú tienes el control” y al mismo tiempo le hacemos cientos de preguntas.

Hasta aquí, pareciera que no hay solución. Pero la visión no termina allí. Dios le ordenó a Ezequiel que le hable a los huesos de Su parte.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.” (Ezequiel 37:4-5 RV1960) O en la versión de lenguaje actual: “Diles de mi parte a estos huesos, que presten atención a este mensaje: ¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan!”

Y Ezequiel cuenta en los siguientes versículos, que los huesos se juntaron unos con otros, les salían tendones, les crecía carne y se recubrían de piel. Pero, sin embargo, seguían sin vida. Nuevamente, Dios ordenó:

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” (Ezequiel 37:9-10 RV1960)

Y aquí está el problema de por qué nuestros huesos están secos, por qué aunque oremos y clamemos a Dios, las cosas no están mejorando. Decimos “¡¿Señor, dónde estás?!” Y nunca recibimos respuesta. Y he aquí: Tú estás clamando, le estás orando al Dios de la vida pero no estás profetizándole a tus problemas con el Poder que Dios ya te ha dado.

“Dios me dijo entonces: Ezequiel, estos huesos representan a los israelitas. Ellos se andan quejando, y dicen: “No hay remedio; estamos perdidos. ¡Somos unos huesos secos!” Pero tú vas a hablar con ellos, y vas a darles de mi parte este mensaje: “Israelitas, ustedes creen que están muertos, pero yo soy su Dios. Yo abriré las tumbas donde creen estar enterrados, y los sacaré de allí. Soplaré sobre ustedes para darles mi aliento de vida, y los haré volver a la tierra de Israel. Cuando yo haga esto, ustedes volverán a vivir y reconocerán que yo soy su Dios. Yo, el Dios de Israel, lo he dicho y lo cumpliré”.” (Ezequiel 37:12-14)

¡Entiende de una vez! Dios tiene su aliento de vida preparado para ti, pero no estás profetizándole a tu problema, sino que te quejas y haces preguntas y más preguntas. Tienes que salir de ese valle de huesos secos, tienes que recibir el Espíritu de vida que Dios guarda para ti. Ya basta de dolor, basta de creernos muertos: ¡Eres un hijo de Dios, revive tus huesos!
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Clamor equivocado



¿Qué otra nación hay tan grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? (Deuteronomio 4:7)

Aún no me explico el amor de Dios hacia nosotros. ¿Por qué alguien tan grande, se fijaría en algo tan frágil como los humanos? Es su inmensa gracia la que hace que día a día Él tenga cuidado de nosotros.

Cuando leía ese versículo del comienzo, en mi mente resonaban las palabras “nación” y “dioses”, y les he dado un significado para poder entender mejor lo que Dios nos ha querido decir con esto.

Nación” puede tratarse como un grupo de personas que tienen intereses en común, no necesariamente en un mismo país. Los hijos de Dios formamos parte de Su nación, pero así mismo también hay otras naciones y otros dioses.

¿Dioses? Dinero, alcohol, fama, pornografía, adicción, y podría seguir enumerando. Todo lo que te ata se convierte en tu “dios”. Y hay naciones más grandes de lo que imaginas siguiendo estos dioses vanos. Y ten cuidado, no sólo eso, sino que muchos hacen de su pastor su dios, cuando el único merecedor de ser DIOS es DIOS.

Pero lo que estoy tratando de decirte, es que tienes que definir a qué nación perteneces y a qué “dios” clamas. ¿Por qué? Puedes amar el dinero, puedes estar perdido en las adicciones, pero te aseguro que si le invocas al dinero o a la droga, nadie escuchará ese clamor.

En cambio si decides pertenecer a la nación de Dios, tienes un ejército de ángeles dispuestos a obedecer la orden de Dios de bendecirte cuando clames a Él.

Sus oídos están dispuestos siempre para ti, pero has estado clamando en el lugar equivocado.

La Palabra misma dice: “Dios siempre está cerca para salvar a los que no tienen ni ánimo ni esperanza. Los que son de Dios podrán tener muchos problemas, pero él los ayuda a vencerlos.” (Salmo 34:18-19)

Es natural clamar, pedir ayuda, pero ¿Lo estás haciendo del modo correcto? ¿Estás clamándole a Dios con fe? ¿Entiendes la cercanía que tienes con tu Papá y la estás aprovechando? NADIE, ninguna otra cosa, podrá estar más cerca de ti que Dios. Clama hoy a Él y espera con fe.
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Backstage



A veces pongo a imaginar mi vida como si fuese una película. Me veo a mí, a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, mis victorias, mis fracasos, mis tropiezos, mis éxitos…pero a veces siento que algo me falta. Y es que yo sé que Dios está conmigo, pero simplemente a veces, no lo siento junto a mí.

Entonces, al sentir ese vacío de su presencia, acudí a los pies del Señor y le pregunté:

- “¿Señor, por qué no estás en los momentos más felices de mi vida? ¿Por qué no te veo cuando todo parece derrumbarse? ¿Dónde estabas cuando falleció aquel amigo o familiar que tanto amaba? ¿Qué tan ocupado estás que no atiendes mis ruegos?

Y allí, con una voz de paz, mi Dios ha respondido:

- “Hija, si tu vida es una película, alguien tiene que dirigirla. Si no me ocupo de los detalles tras el backstage de tu vida, ¿Quién lo haría? Si no me preocupo porque todo esté bajo control, ¿Quién lo haría? Si no ordenara cada guión y cada situación de tu diario vivir, ¿Quién lo haría? Yo siempre estoy contigo, es sólo que a veces, permanezco en el backstage.

Y es que no nos damos cuenta de la inmensidad de Dios, y en vez de alabarlo, nos quejamos o dudamos. Y esto es bíblico, en el libro de Job esta situación cotidiana, está descrita: “He aquí, en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. ¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende.” (Job 33:12-14)

En la versión de Lenguaje Actual, lo dice más claro aún: ¿Por qué te quejas de que Dios no te responde? Estás muy equivocado; Dios es más grande que nosotros. Tal vez no nos damos cuenta, pero Dios no deja de hablarnos.

Debemos entender que Dios es un Dios justo y omnipotente. Sé que has escuchado mil veces decir que “Dios está siempre contigo”, que “Dios nunca te deja solo” y todas esas cosas que un amigo o pastor te dice cuando necesitas aliento.

Pero yo hoy no quiero darte aliento con esto, sino traerte paz para el resto de tu vida. El backstage de tu vida es gigante, y el único tan Grande que puede controlarlo, es el mismísimo Dios. Dedícate a ser protagonista de tu vida, vive tus fracasos, vive tus éxitos, celebra, ríe, llora, ama; pero nunca olvides agradecer cada día, a Aquel que hace que todo eso sea posible: El mejor director de la historia, Dios.
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Una sombra poderosa



El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91:1)

Cuando uno piensa en una “sombra”, piensa en oscuridad o en algo negativo. Pero, ¿A qué hace referencia Dios, cuando habla de Su sombra?

Uno quizás se imagina en un camino donde el rayo del Sol está tan fuerte, que siente que su piel se derrite, hasta que encuentra una sombra bajo un árbol o un edificio y allí puede descansar. Pero, ¿Sólo habla Dios de ser nuestro “lugar de reposo”?

Hoy entendí a qué hacía referencia Dios con esto, y es por eso que quiero compartírtelo.

Cuando buscamos a Dios sólo por momentos, lo que estamos haciendo es “visitándolo”; en cambio, lo que ordena este salmo es: HABITARLO. Quien habita al abrigo del Altísimo, es decir, quien vive en la presencia de Dios, quien lo busca en todo momento, morará bajo Su sombra.

Y eso no significa que cuando estemos atravesando situaciones calientes, Dios sólo nos dará sombra para que descansemos. Sino que cuando el calor venga, cuando los problemas vengan, cuando tu enemigo venga y quiera quemarte, verá que estás bajo una sombra, y cuando éste busque de dónde proviene tu sombra, mirará hacia arriba, verá la enorme mano de Dios protegiéndote y huirá.

Es tan difícil habitar en Dios, pero son tan bellas las promesas para quienes lo hacen. Y tú dirás “Pero… yo he buscado a Dios y aún tengo problemas, aún me tengo debilidades, aún dudo”, ¡Claro! Pero si estás habitando, y no sólo visitando, la presencia de Dios, en tu vida se cumplirá esta palabra:

Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.” (Salmo 91:2-16)

Entiende que si no te has sentido protegido, si has sentido que Dios te ha abandonado, es porque sólo has visitado unas cuantas veces la presencia de Dios pero no has aprendido a habitar en ella. Ora hoy al Señor y pídele entrar a su presencia. Haz de tu corazón su habitación, y déjalo ser tu sombra.

Verás, que cuando todo enemigo mire Quién te protege, huirá de ti y podrás glorificar el nombre de Dios.

Que Dios te bendiga.
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Mezclada con el mundo


¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! (Romanos 10:14-15)

Yo no sé cómo llegaste a Cristo, no sé si vienes de familia cristiana o si te evangelizaron, pero lo cierto es que “alguien” te habló del amor de Dios y desde ese entonces tu vida cambió.

Hoy día, hay muchas almas sin conocimiento de la Salvación, y no es por falta de misericordia divina, sino por falta de pies bellos que la prediquen. Dios llama a tantos, pero son tan pocos los que se animan a seguirle. Y lo más triste, es que no todos los que lo siguen lo obedecen.

He sido muy criticada por el tema que hoy voy a tocar, y es el de: La ayuda espiritual. En mi corazón Dios puso la necesidad de escribir sobre esto tan mal visto hoy día. ¿Por qué mal visto? Porque mezclarse con los del mundo, se ha tornado “pecado” para muchos, cuando en realidad nuestra misión es “ID por todas las naciones y predicar el evangelio a toda criatura”.

Si nosotros sólo hablamos de Dios con cristianos, ¿Cómo llegaremos a los incrédulos? Si sólo predicamos en las iglesias, ¿Cómo los incrédulos llegarán a saber de nuestro Dios? Esto no es nada nuevo, el mismo versículo de allí arriba lo describe. ¡Qué hermoso es ver llegar a alguien con las buenas noticias!

Llevo casi 2 años de ser cristiana, y en este tiempo de lo que más he aprendido y vivido fue de ayuda espiritual. ¿Por qué? Porque mi familia es incrédula, muchas de mis amistades son incrédulas y me rodeo de gente incrédula. ¿Porque sean incrédulos voy a dejarlos solos? ¿Voy a dejarles de hablar? ¿O mejor doy el ejemplo y predico con mi testimonio?

Sí, es difícil, hay muchas tentaciones y confrontaciones. He tenido discusiones, he sido discriminada, pero así también he visto cambios en mi familia, mis amistades se han acercado a preguntarme sobre Dios y he logrado estar en paz con ellos.

Mezclarse en el mundo no significa comportarse como ellos. La Biblia nos exhorta a no comportarnos como el mundo, ¡Pero no nos dice que no nos mezclemos, al contrario, nos manda a ir al mundo!

Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio.” (2 Timoteo 4:2-5)

Es necesario ayudar espiritualmente a las personas, ya que es Dios quien habla a través nuestro cuando lo hacemos. Ten cuidado, sólo esto es recomendable hacerlo cuando espiritualmente nosotros estamos bien. Si nos acercamos para ayudar a alguien, estemos seguros en nuestra fe que ese es nuestro objetivo y no nos dejemos contaminar por su falta de fe.

Hay que tener cuidado ya que malos espíritus hay en todo momento, y la lucha espiritual a la que te enfrentas al ayudar a alguien es grande. La Palabra misma asegura que el problema de muchos incrédulos, es que les han contado novelas y han creído en ellas, porque no hubieron pies bellos que llegaran a esas personas.

Tantos mitos, leyendas, religiones, creencias existen hoy día, que es necesario que tus dos pies se afirmen y dediquen a predicar la única verdad: Jesús.

Yo he decidido mezclarme con el mundo, he decidido soportar críticas con tal de ganar siquiera un alma para el Señor. He sacrificado mucho en estos 2 años de cristiana, con tal de ayudar espiritualmente a un alma necesitada. ¿Y tú qué decides?

Cuando muchos de los seguidores de Jesús le oyeron enseñar esto, dijeron: -Esto que dices es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede estar de acuerdo contigo?. Pero Jesús les respondió: -¿Esto los ofende?” (Juan 6:60-61)

Por cierto, tu verdad, la verdad que prediques, ofenderá; pero no te preocupes, Jesús mismo menciona que habrían ofendidos. Pero si vemos la vida de nuestro Maestro, Él nunca dejó de recibir el apoyo de Dios.

Si tú no te mezclas con el mundo, el mundo no se mezclará nunca con Dios.


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Sólo nos queda orar



Son tan envidiosos que quisieran tenerlo todo, y cuando no lo pueden conseguir, son capaces hasta de pelear, matar y promover la guerra. ¡Pero ni así pueden conseguir lo que quieren! Ustedes no tienen, porque no se lo piden a Dios. Y cuando piden, lo hacen mal, porque lo único que quieren es satisfacer sus malos deseos. (Santiago 4:2-3 TLA)

Cuántas veces hemos dicho o escuchado decir “Sólo me queda orar”. ¿Tienes idea del significado de lo que dices? Estás afirmando que la oración es tu último recurso, y no el primero.

Claro que como humanos, solemos intentar luchar en nuestras fuerzas, pero cuando éstas se agotan, nos damos cuenta que es imposible seguir solos. Y allí recurrimos a la presencia de Dios, en busca de ayuda, de socorro, con la cabeza baja implorándole. Y no digo que Dios no nos rescate del problema, pero muchas veces tus decisiones llevan a Dios a probar tu fe.

Es decir, si la oración fuese tu primer recurso y no el último, estoy segura que la respuesta de Dios sería inmediata. En cambio, cuando tomamos la actitud de “sólo me queda orar”, Dios comienza a probar tu fe y a retrasar la respuesta.

Creemos que Él se ha alejado o que no nos escucha, y hasta quizás injustamente comenzamos a criticar a nuestro hermano porque a él Dios sí le respondió. ¿Pero qué sabes si tu prójimo ha puesto la oración como primer recurso? ¿Qué sabes si él está siendo fiel en lo poco? Tengamos cuidado con hablar mal de Dios o del prójimo al no recibir lo que queremos, sólo por el hecho de que estamos pidiendo mal.

La Palabra lo dice: pedimos mal. No tenemos siempre en claro el objetivo de nuestras peticiones. Pareciera que la oración es una lista de “ME”, “Señor, bendíceME, cúbreME, prospéraME, daME, consígueME.

No debemos orar a Dios como si hiciésemos una petición a los hombres, diciendo: “¿Me puedes ayudar a obtener esto o aquello?”. A Dios debemos decirle: “Señor, ésta es mi situación, tú sabes qué necesito. Dame lo que es bueno. Somete mi corazón a tu voluntad”. No debemos forzar el brazo de Dios.

Hay algo realmente importante que debes recordar: En la oración primero está la voluntad de Dios, y luego tu petición. Es primordial que entendamos, que en la oración que hacemos a Dios, todo será hecho acorde a Su voluntad y no a la nuestra.

Jesús mismo oraba así “Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” (Marcos 14:36) ¿Lo ves? “No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” Esa es la oración que agrada a Dios. Esa oración es la que más rápido sube a sus oídos, ya que no es una lista de caprichos, sino es decirle “Señor, tú sabes lo mejor para mí.

Ya cambiemos el “Sólo nos queda orar”. Entendamos que debemos recurrir siempre primero a Dios, y con sus fuerzas luchar la batalla. Él sabe lo mejor para tu vida y no se ha alejado de ti, han sido tus malas decisiones y tu no poner la oración como primer recurso lo que nubló tu vista espiritual. Ora hoy, con fe y enfocándote en Su voluntad. Pronto verás los resultados.
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Lo mejor está por venir



Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. (Isaías 43:18-19)

No sé por qué la mayoría de los seres humanos, por un impulso irracional, sea cristiano o incrédulo, cuando llega fin de año examinan su vida y hacen una lista de metas y objetivos para el año siguiente. Todos en nuestro corazón tenemos proyectos y anhelos que deseamos cumplir. ¿Ya has hecho tu lista?

No sé qué tal haya resultado tu 2012. Quizás hayas comenzado la universidad, quizás no pudiste por falta de tiempo o de dinero. Quizás te aumentaron el sueldo tres veces, quizás perdiste tu trabajo. Quizás conseguiste pareja, quizás te rompieron el corazón. Quizás un familiar o amigo tuyo lejano vino a visitarte, o quizás falleció alguien muy cercano a ti. Yo no sé qué tal haya sido el balance de este año para ti, pero sí sé que Dios jamás te ha dejado solo.

A la hora de examinar y anotar cómo nos resultó este año, recordemos que la gracia y la misericordia de Dios estuvieron los 365 días con nosotros, sin importar las dificultades. No importa cuánto nos costó este año, siempre tenemos que mirar hacia delante, pues la cruz de nuestro Cristo está siempre al frente.

Pablo mismo tenía esto en cuenta: “Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante.” (Filipenses 3:13)

Lo mejor está por venir. Guarda en tu corazón estas palabras. No importa si este año quizás fue el mejor de tu vida, el siguiente será mejor. Porque los hijos de Dios vamos de gloria en gloria, de victoria en victoria y nuestro crecimiento espiritual jamás se detiene.

El sabio que escribió el libro de Eclesiastés nos da un gran consejo en cuanto a las preocupaciones que solemos tener al armar nuestra lista. ¿Lograré tal cosa el año siguiente? ¿Tendré el dinero para cumplir con esto? ¿Podré hacerme tiempo de servir al Señor?:

En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo: Hoy nacemos, mañana morimos; hoy plantamos, mañana cosechamos; hoy herimos, mañana curamos; hoy destruimos, mañana edificamos; hoy lloramos, mañana reímos; hoy guardamos luto, mañana bailamos de gusto; hoy esparcimos piedras, mañana las recogemos; hoy nos abrazamos, mañana nos despedimos; hoy todo lo ganamos, mañana todo lo perdemos; hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos; hoy rompemos, mañana cosemos; hoy callamos, mañana hablamos; hoy amamos, mañana odiamos; hoy tenemos guerra, mañana tenemos paz. (Eclesiastés 3:1-8)

Deja esa lista por un momento. No la comiences aún. No te estreses de antemano. Espera, analiza cómo ha sido Dios contigo este año, y luego de descubrir lo maravilloso que ha sido Él contigo, puedes escribir tus objetivos. Hay un tiempo para todo, no un tiempo humano, sino el tiempo de Dios.

Debes recordarte día a día que “El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.” (Salmos 23:6) Todos los días del 2013, serán controlados por la mano poderosa de Dios. Lo mejor está por venir.

Antes de armar tus objetivos humanos, enfócate en lo espiritual: Pide a Dios que te conceda este año ser santo, humilde, celoso y paciente. Que te permita tener una comunión más íntima con Él y que puedas pasar más tiempo en su presencia. Pídele que te haga un ejemplo y una bendición a otros, y que te ayude a vivir más para Su gloria.

¿Ahora sí estás listo para recibir el 2013 junto a Dios? No te rindas, lo mejor está por venir.

Feliz año nuevo y que Dios ilumine tu vida.
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Navidad es Jesús



Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. (Isaías 9:6)

Navidad, Navidad, dulce Navidad. Pero ¿Qué sucede en Navidad?

Teóricamente se celebra el nacimiento de Cristo, pero bíblicamente hablando, no está escrita la fecha exacta en la que nació Jesús. ¿Entonces por qué se celebra? ¿Es correcto celebrarla? ¿Es pecado? ¿Qué pasa con Santa Claus/Papá Noel?

Quiero dejar en claro antes de escribir este devocional, que en mi opinión no hay una “Navidad secular” y una “Navidad cristiana”, sino que hay una “Navidad tradicionalista” y una “Navidad espiritual”.

Hoy recibí un comentario, que me exhortaba a no celebrar la Navidad ya que Jesús dijo en Su palabra que recordemos su muerte y resurrección, mas de su nacimiento no mencionó nada. A lo que me dijeron, que era incorrecto celebrar esta fecha.

Pero en mi mente está la historia de los sabios que fueron a visitar a Jesús el día de su nacimiento con oro, incienso y mirra. Sí, los famosos “reyes magos” recorrieron el desierto, siguiendo una estrella, sólo para llegar a los pies de este niño a ofrecer lo que tenían.

Yo no sé si exactamente Jesús nació un 24 de diciembre, pero sí sé que ciertamente un día nuestro Salvador nació, y si bien lo celebramos todos los días, considero que esta fecha es una llamada de atención espiritual para examinar nuestras vidas.

He aquí que me refiero a la “Navidad Espiritual”. La Navidad es, en mi opinión, una época en la que Jesús nos llama a recordar el propósito por el cual Él vino a esta tierra. Es una profunda reflexión sobre qué estamos haciendo con nuestras vidas, si estamos obedeciendo a su llamado o no, si estamos haciendo valer su sacrificio o no, y por sobre todo, si estamos llevando su mensaje de amor o no.

No creo que sea incorrecto celebrar la Navidad, ya que a un nivel espiritual, es necesario ponerse a examinar el propósito hacia el cual estamos caminando. Si por Jesús cruzaron reyes, sabios, pastores, pueblerinos llevando sus ofrendas el día en que nació, ¡Cuánto más tenemos que ofrecerle nosotros día a día!

¿Es incorrecto dar regalos a nuestros familiares, armar el arbolito de Navidad y llevar la tradición de Papá Noel? Yo en lo personal, tengo una opinión muy formada al respecto desde que me he convertido en cristiana. La “Navidad Tradicionalista” como la suelo llamar, no es incorrecta mientras no se veneren los obsequios o a Santa Claus.

Amo los arbolitos de Navidad, las decoraciones navideñas, las luces, los fuegos artificiales, mas no las venero.

Mi mayor regalo de Navidad fue mi Salvación y es algo muy grande para entrar en la bolsa de regalos de Papá Noel. Mi Salvación fue nacida en un pesebre humilde, fue un niño que padeció la pobreza, se hizo hombre y murió por mis pecados. Él entró en un burro a la ciudad, y no en trineo. Mas quien fue crucificado fue este gentil hombre y no un anciano barbudo que reparte regalos.

Dejemos de ser religiosos. Si predicamos que celebrar la Navidad es incorrecto o es pecado, ¿Cómo sabrán que alguna vez, les fue nacido un Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz? Llevemos un mensaje de amor en esta Navidad.

Entendamos que los regalos, los arbolitos, Papá Noel y los renos, es tan sólo una inocente tradición que trata de reunir a las familias, de compartir un momento junto a los seres queridos y tener una noche de paz. Mientras que no perdamos en nuestro corazón la navidad espiritual, y reconozcamos que el centro de nuestra Navidad es Jesús, nada será tomado como pecado.

Jesús nació un día, quizás la Navidad sea su cumpleaños o no, pero en nuestros corazones no olvidemos recordar que ese niñito que una vez nació en Belén, nos amó hasta la muerte.

Feliz Navidad y que Dios siempre te bendiga.

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12)
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Un encuentro con Jesús


Sábado 8 de Diciembre del 2012, es una fecha que no olvidaré jamás.

Les cuento que Argentina es un país poco evangelizado, si bien hay iglesias cristianas y de otras denominaciones, se predica un evangelio muy diluído en la mayoría de las iglesias. Hace veinte años fue el último avivamiento en mi país, donde grandes hombres fueron levantados para predicar la Palabra de Dios y las iglesias se llenaban de almas necesitadas de Su presencia.

Con el avance de los años, la tecnología y las distracciones influyeron mucho en que las personas se alejaran de las iglesias, se perdieran en el mundo como sucedió en muchos países con la globalización. La iglesia perdió su fortaleza y los cristianos perdieron su luz. Pero ¿Eso significa que Dios se fue? ¿Que nos dejó solos? ¡Claro que no!

Hoy fue una noche maravillosa en mi vida. Una convención cristiana se dio a lugar en mi país, denominada “Cruzada de Milagros y Avivamiento”, organizada por la iglesia Rey de Reyes, a cargo del pastor Claudio Freidzon y su mujer Betty, además de contar con la presencia de Lilly Goodman. Jamás había escuchado a este hombre predicar, pero sí es muy conocido en mi ciudad.

En mi país no es muy común este tipo de eventos cristianos, sólo de esta magnitud he conocido el “Superclásico de la juventud” de Dante Gebel que es realizado cada dos años aquí, pero como yo apenas hace dos años soy cristiana, no pude ir al anterior.

Mis expectativas no eran específicas, quería dejarme sorprender por Dios. Les comento que he venido atravesado duras pruebas. Tuve muchos meses con depresión, llorando cada noche por las dificultades que me tocaban atravesar. Y esto me refiero a una ruptura amorosa, junto con traiciones de amistad.

Yo sólo anhelaba Paz, volver a la Paz que Dios me ofrecía.

Ingresando a este Estadio donde fue realizada la cruzada, me encontré con 30mil personas de diferentes países, ciudades, pueblos, naciones, reunidas a una voz para honrar el nombre de Jesús. Desde ese momento, quedé sin palabras.

Treinta mil personas danzando, alabando, cantándole a nuestro Señor. Lágrimas, gritos, toques del Espíritu Santo, don de lenguas, milagros, presencia de Dios, todo eso fue lo que experimenté en apenas 3 horas.

Jamás clamé por tantas almas como en esta noche, jamás oré a viva voz por gente que quizás jamás conoceré, jamás sentí tantos ángeles cubriendo ese lugar, jamás seré igual después de hoy.

No se trató del evento, no se trató de las 30mil personas allí reunidas, no se trató de la fama del pastor o la cantante, se trató de que la presencia de Dios tocó mi vida y tuve un encuentro con Jesús.

Cuando te encuentras con Jesús, en la intimidad, nunca sales igual. Ve hoy a tu intimidad con Él. Necesitas salir de ese pozo en el que estás, porque la mano de Dios está queriendo asirte. ¿Sabes? Hay una palabra que quedó grabada en mi corazón: Al finalizar cada día, podemos decir “Soy hijo de Dios”. Soy hijo de Quien todo lo puede. Soy hijo de quien no descansa para darme descanso a mí. Entreguemos nuestras cargas a Él. No demos un sólo paso más si Su presencia no va con nosotros.

Que Dios te bendiga y toque tu corazón cada vez que vayas a su trono.





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Tengo un amigo homosexual


Tengo un amigo gay. Se llama Lorenzo y lo amo con todo mi corazón. Hace meses le vengo hablando del amor de Dios. Le he contado que el Señor Jesús vino a la tierra a morir por sus pecados y que El Señor no está de acuerdo con su forma de vida, pero que eso aun así lo ama con y quiere darle una oportunidad de conocer una vida diferente y mucho mejor.

He logrado llevarlo un par de veces a la Iglesia y ha escuchado la palabra y ha entendido cosas y de a poco veo que Dios está haciendo una obra en él. Pero hace unas semanas pasó algo. Vio un anuncio en Facebook de una llamada “MARCHA DE VALORES” donde hablaban de marchar en contra del “matrimonio gay”, “adopción de niños a parejas homosexuales” y “cambio de identidad”.

Entonces me dijo que no iba a volver más a la Iglesia conmigo ya que no se sentía a gusto en un lugar donde había gente que organizaba una marcha en contra de sus derechos. Debo admitir que hirió mi orgullo “evangélico” y comencé a explicarle acerca del pecado, del cielo y el infierno. Luego de varios minutos de defender “mis convicciones” teológicas me miró a los ojos y me dijo:

Amigo, en todas partes nos dicen que está mal lo que hacemos, y la mayoría de nosotros dentro nuestro lo sabemos. Ya no necesito gente que me diga que está mal lo que hago, necesito gente que me muestre y me acompañe en el camino a encontrar una vida mejor.

Debo confesar que me enojé, me despedí y no le di la razón para nada ya que yo soy quien obviamente tiene la Verdad y la “razón”, por supuesto, soy cristiano.

De regreso a casa sentí una voz que me decía: “Misericordia quiero y no sacrificio.” Confieso que comencé a reprender “diablo inmundo, diablo inmundo”, pero esa voz seguía retumbando en mi interior “Misericordia quiero y no sacrificio”.

De repente me vino una imagen: El Señor, sentado en una gran mesa gustando una rica cena, rodeado de gente, prostitutas, publicanos, homosexuales, etc. Él les hablaba todas estas cosas que yo le había hablado a mi amigo que yo sé que son verdad. Pero era diferente, Él antes de hablarles estas cosas los había traído a “sentarse a la mesa junto con Él”. Estas personas lo escuchaban y algunas lloraban sintiendo el amor de Jesús y el deseo de cambiar. De repente se me fue la imagen y sentí un peso en mi mano, me miré y tenía una piedra. La solté en el suelo y seguí mi camino a casa.

Llegado a casa reflexione en todo lo que había vivido esa tarde. Sé que mis hermanos que organizaron la marcha lo han hecho con la mejor intención y seguramente esté allí para apoyarles. Pero me di cuenta que primero debemos empezar por casa, por lo que haré una marcha yo solo en contra de mi falta de misericordia, en contra de mi vanidad, en contra de mis celos, en contra de las palabras que hablo de más y tantas otras cosas que debo cambiar.

Es más, pensándolo bien, haré una marcha todos los días por mi santidad y para que en mi vida se vea la presencia de Jesús; porque sé, que a mí seguramente me rechacen, pero si pueden verlo a Él en mí, ya no tendré que decirles lo que está mal, porque ellos solos vendrán a buscarlo a Él y Él se los dirá.

ANÓNIMO.


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¡Llama al 91:1!

Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación. (Salmos 91:14-16)

Todos hemos visto en películas o en programas de televisión que el número de emergencias en los Estados Unidos y en otros países es el “911”. Es simple, frente a un robo o algún accidente, cualquier persona que tome un teléfono está a sólo 3 números de tener la solución a su problema. Desde un niño a un adulto, un joven o un anciano, pueden llamar y ser atendidos al llamar a aquel número.

Pero ¿Qué pasa cuando el problema es interior? ¿Cuando el problema no es un robo o un accidente, sino debilidad espiritual? ¿Cuándo quieres emprender un nuevo proyecto y no sabes si es la Voluntad de Dios? Déjame decirte algo, también estamos a 3 números de la solución, no es el “911”, sino el “91:1”, estoy hablando delSalmos 91:1.

Nosotros vivimos bajo la protección de Dios, estamos bajo Su cuidado, pero hoy no vengo a hablarte sólo de llamar a Dios cuando estés afligido, sino cuando estés contento. A veces pareciera que las “llamadas de emergencia” son sólo cuando estamos en medio de un problema. Las llamadas de emergencia deberían de ser en todo momento y en toda situación.

Dios mismo les dirá a sus ángeles que nos cuiden por todas partes. Los ángeles nos llevarán en brazos para que no tropecemos con nada; andaremos entre leones y serpientes, ¡y los aplastaremos!” (Salmos 91:11-13).

En otras palabras esto sería “Andarás en cualquier tipo de terreno y triunfarás”. ¡En ese sentido, tu “llamada de emergencia” no debería de ser para pedir, sino para agradecer!

Creo que muchas veces Dios espera que agradezcamos más, pidamos menos, para Él bendecirnos aún más. Ya sabemos que estamos bajo Sus alas, que estamos cuidados, que somos Sus hijos, que Él nos ama, que no debemos de preocuparnos, ¡Agradécelo!

Haz una llamada de emergencia hoy al 91:1, lee aquel Salmo y fíjate CUÁNTO tienes por agradecer. Te aseguro más de lo que lo haces. “Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.” (Salmos 91:7). Agradécele hoy a tu Señor, todo lo que debieras agradecerle día a día.

Tienes un teléfono: Biblia; tienes un número: 91:1; tienes quien te atienda: Dios. ¿Qué esperas para llamarlo?