Lo mejor está por venir
Olviden
las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está
sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos
en lugares desolados. (Isaías 43:18-19)
No sé por
qué la mayoría de los seres humanos, por un impulso irracional, sea cristiano o
incrédulo, cuando llega fin de año examinan su vida y hacen una lista de metas
y objetivos para el año siguiente. Todos en nuestro corazón tenemos proyectos y
anhelos que deseamos cumplir. ¿Ya has hecho tu lista?
No sé qué
tal haya resultado tu 2012. Quizás hayas comenzado la universidad, quizás no
pudiste por falta de tiempo o de dinero. Quizás te aumentaron el sueldo tres
veces, quizás perdiste tu trabajo. Quizás conseguiste pareja, quizás te
rompieron el corazón. Quizás un familiar o amigo tuyo lejano vino a visitarte,
o quizás falleció alguien muy cercano a ti. Yo no sé qué tal haya sido el
balance de este año para ti, pero sí sé que Dios jamás te ha dejado solo.
A la hora
de examinar y anotar cómo nos resultó este año, recordemos que la gracia y la
misericordia de Dios estuvieron los 365 días con nosotros, sin importar las
dificultades. No importa cuánto nos costó este año, siempre tenemos que mirar
hacia delante, pues la cruz de nuestro Cristo está siempre al frente.
Pablo mismo
tenía esto en cuenta: “Hermanos, no
pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo
que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante.”
(Filipenses 3:13)
Lo mejor
está por venir. Guarda en tu corazón estas palabras. No importa si este año
quizás fue el mejor de tu vida, el siguiente será mejor. Porque los hijos de
Dios vamos de gloria en gloria, de victoria en victoria y nuestro crecimiento
espiritual jamás se detiene.
El sabio
que escribió el libro de Eclesiastés nos da un gran consejo en cuanto a las
preocupaciones que solemos tener al armar nuestra lista. ¿Lograré tal cosa el
año siguiente? ¿Tendré el dinero para cumplir con esto? ¿Podré hacerme tiempo
de servir al Señor?:
En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para
todo: Hoy nacemos, mañana morimos; hoy plantamos, mañana cosechamos; hoy
herimos, mañana curamos; hoy destruimos, mañana edificamos; hoy lloramos, mañana
reímos; hoy guardamos luto, mañana bailamos de gusto; hoy esparcimos piedras, mañana
las recogemos; hoy nos abrazamos, mañana nos despedimos; hoy todo lo ganamos, mañana
todo lo perdemos; hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos; hoy rompemos, mañana
cosemos; hoy callamos, mañana hablamos; hoy amamos, mañana odiamos; hoy tenemos
guerra, mañana tenemos paz. (Eclesiastés 3:1-8)
Deja esa
lista por un momento. No la comiences aún. No te estreses de antemano. Espera,
analiza cómo ha sido Dios contigo este año, y luego de descubrir lo maravilloso
que ha sido Él contigo, puedes escribir tus objetivos. Hay un tiempo para todo,
no un tiempo humano, sino el tiempo de Dios.
Debes
recordarte día a día que “El bien y la
misericordia me seguirán todos los días de mi vida.” (Salmos 23:6) Todos
los días del 2013, serán controlados por la mano poderosa de Dios. Lo mejor
está por venir.
Antes de
armar tus objetivos humanos, enfócate en lo espiritual: Pide a Dios que te
conceda este año ser santo, humilde, celoso y paciente. Que te permita tener
una comunión más íntima con Él y que puedas pasar más tiempo en su presencia.
Pídele que te haga un ejemplo y una bendición a otros, y que te ayude a vivir más
para Su gloria.
¿Ahora sí
estás listo para recibir el 2013 junto a Dios? No te rindas, lo mejor está por venir.
Feliz año
nuevo y que Dios ilumine tu vida.
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