Acostumbrados a malas noticias


No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová. (Salmos 112:7)

Hace poco me preguntaron, “¿Qué pensarías si alguien entra de repente cuando estás dando un examen o en medio de una reunión importante, y te dice que tienes una llamada esperando urgente? ¿Creerías que son malas o buenas noticias?”. Y científicamente comprobado hay un estudio, que a la mayoría de las personas que se les ha hecho esta pregunta, han respondido: MALAS NOTICIAS.

Estamos tan acostumbrados al vaivén de este mundo. Un día puede ser bueno y al otro las cosas pueden cambiar. Tenemos temor al mañana, que si la economía del país se cae, que si nos roban, que si nos secuestran y demás.

Enciendes el televisor para ver las noticias o lees el periódico, y el 75 por ciento al menos, son malas noticias. Sales a la calle, y escuchas cómo a tu vecina le han robado, o que fue a cobrar algo a su trabajo y la estafaron. Viendo todo así, ¿Habría alguna razón por la cual esperar buenas noticias? Por lógica diríamos que NO; pero por FE debemos aprender a decir SÍ.

Sí es posible vivir esperanzados en este mundo tan oscuro. Sí es posible cambiar las almas y traer la paz del Dios que viene desde los cielos. ¡Sí es posible! Dejemos de estar acostumbrados a las malas noticias, cuando toda la Biblia es una promesa de buenas noticias para tu vida.

Cuando Jesús llegó al mundo, y se anunciaba su nacimiento, la gente clamaba “Anuncien las BUENAS NUEVAS, ha nacido nuestro SALVADOR”. El significado de la palabra “evangelio” se traduce a “buenas nuevas”. ¿Puedes entenderlo? ¡No debiera haber mala noticia que te asuste!

Estamos llamados a confiar en Dios y no tener temor. La Palabra dice que el amor echa fuera todo temor. Cuando entendemos el Amor inmenso de nuestro Padre hacia nosotros, no habría nada en este mundo que pudiera asustarnos.

Isaías mismo dijo: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel.” (Isaías 61:1)

No digo que cambiemos el mundo, pero sí que traigamos esperanza. Comencemos por no temer nosotros, y esa confianza se expandirá en la gente que nos rodea. No hay malas noticias que puedan apagar el amor de Dios.

Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.” (Salmos 27:3) David lo sabía, y en cada clamor que él hacía a Dios, por más que se encontrara dolorido y sufriendo, lo alababa, lo glorificaba, confiaba en el propósito que el Señor tenía para su vida.

Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca.” (Salmos 27:4-5)

Es tan clara la Biblia. Cuando buscamos habitar en la casa del Señor, y vemos lo hermoso que Él es, nuestro Espíritu se recrea, renace y fortalecido ya no tendrá temor a malas noticias. El corazón de David, constantemente le decía “¡Busca su rostro! Y yo, Señor, tu rostro busco.” (Salmos 27:8) Y eso es lo que le permitía no tener temor a los males de este mundo.

Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.” (Salmos 27:13-14) No hay más que un gran “AMÉN” a estas palabras del salmista.

Todos hemos desmayado, todos hemos dudado del poder de Dios, todos hemos recibido malas noticias. Pero hoy, luego de leer este devocional, espero Dios te haya hablado a tu corazón y te haya dado una esperanza. Veremos la bondad del Señor si esperamos en Él. Aguardemos, esperemos, esforcémonos, alentémonos, y eso traerá buenas noticias del cielo. Dios te bendiga.


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