No dejes que tu fuego se apague


“El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido.” (Levítico 6:13)

La antorcha olímpica es uno de los símbolos más importantes de los juegos olímpicos. Su origen es mitológico y es tradición, pero lo que me llama la atención es cómo cuidan, los encargados de llevarla, que su fuego no se apague nunca.

Pensando en eso, me vino aquel versículo a la mente. Es del antiguo testamento, en donde estaba aquel gran altar que Dios mandó a construir y donde había muchos holocaustos (ofrendas de animales) y otro tipo de ofrendas al Señor. Pero no importaba qué era lo que se ofrecía, el fuego que ardía debía ser siempre el mismo. Dios dio una orden directa de cuidar el fuego del altar.

A medida que avanza la Biblia, vemos cómo con la llegada de Jesús, hubo un nuevo pacto de Dios con su pueblo.

Pero vayan y aprendan lo que significa: "Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios." Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.” (Mateo 9:13)

Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos.” (Oseas 6:6)

No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios.” (Hebreos 13:16)

Creo que nos hemos quedado en la religiosidad del antiguo testamento, de creer que “sacrificarnos” por Dios ya no tiene sentido, ya que Dios no nos pide animales o trigo. Pero hemos perdido de vista, que Dios en realidad sí quiere sacrificios de nuestra parte. ¿Cuáles? Que seamos misericordiosos, que amemos a los demás, que busquemos conocimiento de Dios, que hagamos el bien, que compartamos. Es tan triste que a todo eso Dios lo llame “sacrificio”, porque no debería ni costarnos, pero la verdad es que sí nos cuesta.

Nos cuesta serle fiel a Dios. Nos cuesta ayudar o amar al que nos hirió. Nos cuesta perdonar la ofensa. Pero si queremos agradar a Dios con todo nuestro corazón, debemos entender que hay sacrificios que debemos hacer desde hoy y para siempre.

Y ahora quiero que entiendas qué tiene que ver la antorcha olímpica con todo lo que te he hablado. Nuestra antorcha de la vida debe arder con el fuego de Dios. Jamás, pero jamás debemos dejar que ese fuego se apague. Sé que has tenido ganas de bajar los brazos, sé que has intentado rendirte y has creído que los caminos de Dios no son para ti; pero hoy Dios te dice: “Tu fuego no debe apagarse, siempre debe estar encendido”.

La vida cristiana es y será sacrificada siempre. Debemos esforzarnos para llegar a la meta que es Jesucristo, todo lo demás viene por Gracia de Dios es cierto, pero debes de hacer tu esfuerzo. Debes mantener ese fuego de fe encendido.

Vemos tanta maldad en el mundo, y no sólo en el mundo, sino entre cristianos. Celos, envidias, chismes, egoísmo, orgullo, traición, decepción. Jesús ya lo anunciaba “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mateo 24:12) ¿Lees bien? Hay tantos corazones que han conocido a Cristo y se han enfriado, sé que tú conoces al menos uno. Hoy te invito a que con tu antorcha, vayas a darle calor a esa persona. Recuérdale el amor de Dios.

Pablo le decía a Timoteo “Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.” (2 Timoteo 1:7) Sé que no eres un cobarde, así que hoy te digo a ti lo mismo: Anímate a hablar de Cristo. Hablar de Él hará que tú puedas mantener encendido el fuego de alguien más.

Si has querido rendirte, alimenta tu fuego con Palabra de Dios. Lee más la Biblia, ora más, pero jamás dejes que la llama viva de Dios se apague en ti. Porque ¿Sabes qué? Eso es lo que te hace especial, brillar con la luz de Cristo.


1 comment

Unknown | 12 de septiembre de 2017, 15:41

Preciosa reflexion, muy edificante...............bendiciones abundantes para ti y tu hogar Maria Sol.

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