¡Somos unos huesos secos!



¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?
(Ezequiel 37:3)

Hoy desperté temprano, lo cual es extraño en mí un día domingo. Sentía la necesidad de escuchar prédica y leer la Palabra, y eso hice. Por lo general sigo un orden en la lectura para mejor comprensión, y una vez leído lo que hoy me correspondía, algo extraño sucedió: Comencé a hacer “zapping bíblico” y mi Biblia se detuvo en Ezequiel 37.

Dios me hizo entender que hay tantos cristianos muertos espiritualmente, tanta necesidad de Él, que es necesaria esta Palabra.

¿No te ha pasado, de sentirte completamente vacío, seco, interiormente?

Dios le dio esta visión a Ezequiel: Lo llevó a un valle, que estaba lleno de huesos. Esos huesos estaban sin vida, estaban secos. Eran miles y miles. Imagino lo desgarrador que debe haber sido para Ezequiel, ver algo tan triste como eso.

Y el Señor, le hizo la pregunta que está al comienzo del devocional “Ezequiel, hombre mortal, ¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?”. Y aquí me voy a detener por un momento.

¿Cuántas veces nos sentimos tan dolidos, tan solos, que creemos que ya nada nos puede levantar? ¿Cuántas veces estamos a un paso de darnos por vencido, y no vemos ninguna esperanza en nuestros momentos difíciles?

La respuesta de Ezequiel es la que muchos de nosotros diríamos “Dios mío, sólo tú lo sabes.” Claro, sólo Dios lo sabe. Pero entonces, ¿por qué no los revive? ¿Por qué Dios no está sanándome? Le decimos a Dios “Tú tienes el control” y al mismo tiempo le hacemos cientos de preguntas.

Hasta aquí, pareciera que no hay solución. Pero la visión no termina allí. Dios le ordenó a Ezequiel que le hable a los huesos de Su parte.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.” (Ezequiel 37:4-5 RV1960) O en la versión de lenguaje actual: “Diles de mi parte a estos huesos, que presten atención a este mensaje: ¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan!”

Y Ezequiel cuenta en los siguientes versículos, que los huesos se juntaron unos con otros, les salían tendones, les crecía carne y se recubrían de piel. Pero, sin embargo, seguían sin vida. Nuevamente, Dios ordenó:

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” (Ezequiel 37:9-10 RV1960)

Y aquí está el problema de por qué nuestros huesos están secos, por qué aunque oremos y clamemos a Dios, las cosas no están mejorando. Decimos “¡¿Señor, dónde estás?!” Y nunca recibimos respuesta. Y he aquí: Tú estás clamando, le estás orando al Dios de la vida pero no estás profetizándole a tus problemas con el Poder que Dios ya te ha dado.

“Dios me dijo entonces: Ezequiel, estos huesos representan a los israelitas. Ellos se andan quejando, y dicen: “No hay remedio; estamos perdidos. ¡Somos unos huesos secos!” Pero tú vas a hablar con ellos, y vas a darles de mi parte este mensaje: “Israelitas, ustedes creen que están muertos, pero yo soy su Dios. Yo abriré las tumbas donde creen estar enterrados, y los sacaré de allí. Soplaré sobre ustedes para darles mi aliento de vida, y los haré volver a la tierra de Israel. Cuando yo haga esto, ustedes volverán a vivir y reconocerán que yo soy su Dios. Yo, el Dios de Israel, lo he dicho y lo cumpliré”.” (Ezequiel 37:12-14)

¡Entiende de una vez! Dios tiene su aliento de vida preparado para ti, pero no estás profetizándole a tu problema, sino que te quejas y haces preguntas y más preguntas. Tienes que salir de ese valle de huesos secos, tienes que recibir el Espíritu de vida que Dios guarda para ti. Ya basta de dolor, basta de creernos muertos: ¡Eres un hijo de Dios, revive tus huesos!

1 comment

Unknown | 28 de octubre de 2013, 15:50

Una vida sin esperanza, no tiene sentido vivirla. ¿Qué esperanza tendríamos si Jesús no hubiera venido? ¿Quien podría curarnos nuestras heridas emocionales? Sin Cristo, seriamos: "Como huesos secos". Pero bendito sea Dios, que mando nuestras esperanzas en su Hijo Jesucristo. Jesucristo es nuestra esperanza de tener una vida eterna (Juan 5:24). Y llegara el gran día, cuando la esperanza, tome cuerpo en Cristo Jesús. Su venida será gloriosa, para todos los que no han perdido la esperanza. Bendiciones.

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