Sólo nos queda orar



Son tan envidiosos que quisieran tenerlo todo, y cuando no lo pueden conseguir, son capaces hasta de pelear, matar y promover la guerra. ¡Pero ni así pueden conseguir lo que quieren! Ustedes no tienen, porque no se lo piden a Dios. Y cuando piden, lo hacen mal, porque lo único que quieren es satisfacer sus malos deseos. (Santiago 4:2-3 TLA)

Cuántas veces hemos dicho o escuchado decir “Sólo me queda orar”. ¿Tienes idea del significado de lo que dices? Estás afirmando que la oración es tu último recurso, y no el primero.

Claro que como humanos, solemos intentar luchar en nuestras fuerzas, pero cuando éstas se agotan, nos damos cuenta que es imposible seguir solos. Y allí recurrimos a la presencia de Dios, en busca de ayuda, de socorro, con la cabeza baja implorándole. Y no digo que Dios no nos rescate del problema, pero muchas veces tus decisiones llevan a Dios a probar tu fe.

Es decir, si la oración fuese tu primer recurso y no el último, estoy segura que la respuesta de Dios sería inmediata. En cambio, cuando tomamos la actitud de “sólo me queda orar”, Dios comienza a probar tu fe y a retrasar la respuesta.

Creemos que Él se ha alejado o que no nos escucha, y hasta quizás injustamente comenzamos a criticar a nuestro hermano porque a él Dios sí le respondió. ¿Pero qué sabes si tu prójimo ha puesto la oración como primer recurso? ¿Qué sabes si él está siendo fiel en lo poco? Tengamos cuidado con hablar mal de Dios o del prójimo al no recibir lo que queremos, sólo por el hecho de que estamos pidiendo mal.

La Palabra lo dice: pedimos mal. No tenemos siempre en claro el objetivo de nuestras peticiones. Pareciera que la oración es una lista de “ME”, “Señor, bendíceME, cúbreME, prospéraME, daME, consígueME.

No debemos orar a Dios como si hiciésemos una petición a los hombres, diciendo: “¿Me puedes ayudar a obtener esto o aquello?”. A Dios debemos decirle: “Señor, ésta es mi situación, tú sabes qué necesito. Dame lo que es bueno. Somete mi corazón a tu voluntad”. No debemos forzar el brazo de Dios.

Hay algo realmente importante que debes recordar: En la oración primero está la voluntad de Dios, y luego tu petición. Es primordial que entendamos, que en la oración que hacemos a Dios, todo será hecho acorde a Su voluntad y no a la nuestra.

Jesús mismo oraba así “Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” (Marcos 14:36) ¿Lo ves? “No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” Esa es la oración que agrada a Dios. Esa oración es la que más rápido sube a sus oídos, ya que no es una lista de caprichos, sino es decirle “Señor, tú sabes lo mejor para mí.

Ya cambiemos el “Sólo nos queda orar”. Entendamos que debemos recurrir siempre primero a Dios, y con sus fuerzas luchar la batalla. Él sabe lo mejor para tu vida y no se ha alejado de ti, han sido tus malas decisiones y tu no poner la oración como primer recurso lo que nubló tu vista espiritual. Ora hoy, con fe y enfocándote en Su voluntad. Pronto verás los resultados.

3 comments

Unknown | 9 de enero de 2013, 13:20

muy lindo devocional,aunque no lo creas, esta clases de textos significan mucho para mi ya que hace poco que voy a la igle y me ayudan aprender cada dia mas Acerca de dios ,segui asi , saludos

Eduardo | 18 de enero de 2013, 14:05

Dios te bendiga; es una verdad lo que escribes acá y cuán frecuentemente olvidamos estos principios. saludos!! y que Dios nos dé sabiduría.

María Sol Marasco | 18 de febrero de 2013, 15:58

Muchas gracias a ambos, que Dios los bendiga y les revele la respuesta que buscan en cada pequeño texto que puedo compartirles.

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