No apto para cardíacos



Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? (Juan 6:60-61)

Hoy día es muy fácil conformarse. Parece que vivimos en una era de conformidad donde lo que una “congregación” nos ofrece lo tomamos como lo que Dios nos ofrece cuando no siempre es así. Tomamos la palabra de un pastor como si fuese palabra santa sin siquiera escrudiñarla conforme a las escrituras.

No digo que todas las iglesias sean iguales ni que todos los pastores sean herejes, no me malinterpretes. Pero la Palabra de Dios no vino a CONFORMARNOS, vino a CONFRONTARNOS. Vino a transformar nuestra mente y con eso nuestras vidas.

¡El evangelio no es para cualquiera! “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.” (Juan 6:66)

Si desde que comenzaste a leer la Biblia o a congregarte en una iglesia no has sido confrontado, no te has sentido ofendido, herido, lastimado, culpable e incluso confundido, déjame decirte que no has pasado por la presencia de Dios.

Yo sé que, como humanos, nos cuesta entender muchas cosas: Un Jonás tragado por un pez, un mar abierto en dos, dar para recibir, poner la otra mejilla, amar a nuestros enemigos, orar por aquel que nos hirió, perdonar sin medida, callar ante aquel que nos maltrata, respetar y honrar a nuestros padres aunque ellos nos hayan abandonado o nos agredan a diario. Es una locura, nadie aceptaría ese evangelio si le presenta así.

Pero dentro de cada situación que te mencioné, hubo un propósito de Dios. Siempre hubo una justificación para cada hecho bíblico. Jonás había desobedecido, el mar permitió que el pueblo de Israel fuese liberado, respetar y amar a nuestro prójimo siempre trae paz, ya que recibimos lo que damos.

Entonces, ¿Es tan ofensivo el evangelio? A simple vista sí. Pero ponte a pensar. Si no fueses confrontado, nunca avanzarías a un nuevo nivel de fe. Dios quiere mover todo tu interior, todo lo que pensabas quiere alinearlo de acuerdo a Su propósito.

¡Alégrate si te han ofendido! ¡Alégrate si te ha tocado el corazón una prédica o lectura bíblica! ¡Alégrate si te tratan de loco por seguir a Cristo! Nada debe de interrumpir tu camino a Dios. No te conformes con lo que te dijeron, estudia, escrudiña, háblale a Dios.

Hay iglesias que sólo hablan de prosperidad, éxito y bendición. Pero la Palabra verdadera te confronta. Dios te va a hablar de pecado, perdición y de los errores que cometiste, pero no lo hará para culparte, sino para perdonarte, amarte y darte un nuevo comienzo.

Acepta ser confrontado más que conformado, y Dios te llevará a un nuevo nivel de fe.


“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Juan 6:68)

Los tres cerditos



Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa. (1 Pedro 2:4)

Recordando un poco los cuentos infantiles, surgió en mi mente la historia de los tres cerditos. Como todos saben, estos tres animalitos sufrían la persecución de un devorador: el lobo. Para evitar ser atrapados, tuvieron la idea de hacerse casas con diferentes materiales. Uno la hizo de paja, otro de madera y otro de ladrillos. Creo que todos saben cómo terminó la historia.

Ahora bien, en el mundo espiritual, todos somos cerditos. (Tranquilo, no estoy diciendo que comas mucho o que eres sucio jajaja) Sino más bien, que todos somos TEMPLOS del Espíritu Santo. (1 Corintios 3:16) Ese templo “no físico”, debe estar construido con algún material. ¿O no?

Y la construcción de un templo, lleva su tiempo. ¿Verdad?

Entonces vamos a analizar 3 puntos importantes sobre esto de ser cerditos, qué digo…Templos del Espíritu Santo:

1) Asentar la base y escoger el fundamento

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:11)

Muchos pierden de vista este punto importante, y terminan poniendo su fundamento en cosas materiales, por lo tanto sus éxitos duran poco y sus bendiciones nunca llegan. Nuestra base de vivir, debe ser Jesús. Todo lo que hagamos, tiene que estar fundamentado en Él.

2) Cuidar el material de construcción

Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” (1 Corintios 3:12-14)

El material que elijas a la hora de construir, será el que determine cuánto aguantará tu templo cuando venga el lobo a destruirlo. Si sólo tu mente consume cosas seculares, música, televisión, películas, mal vocabulario; ese templo no servirá. (No digo que esté mal consumirlas, porque vivimos en este mundo; lo que sí está mal, es vivir como alguien del mundo)

En cambio, si construyes con sabiduría, humildad, amor, fe, y te edificas con alabanzas, lectura bíblica, y oración; tu templo estará cubierto por Dios, y a la hora de la prueba será Él quien lo proteja.

3) No olvidar que el principal arquitecto es Dios

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:9)

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:17)

Muchas veces tratamos una y otra vez de hacer las cosas a nuestra manera, queremos vivir a nuestro antojo; y, casi siempre, “nuestro antojo” no es la Voluntad de Dios. Lo que hacemos al vivir así, es destruir el templo de Dios e interponernos en sus planes.

La Biblia nos dice que debemos dejar a Dios actuar. En el cuento de los tres cerditos, aquel que construyó en ladrillo, advirtió a los otros dos que sus casas no resistirían, pero ellos no escucharon y el lobo arrasó con sus hogares.

Pedro nos advierte del “león rugiente que busca a quién devorar” (1 Pedro 5:8) ¿Entiendes la importancia de que tu templo esté bien construido?

Hay cristianos que son como el cerdito que construyó con paja: No van a la iglesia nunca, a la Biblia sólo le sacan el polvo en Navidad y viven como el mundo.

Otros, son como el cerdito que edificó con madera: Se preocupan por no faltar un domingo al servicio de la iglesia, pero el resto de los días no oran, no hablan con sus hermanos, y tienen malos modales en su casa.

Pero aquellos que fundamentan su vida en Cristo, serán como el cerdito más sabio, aquel que construyó con un material firme. Aquel que todos los días busca agradar a Dios, aunque se equivoque. Aquel que separa un pequeño tiempo de su día para adorar y hablar con Su Papá. Aquel que no come cuento, come Biblia. ESE sobrevivirá el día de la prueba, el día que el enemigo lo ataque.

¿Qué templo estás construyendo? ¿Qué clase de cristiano eres? ¿Cómo puedes comenzar a fortalecer tu construcción? Anímate, porque aquel que pase el día de la prueba, recibirá su recompensa.

“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.”
(1 Corintios 3:14)

¡Somos unos huesos secos!



¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?
(Ezequiel 37:3)

Hoy desperté temprano, lo cual es extraño en mí un día domingo. Sentía la necesidad de escuchar prédica y leer la Palabra, y eso hice. Por lo general sigo un orden en la lectura para mejor comprensión, y una vez leído lo que hoy me correspondía, algo extraño sucedió: Comencé a hacer “zapping bíblico” y mi Biblia se detuvo en Ezequiel 37.

Dios me hizo entender que hay tantos cristianos muertos espiritualmente, tanta necesidad de Él, que es necesaria esta Palabra.

¿No te ha pasado, de sentirte completamente vacío, seco, interiormente?

Dios le dio esta visión a Ezequiel: Lo llevó a un valle, que estaba lleno de huesos. Esos huesos estaban sin vida, estaban secos. Eran miles y miles. Imagino lo desgarrador que debe haber sido para Ezequiel, ver algo tan triste como eso.

Y el Señor, le hizo la pregunta que está al comienzo del devocional “Ezequiel, hombre mortal, ¿Crees que estos huesos puedan volver a la vida?”. Y aquí me voy a detener por un momento.

¿Cuántas veces nos sentimos tan dolidos, tan solos, que creemos que ya nada nos puede levantar? ¿Cuántas veces estamos a un paso de darnos por vencido, y no vemos ninguna esperanza en nuestros momentos difíciles?

La respuesta de Ezequiel es la que muchos de nosotros diríamos “Dios mío, sólo tú lo sabes.” Claro, sólo Dios lo sabe. Pero entonces, ¿por qué no los revive? ¿Por qué Dios no está sanándome? Le decimos a Dios “Tú tienes el control” y al mismo tiempo le hacemos cientos de preguntas.

Hasta aquí, pareciera que no hay solución. Pero la visión no termina allí. Dios le ordenó a Ezequiel que le hable a los huesos de Su parte.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.” (Ezequiel 37:4-5 RV1960) O en la versión de lenguaje actual: “Diles de mi parte a estos huesos, que presten atención a este mensaje: ¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan!”

Y Ezequiel cuenta en los siguientes versículos, que los huesos se juntaron unos con otros, les salían tendones, les crecía carne y se recubrían de piel. Pero, sin embargo, seguían sin vida. Nuevamente, Dios ordenó:

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” (Ezequiel 37:9-10 RV1960)

Y aquí está el problema de por qué nuestros huesos están secos, por qué aunque oremos y clamemos a Dios, las cosas no están mejorando. Decimos “¡¿Señor, dónde estás?!” Y nunca recibimos respuesta. Y he aquí: Tú estás clamando, le estás orando al Dios de la vida pero no estás profetizándole a tus problemas con el Poder que Dios ya te ha dado.

“Dios me dijo entonces: Ezequiel, estos huesos representan a los israelitas. Ellos se andan quejando, y dicen: “No hay remedio; estamos perdidos. ¡Somos unos huesos secos!” Pero tú vas a hablar con ellos, y vas a darles de mi parte este mensaje: “Israelitas, ustedes creen que están muertos, pero yo soy su Dios. Yo abriré las tumbas donde creen estar enterrados, y los sacaré de allí. Soplaré sobre ustedes para darles mi aliento de vida, y los haré volver a la tierra de Israel. Cuando yo haga esto, ustedes volverán a vivir y reconocerán que yo soy su Dios. Yo, el Dios de Israel, lo he dicho y lo cumpliré”.” (Ezequiel 37:12-14)

¡Entiende de una vez! Dios tiene su aliento de vida preparado para ti, pero no estás profetizándole a tu problema, sino que te quejas y haces preguntas y más preguntas. Tienes que salir de ese valle de huesos secos, tienes que recibir el Espíritu de vida que Dios guarda para ti. Ya basta de dolor, basta de creernos muertos: ¡Eres un hijo de Dios, revive tus huesos!

Clamor equivocado



¿Qué otra nación hay tan grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? (Deuteronomio 4:7)

Aún no me explico el amor de Dios hacia nosotros. ¿Por qué alguien tan grande, se fijaría en algo tan frágil como los humanos? Es su inmensa gracia la que hace que día a día Él tenga cuidado de nosotros.

Cuando leía ese versículo del comienzo, en mi mente resonaban las palabras “nación” y “dioses”, y les he dado un significado para poder entender mejor lo que Dios nos ha querido decir con esto.

Nación” puede tratarse como un grupo de personas que tienen intereses en común, no necesariamente en un mismo país. Los hijos de Dios formamos parte de Su nación, pero así mismo también hay otras naciones y otros dioses.

¿Dioses? Dinero, alcohol, fama, pornografía, adicción, y podría seguir enumerando. Todo lo que te ata se convierte en tu “dios”. Y hay naciones más grandes de lo que imaginas siguiendo estos dioses vanos. Y ten cuidado, no sólo eso, sino que muchos hacen de su pastor su dios, cuando el único merecedor de ser DIOS es DIOS.

Pero lo que estoy tratando de decirte, es que tienes que definir a qué nación perteneces y a qué “dios” clamas. ¿Por qué? Puedes amar el dinero, puedes estar perdido en las adicciones, pero te aseguro que si le invocas al dinero o a la droga, nadie escuchará ese clamor.

En cambio si decides pertenecer a la nación de Dios, tienes un ejército de ángeles dispuestos a obedecer la orden de Dios de bendecirte cuando clames a Él.

Sus oídos están dispuestos siempre para ti, pero has estado clamando en el lugar equivocado.

La Palabra misma dice: “Dios siempre está cerca para salvar a los que no tienen ni ánimo ni esperanza. Los que son de Dios podrán tener muchos problemas, pero él los ayuda a vencerlos.” (Salmo 34:18-19)

Es natural clamar, pedir ayuda, pero ¿Lo estás haciendo del modo correcto? ¿Estás clamándole a Dios con fe? ¿Entiendes la cercanía que tienes con tu Papá y la estás aprovechando? NADIE, ninguna otra cosa, podrá estar más cerca de ti que Dios. Clama hoy a Él y espera con fe.

Backstage



A veces pongo a imaginar mi vida como si fuese una película. Me veo a mí, a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, mis victorias, mis fracasos, mis tropiezos, mis éxitos…pero a veces siento que algo me falta. Y es que yo sé que Dios está conmigo, pero simplemente a veces, no lo siento junto a mí.

Entonces, al sentir ese vacío de su presencia, acudí a los pies del Señor y le pregunté:

- “¿Señor, por qué no estás en los momentos más felices de mi vida? ¿Por qué no te veo cuando todo parece derrumbarse? ¿Dónde estabas cuando falleció aquel amigo o familiar que tanto amaba? ¿Qué tan ocupado estás que no atiendes mis ruegos?

Y allí, con una voz de paz, mi Dios ha respondido:

- “Hija, si tu vida es una película, alguien tiene que dirigirla. Si no me ocupo de los detalles tras el backstage de tu vida, ¿Quién lo haría? Si no me preocupo porque todo esté bajo control, ¿Quién lo haría? Si no ordenara cada guión y cada situación de tu diario vivir, ¿Quién lo haría? Yo siempre estoy contigo, es sólo que a veces, permanezco en el backstage.

Y es que no nos damos cuenta de la inmensidad de Dios, y en vez de alabarlo, nos quejamos o dudamos. Y esto es bíblico, en el libro de Job esta situación cotidiana, está descrita: “He aquí, en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. ¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende.” (Job 33:12-14)

En la versión de Lenguaje Actual, lo dice más claro aún: ¿Por qué te quejas de que Dios no te responde? Estás muy equivocado; Dios es más grande que nosotros. Tal vez no nos damos cuenta, pero Dios no deja de hablarnos.

Debemos entender que Dios es un Dios justo y omnipotente. Sé que has escuchado mil veces decir que “Dios está siempre contigo”, que “Dios nunca te deja solo” y todas esas cosas que un amigo o pastor te dice cuando necesitas aliento.

Pero yo hoy no quiero darte aliento con esto, sino traerte paz para el resto de tu vida. El backstage de tu vida es gigante, y el único tan Grande que puede controlarlo, es el mismísimo Dios. Dedícate a ser protagonista de tu vida, vive tus fracasos, vive tus éxitos, celebra, ríe, llora, ama; pero nunca olvides agradecer cada día, a Aquel que hace que todo eso sea posible: El mejor director de la historia, Dios.

Una sombra poderosa



El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91:1)

Cuando uno piensa en una “sombra”, piensa en oscuridad o en algo negativo. Pero, ¿A qué hace referencia Dios, cuando habla de Su sombra?

Uno quizás se imagina en un camino donde el rayo del Sol está tan fuerte, que siente que su piel se derrite, hasta que encuentra una sombra bajo un árbol o un edificio y allí puede descansar. Pero, ¿Sólo habla Dios de ser nuestro “lugar de reposo”?

Hoy entendí a qué hacía referencia Dios con esto, y es por eso que quiero compartírtelo.

Cuando buscamos a Dios sólo por momentos, lo que estamos haciendo es “visitándolo”; en cambio, lo que ordena este salmo es: HABITARLO. Quien habita al abrigo del Altísimo, es decir, quien vive en la presencia de Dios, quien lo busca en todo momento, morará bajo Su sombra.

Y eso no significa que cuando estemos atravesando situaciones calientes, Dios sólo nos dará sombra para que descansemos. Sino que cuando el calor venga, cuando los problemas vengan, cuando tu enemigo venga y quiera quemarte, verá que estás bajo una sombra, y cuando éste busque de dónde proviene tu sombra, mirará hacia arriba, verá la enorme mano de Dios protegiéndote y huirá.

Es tan difícil habitar en Dios, pero son tan bellas las promesas para quienes lo hacen. Y tú dirás “Pero… yo he buscado a Dios y aún tengo problemas, aún me tengo debilidades, aún dudo”, ¡Claro! Pero si estás habitando, y no sólo visitando, la presencia de Dios, en tu vida se cumplirá esta palabra:

Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.” (Salmo 91:2-16)

Entiende que si no te has sentido protegido, si has sentido que Dios te ha abandonado, es porque sólo has visitado unas cuantas veces la presencia de Dios pero no has aprendido a habitar en ella. Ora hoy al Señor y pídele entrar a su presencia. Haz de tu corazón su habitación, y déjalo ser tu sombra.

Verás, que cuando todo enemigo mire Quién te protege, huirá de ti y podrás glorificar el nombre de Dios.

Que Dios te bendiga.

Mezclada con el mundo


¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! (Romanos 10:14-15)

Yo no sé cómo llegaste a Cristo, no sé si vienes de familia cristiana o si te evangelizaron, pero lo cierto es que “alguien” te habló del amor de Dios y desde ese entonces tu vida cambió.

Hoy día, hay muchas almas sin conocimiento de la Salvación, y no es por falta de misericordia divina, sino por falta de pies bellos que la prediquen. Dios llama a tantos, pero son tan pocos los que se animan a seguirle. Y lo más triste, es que no todos los que lo siguen lo obedecen.

He sido muy criticada por el tema que hoy voy a tocar, y es el de: La ayuda espiritual. En mi corazón Dios puso la necesidad de escribir sobre esto tan mal visto hoy día. ¿Por qué mal visto? Porque mezclarse con los del mundo, se ha tornado “pecado” para muchos, cuando en realidad nuestra misión es “ID por todas las naciones y predicar el evangelio a toda criatura”.

Si nosotros sólo hablamos de Dios con cristianos, ¿Cómo llegaremos a los incrédulos? Si sólo predicamos en las iglesias, ¿Cómo los incrédulos llegarán a saber de nuestro Dios? Esto no es nada nuevo, el mismo versículo de allí arriba lo describe. ¡Qué hermoso es ver llegar a alguien con las buenas noticias!

Llevo casi 2 años de ser cristiana, y en este tiempo de lo que más he aprendido y vivido fue de ayuda espiritual. ¿Por qué? Porque mi familia es incrédula, muchas de mis amistades son incrédulas y me rodeo de gente incrédula. ¿Porque sean incrédulos voy a dejarlos solos? ¿Voy a dejarles de hablar? ¿O mejor doy el ejemplo y predico con mi testimonio?

Sí, es difícil, hay muchas tentaciones y confrontaciones. He tenido discusiones, he sido discriminada, pero así también he visto cambios en mi familia, mis amistades se han acercado a preguntarme sobre Dios y he logrado estar en paz con ellos.

Mezclarse en el mundo no significa comportarse como ellos. La Biblia nos exhorta a no comportarnos como el mundo, ¡Pero no nos dice que no nos mezclemos, al contrario, nos manda a ir al mundo!

Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. Tú, por el contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio.” (2 Timoteo 4:2-5)

Es necesario ayudar espiritualmente a las personas, ya que es Dios quien habla a través nuestro cuando lo hacemos. Ten cuidado, sólo esto es recomendable hacerlo cuando espiritualmente nosotros estamos bien. Si nos acercamos para ayudar a alguien, estemos seguros en nuestra fe que ese es nuestro objetivo y no nos dejemos contaminar por su falta de fe.

Hay que tener cuidado ya que malos espíritus hay en todo momento, y la lucha espiritual a la que te enfrentas al ayudar a alguien es grande. La Palabra misma asegura que el problema de muchos incrédulos, es que les han contado novelas y han creído en ellas, porque no hubieron pies bellos que llegaran a esas personas.

Tantos mitos, leyendas, religiones, creencias existen hoy día, que es necesario que tus dos pies se afirmen y dediquen a predicar la única verdad: Jesús.

Yo he decidido mezclarme con el mundo, he decidido soportar críticas con tal de ganar siquiera un alma para el Señor. He sacrificado mucho en estos 2 años de cristiana, con tal de ayudar espiritualmente a un alma necesitada. ¿Y tú qué decides?

Cuando muchos de los seguidores de Jesús le oyeron enseñar esto, dijeron: -Esto que dices es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede estar de acuerdo contigo?. Pero Jesús les respondió: -¿Esto los ofende?” (Juan 6:60-61)

Por cierto, tu verdad, la verdad que prediques, ofenderá; pero no te preocupes, Jesús mismo menciona que habrían ofendidos. Pero si vemos la vida de nuestro Maestro, Él nunca dejó de recibir el apoyo de Dios.

Si tú no te mezclas con el mundo, el mundo no se mezclará nunca con Dios.


Sólo nos queda orar



Son tan envidiosos que quisieran tenerlo todo, y cuando no lo pueden conseguir, son capaces hasta de pelear, matar y promover la guerra. ¡Pero ni así pueden conseguir lo que quieren! Ustedes no tienen, porque no se lo piden a Dios. Y cuando piden, lo hacen mal, porque lo único que quieren es satisfacer sus malos deseos. (Santiago 4:2-3 TLA)

Cuántas veces hemos dicho o escuchado decir “Sólo me queda orar”. ¿Tienes idea del significado de lo que dices? Estás afirmando que la oración es tu último recurso, y no el primero.

Claro que como humanos, solemos intentar luchar en nuestras fuerzas, pero cuando éstas se agotan, nos damos cuenta que es imposible seguir solos. Y allí recurrimos a la presencia de Dios, en busca de ayuda, de socorro, con la cabeza baja implorándole. Y no digo que Dios no nos rescate del problema, pero muchas veces tus decisiones llevan a Dios a probar tu fe.

Es decir, si la oración fuese tu primer recurso y no el último, estoy segura que la respuesta de Dios sería inmediata. En cambio, cuando tomamos la actitud de “sólo me queda orar”, Dios comienza a probar tu fe y a retrasar la respuesta.

Creemos que Él se ha alejado o que no nos escucha, y hasta quizás injustamente comenzamos a criticar a nuestro hermano porque a él Dios sí le respondió. ¿Pero qué sabes si tu prójimo ha puesto la oración como primer recurso? ¿Qué sabes si él está siendo fiel en lo poco? Tengamos cuidado con hablar mal de Dios o del prójimo al no recibir lo que queremos, sólo por el hecho de que estamos pidiendo mal.

La Palabra lo dice: pedimos mal. No tenemos siempre en claro el objetivo de nuestras peticiones. Pareciera que la oración es una lista de “ME”, “Señor, bendíceME, cúbreME, prospéraME, daME, consígueME.

No debemos orar a Dios como si hiciésemos una petición a los hombres, diciendo: “¿Me puedes ayudar a obtener esto o aquello?”. A Dios debemos decirle: “Señor, ésta es mi situación, tú sabes qué necesito. Dame lo que es bueno. Somete mi corazón a tu voluntad”. No debemos forzar el brazo de Dios.

Hay algo realmente importante que debes recordar: En la oración primero está la voluntad de Dios, y luego tu petición. Es primordial que entendamos, que en la oración que hacemos a Dios, todo será hecho acorde a Su voluntad y no a la nuestra.

Jesús mismo oraba así “Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” (Marcos 14:36) ¿Lo ves? “No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” Esa es la oración que agrada a Dios. Esa oración es la que más rápido sube a sus oídos, ya que no es una lista de caprichos, sino es decirle “Señor, tú sabes lo mejor para mí.

Ya cambiemos el “Sólo nos queda orar”. Entendamos que debemos recurrir siempre primero a Dios, y con sus fuerzas luchar la batalla. Él sabe lo mejor para tu vida y no se ha alejado de ti, han sido tus malas decisiones y tu no poner la oración como primer recurso lo que nubló tu vista espiritual. Ora hoy, con fe y enfocándote en Su voluntad. Pronto verás los resultados.