Más Él, menos yo


Él debe tener cada vez más importancia, y yo tenerla menos. Juan 3:30

El Espíritu Santo no puede llenar a quien está lleno de sí mismo.

Renunciar a nosotros mismos es quizás uno de los pasos difíciles para vivir una vida cristiana correcta. Hacer la Voluntad de Dios por sobre la nuestra cuesta. Antes creíamos que si actuábamos en base de nuestros principios o nuestras ideas, llegaríamos a donde nosotros quisiéramos llegar. Y que en cambio, si seguíamos los pasos de Dios, no sabríamos a dónde íbamos ya que Sus planes para nosotros Él solo los sabría.

Pero cuando aceptaste a Cristo tuviste que haber cambiado esa mentalidad. Ahora sabemos que si actuamos por nuestra propia prudencia, eso no nos llevará a ningún lugar. En cambio, si nos rendimos ante Dios y dejamos que Él actúe en nuestras vidas, llegaremos a lugares de paz, con victoria y descansados. “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia”. (Proverbios 3:5)

Pero ¿Será que aún nos cuesta entender esto? ¿Será por eso que las cosas nos salen mal? ¿Será que seguimos llenos de nosotros mismos? Sí, leíste bien, llenos de nosotros mismos. Dios no puede llenar con su Espíritu Santo a quien está lleno de sí mismo.

Dios no actuará en alguien que dice “Yo puedo hacerlo…” antes de “Mi Dios puede hacerlo…”; Dios no bendecirá a alguien que dice “Yo sé lo que hago…” en vez de decir “Sé lo que mi Dios hace…”. No seamos más egoístas, debemos de vaciarnos totalmente de nosotros para llenarnos de Cristo.

Una vez me dijeron que “el cristianismo me lavó el cerebro”. Quizás quisieron decir que Cristo lavó mis pecados y que por eso decidí entregarme a Él, pero no entendí bien. Entiende bien, renunciar a nosotros mismos, no significa renunciar a nuestro cerebro. Dios te ha dado libertad de elegir. Se trata de cambiar nuestros planes por los Suyos.

El mejor trueque o intercambio que he hecho en mi vida fue Mis pecados por Su misericordia. Ahora bien, te dejaré algunos pasos para que puedas terminar de vaciarte de ti mismo y busques más la voluntad de Dios:

1. Reconoce a Dios: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios”. (Salmos 46:10). Quédate quieto, tómate un minuto para reflexionar. ¿Le estás dando la autoridad a Dios para que actúe en tu vida? O ¿Le estás poniendo límites para hacer lo que tú quieras y en segundo lugar poner su voluntad? Piénsalo bien, reconoce que Dios es Dios y que jamás haría algo para dañarte.

2. Déjate moldear: “Yo fui y me encontré al alfarero haciendo en el torno vasijas de barro. Cada vez que una vasija se le dañaba, volvía a hacer otra, hasta que la nueva vasija quedaba como él quería”. (Jeremías 18:3-4) Dios nos moldeará hasta que quedemos como Él quiere, no como nosotros queramos. Entiende que Sus planes son perfectos y que no hay detalle que quede fuera de atención. Cada parte de Sus propósitos para contigo fueron meditados desde antes que nacieras. Aquella relación, aquel trabajo, aquella amistad, aquella traición, aquel familiar, aquella situación de enfermedad o financiera, todo aquello que te esté haciendo daño, tiene un propósito, debes dejarte moldear por Dios entregándole todas tus preocupaciones. Cada grieta que tú tengas, Él con barro nuevo las sanará.

3. Pon tus ojos en la meta y no en la línea de partida: Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer”. (Filipenses 3:13) No te ates a tu pasado, déjalo ir. Si vives pensando en los errores que has cometido, jamás podrás vaciarte por completo. No pienses en la línea de partida, no veas lo que has recorrido ni cuánto has tropezado, pon tus ojos en Jesús. Mira e imagina el futuro maravilloso que puedes tener a Su lado. Déjate llenar por Él.

Es tiempo de vaciarnos y entregarnos por completo al Dador de vida. Déjate moldear y conocerás las bendiciones que Dios te ha estado guardando. Es tu momento, confía en el Señor, Él no te dejará solo. 

Espíritu Navideño


"Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Él se sentará en el trono de David, y reinará sobre todo el mundoy por siempre habrá paz. Su reino será invencible,y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene." Isaías 9:6-7

La Biblia puede dividirse de muchas formas para entenderla mejor. Una de ellas (y para mí es el mensaje principal de la Biblia) es centrándonos en Jesús. Dios crea el universo, Su pueblo se le rebela, decide enviar a Su hijo a salvar a Su pueblo de la perdición eterna, Su hijo viene a este mundo hecho hombre, algunos lo aceptan y otros lo siguen. Jesús, muere por amor a nosotros y sus enseñanzas quedan escritas por sus seguidores.

Ahora bien, suena muy bonito, pero empecemos por el principio. ¿Alguien recuerda que Jesús era sólo un bebé? ¿Alguien recuerda que vino a una familia humilde, y que no tenía en donde nacer? ¿Alguien recuerda que el Salvador de este universo algún día nació? Quizás creas que la Navidad es antibíblica. Quizás creas que es una costumbre de hombres. Quizás pienses que se ha convertido en sólo consumismo, en donde reinan los regalos, el alcohol (en muchos casos) y la familia por sobre Dios. Pero déjame decirte algo: La Navidad es un estado del Espíritu, no es una fecha.

Te pondré un ejemplo para que entiendas esto. Yo conozco personas que sus padres los han abandonado de bebés en casas de adopción, quizás hasta tú conozcas o seas uno de ellos. Esos niños no llegaron con más que una carta de agradecimiento y un pedido de que los cuiden a esos hogares. Tal vez sus padres los dejaron tan sólo con la ropita que cargaban. Y seguramente, cuando tú les preguntes qué día cumplen años, muchos te respondan que no lo saben. No saben qué día nacieron. ¿Acaso no festejarán su cumpleaños? ¿Acaso no elegirán un día del año para decir "HOY ES MI DÍA ESPECIAL"? Claro que lo harán, y quizás esa no sea la fecha en la que nacieron.

Lo mismo pasa con Jesús. Muchos niegan que Jesús haya nacido un 25 de diciembre. Pero ¿Está mal poner un día del año para que, como hermanos, recordemos el nacimiento de nuestro Salvador? Puede ser un día, pueden ser todos los días del año, pero es simbólico, no te confundas. La Navidad es un estado del Espíritu, en el cual recordamos a aquel Dios hecho hombre que vino a salvar a sus hijos.

Yo elijo celebrarlo. Me llaman hipócrita, mentirosa, engañada, pagana, antibíblica; y solamente decido responder: Digan lo que digan, no cambiarán que yo recuerde el nacimiento del hombre que dio su vida por mí. Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz; ese es mi hermoso Jesús, mi hermoso Dios. Aquel que no me deja sola, que no me falla, aquel que me instruye, aquel que me guía, aquel que me promete una vida junto a Él, un día nació. No sé si fue un 25 de diciembre, pero en mi corazón nace todos los días.

Tristemente han venido a criticar a este Ministerio por celebrar la Navidad. Y yo me pregunto: Si tan hijos de Dios dicen ser, ¿Por qué pierden el tiempo criticando en vez de siendo luz fuera de la computadora? ¿Por qué se fijan más en la paja del ojo ajeno en vez de salir a las calles a ofrecer pan, bebida, o quizás una palabra de aliento a quien está falto de Dios? Es hora de despertar cristianos. Yo no estoy adorando el 25 de diciembre, yo estoy adorando a mi Dios.

Que esta fecha nos sirva para recordar, como todos los días de nuestras vidas, que hay un Jesús buscando a sus hijos perdidos. Hay un Jesús, envuelto en pañales e indefenso, golpeando cada puerta esperando que le abran para que la conviertan en Su morada. Hay un Jesús, que vive en ti, demuéstralo. Considero que deberíamos de tener menos espíritu navideño y más espíritu de Dios en estas fechas. Bendice a aquel que ves solo, saluda a aquel que no tiene familia, llama a un amigo, invita a cenar a quien quizás ha perdido a un ser querido, demuestra el amor de Dios desde tu papel de Hijo.

Dios primero intentó salvarnos siendo sólo Dios, y su pueblo se rebeló. Por amor, se hizo uno de nosotros para que entendamos el bien que Él busca para nosotros. Ya no lo neguemos, no lo rechacemos. Vistamos las casas con luces de Cristo en vez de luces de Navidad. Regala a Jesús en esta Navidad. A Dios siempre sea la Gloria.

Dios los bendiga, y muy Feliz Navidad en Cristo Jesús.

Mi canto no callaré


Dios mío, ¡yo estoy muy orgulloso de ti! ¡Todo el tiempo te bendeciré! ¡Mis labios siempre te alabarán! Ustedes, los humildes, ¡oigan esto y alégrense conmigo! Salmos 34:1-2

Qué lindo es alabar a Dios cuando todo nos sale bien, pero qué valorado testimonio cuando lo alabamos en las adversidades. David bien sabía esto. Él empezó siendo pastor de ovejas, luego guerrero y acabó siendo perseguido; pero en ningún momento sus labios dejaron de alabar a Dios.

Así como en las películas, David se había convertido en “EL MÁS BUSCADO” de su época. Había pueblos que no le permitían siquiera la entrada. Y David no había perdido su esperanza, él seguía confiando en su Dios. Y eso tuvo su recompensa, Dios lo libró de que casi lo mataran sin que David se lo pidiera.

Y es que cuando alabamos a Dios, cuando vivimos en Su presencia sin depender de nuestras circunstancias, cuando ponemos nuestra mirada en Él y no en los hombres, cuando confiamos en Sus promesas en vez de enfocarnos en nuestros problemas, todo eso tiene sus frutos.

A ti te digo, no calles tu canto. No calles aquello que Dios hace por ti aún cuando estás en medio de algo difícil. No calles el amor del Padre que espera recorrer cada rincón de este mundo. Si tú callas, será una voz menos que anuncie el cielo. Y si hay muchos como tú, pronto nadie hablará del Verdadero Amor. Se perdería la esperanza de este mundo, así que a ti te digo, no calles tu canto.

Sé que es difícil, sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero contamos con la ayuda de Dios. Si no confías en que sea posible, lee la Biblia y descubre cuántos como tú han pasado por la historia.

Moisés, David, Pablo, Jesús, Abraham, Ester, María, Isaías; y te aseguro que hay más nombres en aquella lista, esa lista de luchadores de fe. A pesar de las adversidades que atravesaron, el mismísimo Jesús también, no dejaron de alabar a Dios.

El título de este devocional se lo debo a una canción de Blest y Rojo que ha marcado mi vida: “Con todo mi corazón”. La letra dice:

Si la mañana pierde su esplendor, si mi aliento cesa o llega el temor, sólo Su rostro veré. Si la esperanza ha muerto y ya no hay amor, si todos te rechazan alrededor, mi canto no callaré. Yo te amo con toda mi vida, todo mi corazón. Te deseo, eres mi adoración. Yo te adoro por lo que tú eres, no por lo que soy yo. Te anhelo más que a nada Señor, con todo mi corazón. Si un día amaneciera triste y vacío, sin hojas, en silencio, mudo y frío, mis labios no cerraré. Si las campanas callan por el dolor, y si las flores lloran al irse el sol, sólo en ti confiaré”.

Yo amo y alabo a mi Dios, por lo que Él es, no por lo que soy yo. Yo lo alabo porque sé que aunque por momentos me toque atravesar por tormentas, mi Dios siempre brillará por sobre ellas. Por eso decido, mi canto no callar. ¿Y tú?

Dios siempre es Dios


Yo he dicho: “Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado.” Salmos 41:4

Nosotros nacemos con un vacío llamado Dios. Por nuestra naturaleza pecaminosa nacemos separados de Él. Pero eso no significa que Él permanezca separado de nosotros. Dios es omnipresente, cuando tú lo rechazabas, Él estaba ahí esperándote.

Lo que a mí me sorprende, es que ya siendo hijos de Dios, hay ocasiones en las que también nos alejamos de Él. Cuando tenemos miedo, cuando le fallamos, cuando le damos el primer lugar a otras cosas antes que a Él, cuando atravesamos problemas, cuando pecamos. Y muchas veces le echamos la culpa a Él por “no haber estado ahí para socorrernos”.

Pero sabes, a Dios nada ni nadie lo hace mover de su lugar. Por más que tú te alejes, por más que falles, por más que te equivoques, eso no disminuye ni tan sólo un uno por ciento del amor que nuestro Señor tiene por ti.

Una de mis canciones favoritas es “Supe que me amabas” de Marcela Gandara. Parte de la letra dice así: “Supe que me amabas, aunque huí; lejos de tu casa yo me fui. Y con un beso y con amor me regalaste tu perdón, y estoy aquí. Y cuando lejos me encontraba, te sentí. Sabía que entonces me cuidabas y te oí. Como un susurro fue tu voz en el silencio, cada día me atraías hacia ti”.

Cuando lejos nos encontrábamos, lo sentíamos. Él jamás ha dejado de cuidarnos. Y por eso hoy es que entendamos algo: Dios siempre es Dios. El salmo de allí arriba clama a Dios “SÁNAME, pues contra ti he pecado”. Cuando pecamos, claro que eso ofende a Dios, pero más te ofendes a ti mismo. Porque Dios siempre será puro, Dios siempre te perdonará, pero tú eres el que se mancha y huye.

Ya deja de escapar. Deja de buscar cosas que desvíen tu atención para no ir a los brazos del Padre y decirle lo que has hecho. Él te está esperando, Él no ha dejado de ser Dios. Tu pecado no mueve ni un centímetro al Rey de Su trono. Pídele que te sane, que te restaure, que ya no quieres huir de Él.

He escuchado decir “Es que, he hecho algo…y me da vergüenza orar y hablar con Dios”. ¿¡Qué esperas?! ¿Esperas que el diablo te convenza que Dios no te perdonará? Dios no cambia de naturaleza, Él siempre será Él. Ese Padre amoroso, que envió a su Hijo a morir en nuestro lugar. Ese que nos cuida y nos es fiel cuando nadie nos lo es. Hoy te dice: Yo te perdono, ven a mí, ya no huyas. No dejes que el diablo te haga creer que no mereces Su perdón.

“Así tú, Israel, espera al Señor. Porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención”. Salmos 130:7

“Yo hice desaparecer tus faltas y pecados como desaparecen las nubes en el cielo. ¡Vuelve a obedecerme, porque yo te di libertad!” Isaías 44:22

El hombre en quien Dios confía


Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Isaías 6:8

El Dios en quien yo confío está siempre disponible. Pero, el hombre o mujer en quien Dios confía… ¿Está siempre disponible o a veces le cuesta y tal vez ahora está leyendo este devocional?

Es fácil decir que nuestro Dios puede todo, que nuestro Dios es Dios de imposibles, y que todo podemos en Cristo que nos fortalece. Es fácil que nosotros confiemos en Dios pero no es fácil que Dios confíe en nosotros.

Recuerdo que una vez, una persona me dijo que orara “Señor, te entrego toda mi vida, haz lo que quieras con ella, la dejo en tus manos”. Y yo oré. Pero es recién ahora que me doy cuenta que Dios ha tomado enserio esas palabras que salieron de mi boca. Cuando entregamos nuestra vida al Señor, debe ser nuestra vida completa, no sólo partes de ella. Tú en sus manos eres útil de formas que ni te imaginas.

Y eso no significa que el camino del cristiano es un camino hermoso. En la Biblia se nos dice que es un camino angosto y que pocos son los escogidos. ¿Quieres ser uno de ellos? Entonces obedece a Dios, no hay mejor decisión que rendirnos a Sus planes y negarnos a nuestros propios planes.

Job decía “Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo”. ¿Cuánto de eso se está viendo reflejado ahora en tu vida? Tal vez Dios te está pidiendo algo. Quiere que le entregues aquella herida, aquella traición, aquella ex pareja que te dañó, aquel trabajo en el cual no te valoraban, tal vez quiere que le entregues tus sueños o simplemente tu tiempo. Pero sea lo que sea, debes soltarlo para ver la gloria de Dios en tu vida.

En el versículo de allí arriba, el Señor estaba buscando un hombre en quien confiar. Dios necesitaba saber que alguien estaba disponible para Él. Tanto tú como yo, sabemos que Dios podría haber obligado a alguien a que le sirva ya que tiene el poder de hacerlo, pero no lo hizo. Dios preguntó. Dios les dio libertad de decirle SÍ o NO. Isaías dio el SÍ. Yo doy el SÍ.

Yo sé que los planes de Dios son mejores que mis planes. Yo sé que Sus propósitos son mejores que los que yo imagino. Yo sé que Sus sueños se cumplirán en mi vida si la entrego completamente en tus manos. Deja ir aquello que te está bloqueando tu disponibilidad hacia el Padre.

Dios quiere enviarte, Dios quiere confiar en ti. Si confías en Él, todo saldrá bien. Mateo era recaudador de impuestos, dejó todo y siguió a Jesús. Pedro era pescador, dejó todo y siguió a Jesús. Pablo construía tiendas, dejó todo y siguió a Jesús. No tengas miedo. El Señor de señores cuida de ti. Rinde tu vida a Dios y te convertirás un hombre en el que Él confía.

Comida espiritual


Mientras esto sucedía, los discípulos le rogaban a Jesús: “Maestro, por favor, come algo”. Pero él les dijo: “Yo tengo una comida que ustedes no conocen”. Los discípulos se preguntaban: “¿Será que alguien le trajo comida?” Pero Jesús les dijo: “Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer”. Juan 4:31-34

La comida es indispensable para subsistir. Puedes comer menos, o puedes comer más, pero la necesitas. No sé si a ti te ha pasado, de estar un día entero sin comer, y llega la noche o el día siguiente, y te sientes débil. Así pasa con la comida material, pero ¿Pasará lo mismo con la comida espiritual?

Claro que sí, porque si permaneces lejos de la Palabra de Dios un tan sólo día, te sentirás débil. Sentirás que cualquier mínima tormenta que suceda en tu vida te ahogará. El versículo de allí arriba, no fue la única vez que Jesús nos advirtió que es necesario obedecer a Dios. En Mateo 4:4 lo dice aún más claro “No sólo de pan vive la gente; también necesita obedecer todo lo que Dios manda.”

Cuando estemos débiles espiritualmente, el diablo más disfrutará meterse en nuestras vidas. ¿Cómo puedes fortalecer tu relación con Dios? Primero debes orar. Recupera esa relación con Dios que es única e inexplicable. Él te está esperando y quiere mostrarte las cosas que tiene para ti.

Muchos creen que la palabra “obedecer” es signo de esclavitud. Pero en Dios, es signo de libertad. ¿Por qué no obedecer al Rey de Reyes? ¿Por qué no obedecer a Aquel que sabe qué es lo mejor para mí? Ya no nos validemos por nuestros sentimientos o emociones. No digamos “Señor, quiero hacer tu voluntad pero lo que me pides hacer es demasiado”. Aunque no entiendas cómo sucederán las cosas, tú obedece.

El mismísimo Jesús tuvo que obedecer a Dios y mira en dónde está ahora. ¿Quieres estar junto al Señor? Haz lo que te diga. Pero no por conveniencia, no por interés, no por obligación, sino porque sabemos que es la mejor decisión que podemos tomar. Seguir el ejemplo de Cristo no es camino fácil pero es camino victorioso.

Vamos, anda, fortalece tu relación con Dios y empieza a obedecer lo que Él te diga. Mi Dios es loco, es raro, es extraño, no lo entiendo, no lo comprendo, pero es Perfecto y lo que quiere para mí siempre será sólo mi bien. “Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar” (Jeremías 29:11). Solamente Dios sabe lo que es bueno para ti, déjale las cosas en Sus manos y verás que no hay mejor comida espiritual que esa. Pobre del que quiera lastimarte, que cuando se acerque a ti, verá que estás en perfecta sintonía con Dios y huirá sin dudarlo.

Cambia preocupación por oración


La bendición de Dios es riqueza que viene libre de preocupaciones. Proverbios 10:22

Si estás preocupado es porque tal vez has perdido el enfoque de la situación que estás atravesando.

Nosotros, como hijos de Dios, atravesaremos por muchas pruebas a lo largo de nuestra vida. Pero Dios nos dijo que en ninguna de ellas estaríamos solos. Él en su Palabra nos prometió “estar con nosotros donde quiera que vayamos”. (Josué 1:9)

Tenemos que aprender a no perder el enfoque. ¿Qué significa esto? Significa no olvidarnos que nuestra meta es Jesús. Cuando ponemos nuestros ojos en Él, todas las cosas que atravesemos serán insignificantes comparadas con lo que nos espera.

Pero si perdemos a Jesús de nuestra vista, las preocupaciones empezarán a hacerse más y más grandes.

¿Has perdido el enfoque? ¿Estás preocupado? Vuelve a fijar tu mirada en Dios. Dice el proverbio que su bendición es riqueza. Cuando nosotros nos alineamos con el propósito que Dios tiene en nuestras vidas, Él comienza a bendecirnos.

Y es allí cuando sucede que las preocupaciones que antes teníamos nos comienzan a resultar pequeñas. Y es que nosotros como humanos, ¡nos preocupamos por cosas que no merecen preocupación sino oración! “Ay esta chica no me devolvió la camisa que le presté hace una semana”, “Pues este hermano me debe tanto dinero si vieras…”, “Sí, he estado con gripe toda la semana ore por mí hermano, hermana”.

Las cosas merecen oración, no preocupación para así conseguir la bendición de Dios. Nuestro Señor siempre está dispuesto a bendecirnos, pero debemos fijar nuestros ojos en Él. Vamos, tú puedes hacerlo. Si has estado preocupado o preocupada por algo, pon tus ojos en el cielo y deja que Dios te llene de la única riqueza que vale: Su bendición.

Concierto celestial


Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24

Se acerca la hora. Ya pronto será el día en que Cristo venga por su iglesia. Pero ya no es tiempo para estar perdiéndolo, ya no es tiempo para ocuparnos de cosas vanas primero y luego darle el lugar a Dios, ya es tiempo de adorar de corazón a Dios. Adorar, no es lo mismo que alabar, y muchos cristianos tienden a confundir esos dos términos.

La alabanza no es lo mismo que la adoración. Alabar es elogiar, es expresarle cánticos o palabras a nuestro Dios, es gozarnos, es demostrar la alegría que nos produce Dios cuando le damos la gloria a Él. Pero adorar es muy distinto, adorar significa amar en extremo. Adorar es un acto del corazón que se refleja en el exterior. Dios está buscando adoradores, no alabadores.

Claro que alabar es algo hermoso. Cuando tú le cantas a Dios algo difícil de explicar sucede en tu corazón, ya que el Espíritu de Dios está alegre dentro de ti y lo sientes. Pero adorar es distinto. Veo cómo muchos cristianos alaban, pero no adoran. Hablan de Dios, pero en sus actos demuestran lo contrario.

Aprendamos a ser adoradores en espíritu y en verdad. Aprendamos a dar conciertos celestiales y no sólo terrenales. No nos acomodemos en esta tierra porque sólo será de paso, busquemos siempre a Dios porque Su morada es en donde estaremos eternamente. Ya no cantes sólo en la ducha o en tu casa o en la iglesia, canta en el cielo.

Haz que Dios se alegre por tus frutos. Haz que el sacrificio de Jesús valga la pena. ¿Cómo puedo adorar a Dios? Entrégale tus manos, tus pies y todo tu corazón. Cuando comes, adóralo, cuando cantas, adóralo, cuando oras, adóralo, cuando estudies o trabajes, adóralo. Algo inexplicable sucede cuando tomamos a Dios en cuenta en absolutamente todos los detalles de nuestra vida: empezamos a sentir paz y gozo.

Disfruta ese gozo, disfruta esa paz. ¡Se acerca la hora! Que cuando Cristo venga encuentre tu corazón saltando, bailando, gritando, y por sobre todo adorando a Dios; que no lo encuentre dormido, triste, solitario. Seamos rockstars y popstars celestiales. Hagamos que los ángeles y el mismísimo Dios disfruten de ver cada concierto que demos. Tú eliges cómo vivir tu testimonio, puedes frustrarte por tu pasado o puedes convertirte en un verdadero adorador. Rockea tu pasado, déjalo atrás, mira adelante y jamás quites tus ojos de Dios.

Ya puedes sonreír


Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. Filipenses 4:7

¿Ya eres de Cristo? ¿Ya puedes disfrutar de esa paz eterna? Hoy quiero que analices esto. Dios ha puesto su Espíritu en nosotros, debemos entender que ese es motivo más que suficiente para gozarnos en el Señor. Es motivo más que suficiente para seguir adelante con el doble de fuerzas que tenías antes.

Te contaré una historia bíblica que ya conoces para ver si lo comprendes mejor. Se trata de Mateo 8:23-27.

“Jesús subió a la barca y se fue con sus discípulos. Todavía estaban navegando cuando se desató una tormenta tan fuerte que las olas se metían en la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Entonces sus discípulos fueron a despertarlo: “¡Señor Jesús, sálvanos, porque nos hundimos!” Jesús les dijo: “¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios!” Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo. Los discípulos preguntaban asombrados: “¿Quién será este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen?””

Jesús había subido con los discípulos a la barca. No es que Jesús estaba a kilómetros de distancia y que debían de llamarlo al 911 para que Jesús corriera a su socorro: Jesús estaba con ellos. Y aún así, los discípulos perdieron la paz ante una tormenta. Cuánto se parece ésta historia al diario vivir de cada uno de nosotros.

Imagina que esa barca es tu vida. ¿Has perdido la paz en medio de una tormenta? Yo creo que sí, a todos nos pasa que tendemos a desmayar. Pero Jesús, Su espíritu está dentro nuestro. Así como lo estaba en la barca, Él está en tu corazón. No debes llamarlo al 911 para buscar socorro, solamente debes orar y guardar silencio, teniendo la confianza de que Dios está en tu corazón.

Puede ser que a veces Dios haga silencio en nuestras vidas, puede ser que parezca estar dormido como Jesús lo estaba en la barca, pero te diré algo: eso no significa que no esté en control de todo lo que sucede en tu vida. Con este devocional no quiero convencerte de que todo será color de rosas ni que no debes sufrir. Quiero que entiendas, que en medio de todo dolor, debes confiar en el Dios de la Paz.

Dios ya te la ha dado cuando lo recibiste. Tal vez mañana nadie entenderá por qué sonríes. Tal vez nadie entienda por qué ahora estés sonriendo. Pero Dios sí lo entenderá: Sonreirás porque aceptarás que tienes esa Paz que protege tu corazón y tu mente, y nada ni nadie podrá quitártela.

Toy Story


Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante. Dale de lo que tienes y de todo lo que ganes. Proverbios 3:9

El proverbio que está allí arriba me recuerda a la película Toy Story. Tal vez la hayas visto, y si no la has visto te contaré por qué relaciono aquel versículo con aquella película.

En la primera película, Andy, el protagonista, era tan sólo un niño. Le regalaron juguetes y fueron los que lo acompañaron durante toda su niñez. Estos muñecos, tenían vida cuando Andy no los veía. Siempre buscaban estar cerca de Andy, querían que él se sintiera en compañía.

En la segunda película Andy crece, pero aún disfruta de la compañía de estos juguetes. Sin embargo, en la tercera película, Andy debe empezar la universidad y decide regalar los juguetes ya que estaba crecido. Imagínate los sentimientos de los muñecos. Andy había sido su único amigo de toda la vida, lo habían visto crecer, llorar, lastimarse, reír, jugar. Es por eso que, cuando Andy los regala, ellos hacen lo imposible para volver a estar cerca de Andy. Este niño, era lo más importante que estos muñecos tenían.

Y tú me dirás “¿Qué tiene que ver eso conmigo?”. Déjame explicarte. Dios te ama desde antes que nacieras. Él mismo planeó toda tu vida y la escribió. Él te ha visto llorar, reír, crecer, madurar. Aún cuando tú creciste y por momentos te olvidaste de Él, Él siempre trató de que volvieras a su lado. Dios nos ha buscado desde el momento en que nacimos, así como los muñecos buscaban a Andy.

Somos Su especial tesoro ¿Cómo no nos va a amar? ¿Cómo no nos va a buscar?. Al final de la película, Andy se da cuenta que sus muñecos también habían sido lo más importante para él, y decide dejarle los juguetes a una niña que los iba a amar tanto como él lo hizo.

Nuestro Dios es un Dios celoso. Pero son celos de amor. Él quiere que le des todo de ti para darte todo de Él. Cuando aparecen cosas que le quitan a Él el primer lugar en nuestras vidas, hará que examines tu corazón para que vuelvas a ordenar tus prioridades en la vida.

Dios es lo más importante que tenemos. Por más que le fallemos, por más que pequemos, por más que nos alejemos, Él es lo más hermoso de nuestras vidas. Demuéstraselo. Demuestra su amor a quienes no lo conocen. Así como Dios te ama a ti, ama a cada ser de esta tierra. Dale todas las partes de tu corazón, Él siempre te ha buscado, es tiempo de que tú lo busques a Él.

Lentes de fe


Jesús le contestó: “¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?” Juan 11:40

“Yo creo en Dios pero Él no actúa en mi vida”, “Yo creo en que no hay imposibles para Él, pero se olvidó de mí parece”, “Yo creo en que todo mejorará, pero por el momento no veo nada bueno”. El problema está en ¿Estás creyendo EN Dios o le estás creyendo A Dios? 

Hay una gran diferencia. Si tu crees EN Dios, tu fe sólo se limitará a lo que tu razón diga, si le crees A Dios tu fe superará todo límite posible.

No debes limitarte. Tener fe es ver más allá de tu problema, es ver más allá de las circunstancias momentáneas de la vida. Hay una frase, que al menos en mi país es conocida, que dice “es como tocar el cielo con las manos”. 

Tener fe, para mí, es como tocar el cielo con las manos. Es ver Su poder actuar antes de que lo haga, es ver Su amor en medio de la tormenta, eso es fe.

La Biblia nos advierte, que sin fe es imposible agradar a Dios. “En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Hebreos 11:6. Y es que ¿Cómo quieres que Dios actúe en tu vida si no le estás creyendo a Él?

No tiene sentido que Dios esté pendiente de todos tus asuntos y tú no te tomes siquiera unos minutos al día para orar. Sé que suena fuerte, pero ya es momento de dejar de creer en Dios y empezar a creerle A Dios. Creer que Él puede hacer todo lo que tú no puedes. Créele a sus promesas, cree que aunque no lo veas Él está ahí.

Jesús nos dice “¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?”. Debemos creerle a Cristo, debemos confiar en Él. Cuando lo hagamos de corazón y no utilizando nuestra razón, veremos la mano de Dios moverse en nuestras vidas. 

Seguramente en las películas has visto escenas en donde agentes especiales se ponen lentes para ver más allá de lo que ve el ojo humano. Así mismo pasa con la fe, cuando nos pongamos los lentes de fe, comenzaremos a ver cosas que el ojo humano no puede. Veremos que Dios estuvo siempre aunque haya estado silencioso. Veremos que Él ha estado planeando cada detalle de tu vida, aunque no lo hayas sentido.

Ponte los lentes de fe. Créele a Dios, porque si puedes creer, todo será posible.

Miedo a la oscuridad


Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento. Manténme fiel a tus enseñanzas para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, mi Dios! ¡Enséñame a obedecer tus mandatos! Siempre estoy repitiendo las enseñanzas que nos diste. En ellas pongo toda mi atención, pues me hacen más feliz que todo el oro del mundo. Salmos 119:10-15

Estoy sola en mi habitación, leyendo, trabajando en la computadora, mirando la televisión, tal vez cantando o tocando algún instrumento. Disfrutaba todo lo que estaba haciendo. De repente, todo se volvió oscuro. Ya no había luz y no podía leer. La computadora y la televisión ya no encendían. No podía tocar instrumentos ya que no se veía nada. 

Se había cortado la luz. El miedo vino a mí. Ya no podía disfrutar de las cosas que hacía si no había luz en mi casa. Pero en mi mente resonaba la voz de mi papá diciéndome “Ya va a volver la luz hija, es sólo un corte”. Yo no veía  a mi papá, pero lo escuchaba hablarme desde la cocina mientras buscaba velas para encender. Yo no sabía cuánto duraría el corte de luz, pero sabía que en algún momento terminaría.

A veces veo esta situación reflejada en muchas vidas. Cuando estábamos disfrutando de nuestro diario vivir, cuando todo iba bien, cuando nadie nos criticaba ni nos humillaba, llegó el corte de luz. Todo se volvió oscuro y parecía no terminar. Pero Dios siempre está ahí diciéndonos “Ya va a volver la luz hijos, es sólo un corte”.

Tal vez en los momentos de tormenta no disfrutes las mismas cosas que antes disfrutabas, pero no te olvides que Dios desde otro lugar está encendiendo una vela. Él está trabajando para sacarte de ahí. Y por eso he puesto el versículo de allí arriba.

“Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento”. Debemos buscar a Dios aún en la mayor oscuridad que atravesemos, porque sólo Él tendrá la vela que encenderá nuestros corazones para seguir adelante. 

Su palabra debes tenerla siempre presente en nuestros pensamientos, porque toda palabra de Dios no vuelve a Su boca sin haber actuado en tu vida. La Biblia no es sólo un conjunto de palabras, es un conjunto de promesas. No las olvides.

“Siempre estoy repitiendo las enseñanzas que nos diste. En ellas pongo toda mi atención, pues me hacen más feliz que todo el oro del mundo.” A mí me hace feliz recordar que Dios nunca me dejará. Recordemos Su palabra. Recordemos que “La luz ya va a volver, es sólo un corte”. 

Tus problemas, tus momentos de oscuridad no son eternos, pero las promesas de Dios sí lo son. Busca la luz de Cristo, no olvides sus promesas y te aseguro que ese corte de luz será más corto de lo que imaginas.

¿Qué viste en mí?


Además, Dios dijo acerca de ellos: “Ya viene el día en que ellos volverán a ser míos. Serán mi tesoro especial, y no les haré ningún daño; los trataré como trata un padre a los hijos que le sirven”. Malaquías 3:17

Una de mis canciones favoritas es “Tu amor no es de este mundo” de Tercer Cielo. El principio de la letra dice así:

Quiero saber cuál es el motor que mueve tu amor para que sea tan intenso. Qué es lo que tengo que me amas tanto, que aunque tantas veces te he fallado y me has perdonado. No sé qué miraste en mí. Qué tengo de especial para que te entregaras así. Qué te habrá hecho descender del cielo, haber vivido tanto sufrimiento si yo no lo merezco.

¿Qué viste en mí? Fue la primera pregunta que me hice al convertirme a Cristo. Yo no entendía la inmensidad del amor de Dios y aún me cuesta entenderla. No comprendía qué es lo que quería Dios de una persona como yo. Y tal vez aún no he encontrado la respuesta correcta, pero sí he descubierto algo: Dios no te eligió por tu pasado, te eligió por tu futuro; Él no te eligió por tus raíces, sino por tus frutos.

El Señor ya sabe lo que pasará en tu futuro. Dios ya sabe para lo que te ha preparado. Desde antes que nacieras Dios te eligió. Desde el momento en que lo aceptaste en tu corazón, Dios borró tu pasado en su “memoria divina”. La Biblia lo menciona “Pero yo, que soy tu Dios, borraré todos tus pecados y no me acordaré más de todas tus rebeldías”. Isaías 43:25

Ahora piensa en tu futuro como Dios lo hace. Entrégale tus manos, tus pies, tu corazón, tu vida, sé útil para Él en todo lo que puedas. Demuestra Su amor a cada lugar en donde vayas. Si Él te ha escogido es porque sabe de las grandes cosas que eres capaz.

Quizás tomabas alcohol, te gustaban las fiestas, fumabas, tenías malas amistades y las seguías, no regresabas a tu casa porque te la pasabas en la calle. Tal vez huérfano o huérfana, tenías una familia difícil o quizás sólo sentías un vacío en tu interior. Dios no hace acepciones de personas, Su gloria y perdón es para todos. Pero por más duro y difícil que haya sido tu pasado, Él te ha escogido porque sabe que tienes un futuro brillante.

Sabe las cosas grandes que harás. Prepárate, Dios te ha elegido. Tus frutos son y serán de bendición porque eres Su hijo, Su hija. Sigue preguntándote qué fue lo que Dios vio en ti para dar a Jesús por tu vida, pero con una certeza: Él ya ha visto tu futuro y por eso te escogió. No pienses más en tu pasado como algo malo, no olvides de dónde te ha sacado Dios porque ese será tu testimonio. Pero ya no dejes que eso te detenga. Sigue adelante porque para eso Cristo te salvó, somos Su especial tesoro.

“Con esto no quiero decir que yo haya logrado ya hacer todo lo que les he dicho, ni tampoco que ya sea yo perfecto. Pero sí puedo decir que sigo adelante, luchando por alcanzar esa meta, pues para eso me salvó Jesucristo. Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo”. Filipenses 3:12-14

Reconociendo Su voz


Jesús les dijo: "Ustedes saben que sólo un ladrón y bandido entra al corral saltando la cerca. En cambio, el pastor de las ovejas entra por la puerta. El que cuida la entrada le abre, y el pastor llama a cada una de sus ovejas por nombre, y ellas reconocen su voz. Luego el pastor las lleva fuera del corral, y cuando ya han salido todas, él va delante de ellas. Las ovejas siguen al pastor porque reconocen su voz. Pero no seguirían a un desconocido; más bien huirían de él, pues no reconocerían su voz." Jesús les puso el ejemplo anterior, pero ellos no entendieron lo que les quiso decir. Juan 10:1-6

Jesús en su paso por la Tierra dejó en claro que Él es el Buen Pastor. Ya hemos entendido que cuida a sus ovejas, que si una se pierde Él siempre sale a buscarla, que las hace descansar en delicados pastos y que les da de tomar agua fresca. Pero este versículo es diferente. No habla de cómo Jesús actúa para con sus ovejas, sino que habla de cómo las ovejas reaccionan ante la voz de su Pastor.

¿Cómo reaccionamos ante la voz de Jesús? ¿Hacemos siempre lo que Él nos pide? Y aquí me quiero detener. A veces la voz del mundo nos ensordece. A veces el trabajo, la familia, nuestros problemas, los estudios, las tareas o también pueden ser las responsabilidades dentro de la iglesia, nos ensordecen. Y con "ensordecer" me refiero a que nos confunden a la hora de escuchar a nuestro Señor y perdemos de vista cuál es Su voluntad.

Según el versículo, las ovejas siguen al pastor porque reconocen su voz. No necesitan verlo para seguirlo, sino escucharlo. Se supone que cuando oyeran a un desconocido huirían de él. Pero aquí está el problema, a veces, las otras voces nos atraen en vez de hacer que huyamos. Debemos aprender a reconocer la voz del Señor. El enemigo siempre tratará de seducirte con placeres, vicios, amistades, videojuegos, dinero, mujeres u hombres. Él se meterá en tu vida saltando la cerca del corral, como ladrón y bandido. Así como cuando un ladrón entra en una casa hoy en día y le dice a los que allí viven "Cállense, hagan lo que yo les digo y no les pasará nada".

El diablo durante siglos nos ha convencido de que si hacemos lo que él nos pide nada pasará. Pero claro que todo tiene sus consecuencias. No escuches su voz, cuando tú lo dejas entrar en tu vida, tomará todo de ti, no sólo una parte. Cuando un ladrón entra en una casa posiblemente se lleva todo o lo de mayor valor. Así lo hace el enemigo contigo, te roba lo más preciado, te roba lo más valioso, te quita la felicidad, te quita la paz, te quita la comunión con Dios.

Pero, ¿Cómo reconocer la voz de Dios y la del enemigo? Es fácil. Toda palabra de Dios estará de acuerdo con la Biblia. Todo lo que Dios te diga será para tu bien. Todo lo que Dios te hable será de bendición para tu vida. Si escuchas una voz que te diga "Toma alcohol, es sólo un poquito, no te hará daño, sólo es por diversión", ya sabes qué hacer y a quién pertenece esa voz.

Dios siempre te guiará hacia el camino del bien. Seamos como las ovejas. Sigamos a nuestro pastor por fe, por su voz y no por nuestra vista. No necesitamos verlo para saber cuál es su voluntad. Todo se nos ha dejado dicho en la Biblia. Huyamos cuando el enemigo viene a ofrecernos distracciones. ¡Tú puedes hacerlo! Reconoce y sigue a Jesús, no al enemigo mentiroso. Y tú, ¿Ya has aprendido a reconocer la voz de nuestro Señor? o ¿Aún te sigue engañando el enemigo?

Papá, ¿Cuándo llegamos?


Deseamos que sigan con ese mismo entusiasmo hasta el fin, para que reciban todo lo bueno que con tanta paciencia esperan recibir. No queremos que se vuelvan perezosos. Más bien, sin dudar ni un instante sigan el ejemplo de los que confían en Dios, porque así recibirán lo que Dios les ha prometido. Hebreos 6:11-12

Yo creo que una de las cosas más difíciles que nos toca hacer como cristianos es tener paciencia. Nuestro Dios es misterioso, obra de diferentes maneras, y como humanos no entendemos muchas veces hacia dónde nos lleva nuestro Papá.

Esto me recuerda a los niños cuando van en un viaje largo en auto. “¿Papá cuanto falta para llegar?”, “¿Papá es lejos?”, “¿Papá no puedes ir más rápido?”. El padre siempre responde “Espera hijo, ya vamos a llegar”. Sin embargo, los niños tan impacientes que son, a los cinco minutos otra vez preguntan “Pero papá, ¿Cuánto falta? ¡Quiero llegar ya!”

Así muchas veces le hacemos esas mismas preguntas a Dios. “Señor, ¿Cuánto falta para que todo esto termine?”, “Mi Dios, hazlo rápido por favor, ya quiero recibir lo que me has prometido”, “Papá, ¿Hacia dónde me estás llevando que tardas tanto?”. Y Dios nos responde una y otra vez: “Espera hijo/a, ya casi llegamos, ten paciencia”.

Si Dios te ha prometido algo lo cumplirá. Sé que esperar se vuelve fastidioso y molesto en muchas ocasiones, pero debemos tomar ejemplo de quienes ya han esperado con paciencia y han recibido lo que Dios les prometió. El versículo del principio del devocional nos dice “Sigan el ejemplo de los que confían en Dios”.

Abraham confió en Dios y tuvo un hijo cuando ya era muy anciano. Noé confió en Dios y construyó el arca con paciencia hasta el día del diluvio. Jesús esperó con paciencia y aguantó toda clase de humillaciones porque Su padre le había prometido vida eterna a Su lado. Entonces ¿Por qué no seguimos su ejemplo?

El versículo menciona dos palabras muy importantes: entusiasmo y perezosos. Tú debes mantenerte constante en la espera de las promesas de Dios, no debes de bajar los brazos.

Te pondré un ejemplo: cuando pides algo a Dios mediante la oración. El primer día con mucho entusiasmo le dices “Señor, gracias por tu amor y misericordia, pongo ante Ti esta petición…”, pero luego, si pasan semanas sin que Dios te haya respondido, la oración pasa a ser “Señor…sigo esperando…sé que lo harás, pero quiero que ya lo hagas…por favor Señor”, ahí ya has perdido el entusiasmo.

“Sin embargo, si esperamos recibir algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia”. Romanos 8:25. Aún no ves los resultados de lo que estás haciendo, aún no has recibido lo que Dios te prometió, aún las cosas no se han acomodado ni aclarado, pero sé que la respuesta de Dios ya está en camino. Él promete y cumple. Deja esa actitud de niño de decir “Papá, ¿Cuándo llegamos?”, sino que agradécele porque ya sabes que está actuando en tu vida y que pronto recibirás las bendiciones que Él tiene para ti.

Halloween no existís


Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas. Mateo 15:8-9

"Todos lo celebran", "No tiene nada de malo", "Es sólo por diversión", "Lo hago porque lo hacen mis amigos", "Es sólo disfrazarse", éstas y muchas otras excusas he escuchado de gente a la que le han preguntado "¿Por qué celebras Halloween?". La verdad es que la mayoría de la gente (cristiana o no cristiana) no conoce el verdadero significado de esta "fiesta". Muchos lo hacen por diversión o por tradición, pero allí está el problema, no saben realmente lo que están haciendo.

No hablaré de toda la historia del Halloween. En un principio era una celebración para recordar a los santos muertos, se la llamaba "Víspera de todos los santos". Pero Satanás empezó a actuar. Sectas comenzaron a tomar este día como una celebración en la cual rendir culto al "señor de la muerte". Hoy en día muchas sectas satánicas alrededor del mundo usan este día para hacer sacrificios a Satanás. Sí, así como lo lees por si no lo sabías, en Estados Unidos días antes de esta celebración desaparecen niños y gatos negros. El diablo ha pervertido la mente de esta gente, no podemos permitirnos participar de algo así.

Los niños, inocentes sin saber lo que significa, se disfrazan de brujas, adivinos, esqueletos, vampiros, zombies, demonios, y todo eso pertenece al lado oscuro del diablo. Si tú eres madre o padre, trata de cuidar a tus niños, instrúyelos y explícales lo que esto significa. Si eres adolescente, no te dejes llevar por el "qué dirán" si no celebras esto. Sé firme en tu fe, tú llevas luz dentro. ¡Nunca jamás la oscuridad podrá ganarle a tanta luz!

Ora por esas almas, dile que sí a Cristo y NO a los engaños del enemigo. Ya sabes que la mayor mentira del diablo ha sido hacerle creer a la gente que él no existe, que él no hace mal a nadie, que el pecado no significa nada. Muchos dicen que esta celebración "no tiene nada de malo", y eso es lo que el enemigo les ha hecho creer, les ha puesto en su mente que es algo indefenso. Pero a la verdad Dios nos ha llamado para ver todo con Sus ojos y examinar todo. La Biblia dice "Examinadlo todo, retened lo bueno". ¿Crees que esto es bueno?

Bueno es sólo Dios. Sigamos sus enseñanzas. No seamos como nuestros antepasados que le fallaron a Dios y por eso Él mismo dijo "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Yo quiero que mi corazón lo alabe con todas sus fuerzas, yo quiero aprender a examinarlo todo y a retener sus enseñanzas. Yo quiero ser luz en medio de tanta oscuridad.

"Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. Así que no se hagan cómplices de ellos. Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto". Efesios 5:6-12.

Analiza esto y enseña a quien aún no lo sepa. Seamos luz en este día de oscuridad. Si tú como cristiano celebras este día, ¿Cómo los que no son cristianos van a tomar de forma seria las cosas de Dios? Sé ejemplo. Cuida tu espíritu y busca de Dios.

Y con un poco de humor agrego: HALLOWEEN NO EXISTÍS. Firma: Navidad. ¡Nunca podrán apagar tu luz Jesús!