Los tres cerditos
Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente
por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa. (1 Pedro 2:4)
Recordando un poco los cuentos infantiles, surgió en
mi mente la historia de los tres cerditos. Como todos saben, estos tres
animalitos sufrían la persecución de un devorador: el lobo. Para evitar ser
atrapados, tuvieron la idea de hacerse casas con diferentes materiales. Uno la
hizo de paja, otro de madera y otro de ladrillos. Creo que todos saben cómo
terminó la historia.
Ahora bien, en el mundo espiritual, todos somos
cerditos. (Tranquilo, no estoy diciendo que comas mucho o que eres sucio jajaja)
Sino más bien, que todos somos TEMPLOS
del Espíritu Santo. (1 Corintios 3:16) Ese templo “no físico”, debe estar construido
con algún material. ¿O no?
Y la construcción de un templo, lleva su tiempo.
¿Verdad?
Entonces vamos a analizar 3 puntos importantes sobre
esto de ser cerditos, qué digo…Templos del Espíritu Santo:
1) Asentar la
base y escoger el fundamento
“Porque nadie
puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”
(1 Corintios 3:11)
Muchos pierden de vista este punto importante, y
terminan poniendo su fundamento en cosas materiales, por lo tanto sus éxitos
duran poco y sus bendiciones nunca llegan. Nuestra base de vivir, debe ser
Jesús. Todo lo que hagamos, tiene que estar fundamentado en Él.
2) Cuidar el
material de construcción
“Y si sobre este
fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno,
hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,
pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque así como por fuego.” (1 Corintios 3:12-14)
El material que elijas a la hora de construir, será el
que determine cuánto aguantará tu templo cuando venga el lobo a destruirlo. Si
sólo tu mente consume cosas seculares, música, televisión, películas, mal
vocabulario; ese templo no servirá. (No digo que esté mal consumirlas, porque
vivimos en este mundo; lo que sí está mal, es vivir como alguien del mundo)
En cambio, si construyes con sabiduría, humildad, amor, fe, y te edificas con alabanzas, lectura bíblica, y oración; tu templo estará cubierto por Dios, y a la hora de la prueba será Él quien lo proteja.
En cambio, si construyes con sabiduría, humildad, amor, fe, y te edificas con alabanzas, lectura bíblica, y oración; tu templo estará cubierto por Dios, y a la hora de la prueba será Él quien lo proteja.
3) No
olvidar que el principal arquitecto es Dios
“Porque nosotros
somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de
Dios.” (1 Corintios 3:9)
“Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios,
el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:17)
Muchas veces tratamos una y otra vez de hacer las
cosas a nuestra manera, queremos vivir a nuestro antojo; y, casi siempre, “nuestro
antojo” no es la Voluntad de Dios. Lo que hacemos al vivir así, es destruir el
templo de Dios e interponernos en sus planes.
La Biblia nos dice
que debemos dejar a Dios actuar. En el cuento de los tres cerditos, aquel que construyó en ladrillo,
advirtió a los otros dos que sus casas no resistirían, pero ellos no escucharon
y el lobo arrasó con sus hogares.
Pedro nos advierte del “león rugiente que busca a
quién devorar” (1 Pedro 5:8) ¿Entiendes la importancia de que tu templo esté
bien construido?
Hay cristianos que son como el cerdito que construyó
con paja: No van a la iglesia nunca, a
la Biblia sólo le sacan el polvo en Navidad y viven como el mundo.
Otros, son como el cerdito que edificó con madera: Se preocupan por no faltar un domingo al
servicio de la iglesia, pero el resto de los días no oran, no hablan con sus
hermanos, y tienen malos modales en su casa.
Pero aquellos que fundamentan su
vida en Cristo, serán como el cerdito más sabio, aquel que construyó con un
material firme. Aquel que todos los días busca agradar a Dios, aunque se
equivoque. Aquel que separa un pequeño tiempo de su día para adorar y hablar
con Su Papá. Aquel que no come cuento, come Biblia. ESE sobrevivirá el día de
la prueba, el día que el enemigo lo ataque.
¿Qué templo estás construyendo? ¿Qué clase de
cristiano eres? ¿Cómo puedes comenzar a fortalecer tu construcción? Anímate,
porque aquel que pase el día de la prueba, recibirá su recompensa.
“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa.”
(1 Corintios 3:14)