Miopía Espiritual


Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad. -¡Ay, mi señor! -exclamó el criado- ¿Qué vamos a hacer?. -No tengas miedo -respondió Eliseo-. Los que están con nosotros son más que ellos. Entonces Eliseo oró: “Señor, ábrele los ojos para que vea.” El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo. (2 Reyes 6:15-17)

Médicamente la Miopía es un error en el enfoque visual, que provoca dificultad en ver las cosas que están distantes, es decir, hace que se vean borrosas. Es una discapacidad operable y muy común hoy en día. Pero Dios me mostró que la Miopía, también es muy común en el ámbito espiritual y también es “operable”.

El siervo de Eliseo es un claro ejemplo de lo que es la miopía espiritual. Él veía muy bien los carros y caballos que venían a atacarlos, pero no veía los que estaban para defenderlos. Hay veces, que como este criado, vemos las promesas de Dios borrosas o lejos, y dudamos de que Dios nos protegerá.

Vemos los problemas como cosas difíciles de superar, pero no vemos que Mayor es el que está con nosotros que el que está en el mundo. “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4) Esto nos sucede a muchos de nosotros y nos seguirá sucediendo, pero tranquilo, es operable.

¿Cómo llegué a tener Miopía Espiritual? Porque tu fe se ha debilitado, has cesado de orar como antes, has dejado de leer la Biblia con la misma frecuencia o te has alejado de Dios por alguna decepción humana. ¿Estoy en lo cierto? Desde que nos fallan, nos traicionan, o lidiamos aquí en la Tierra con un problema muy grande, nuestra miopía comienza a ganar terreno y vemos a Dios borroso, distante.

¿Tiene solución? Sí, claro. Primero debes reconocer que padeces esto ante Dios. Debes ir en la intimidad con Él  y decirle “Señor, sé que he dudado de ti, sé que por momentos veo todo borroso, pero abre mis ojos como al siervo de Eliseo y hazme ver que tú siempre me proteges. Señor, te creo, tú eres mayor que todo lo que pueda sucederme.”

La oración es el principio a la cura de tu discapacidad espiritual. “Les aseguro que, si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí y échate en el mar”, así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que han pedido.” (Marcos 11:23-24) Es todo cuestión de fe, perseverancia y dedicación hermanos y hermanas. Debemos volvernos a Dios.

Debemos volver a enfocar nuestros ojos espirituales en Sus problemas, y no en lo que nos sucede a nosotros. “Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.” (2 Corintios 4:18)

¿Quieres ver a gente que ha tenido Miopía Espiritual y se sanó? Aquí te nombro algunos de ellos:

Abel confió en Dios, y por eso… (Hebreos 11:4)

Henoc confió en Dios y, por eso… (Hebreos 11:5)

Noé confió en Dios y, por eso… (Hebreos 11:7)

Abraham confió en Dios, y por eso… (Hebreos 11:8)

Isaac confió en Dios, y por eso… (Hebreos 11:20)

Jacob confió en Dios y, por eso… (Hebreos 11:21)

José confió en Dios y, por eso… (Hebreos 11:22)

Los padres de Moisés confiaron en Dios y, por eso… (Hebreos 11:23)

Moisés confió en Dios y, por eso… (Hebreos 11:24)

Los israelitas confiaron en Dios, y por eso… (Hebreos 11:29)

¿Qué más les puedo decir? No me alcanzaría el tiempo para hablarles de la confianza en Dios de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas. (Hebreos 11:32)

Dios espera de nosotros la misma fe que esos hombres y aún más. Reemplaza el nombre de todos esos hombres por el tuyo, y te aseguro que luego del “y por eso…” Dios escribirá grandes bendiciones para tu vida. Créele a Él y a nadie más que Él. Con este devocional, le pido a Dios que como al siervo de Eliseo, Dios te permita ver lo que no has estado viendo. Recuerda que si Dios es con nosotros, ¿¡Quién contra nosotros?!


¿Cuánto vale lo que damos?


Un día, Jesús estaba en el templo, y se sentó frente a las cajas de las ofrendas. Allí veía cómo la gente echaba dinero en ellas. Mucha gente rica echaba grandes cantidades de dinero. En eso llegó una viuda pobre, y echó en una de las cajas dos moneditas de poquísimo valor. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.” (Marcos 12:41-44)

No se trata del valor del lo que des, sino del valor del gesto.

Hay historias tan conocidas de la Biblia, que hacen que otras pasen desapercibidas. Hoy quiero que esta historia la entendamos y la apliquemos a nuestras vidas.

Otra versión del versículo de allí arriba, en donde dice “dio todo lo que tenía para vivir”, dice “dio todo su sustento”. ¡Cuánto nos cuesta darle todo a Dios! Hay cristianos que se jactan del diezmo o la ofrenda que dan, mientras que hay otros que creen que las iglesias estafan. ¿Qué es lo que la Biblia dice? Lee el versículo de allí arriba y entiéndelo bien. Ya desde la época de Jesús se ofrendaba. Pero para Jesús el dinero no era lo principal, sino el cómo valoraban el ofrendar.

En el antiguo testamento vemos grandes pastores ofrendando las primeras ovejas al nacer, otros las primeras vacas, otros el primer dinero que ganaban. ¿Y nosotros qué damos? Lo que nos sobra. Nunca damos lo primero, nunca damos lo mejor a Dios. Nos cuesta tanto lo material, que se nos olvida que lo tenemos por la Gracia de Dios.

Yo no quiero hablarte específicamente del diezmo o de la ofrenda, sino del gesto de dar. La Biblia afirma que Dios ama al dador que da con alegría, que mucho mayor es dar que recibir, que todo lo que demos a los demás será como si se lo diéramos a Jesús. Pero ¿Lo entendemos? Quizás no es dinero lo que Dios te está pidiendo hoy. Pero Él te está pidiendo que estés dispuesto a dar.

Dar atención a alguien, dar compañía, dar oídos, dar confianza, dar perdón, dar abrazos, dar consejos, pero DA. Escucha a Dios, lee la palabra de Dios, pregúntale qué es aquello que no estás dando. ¿Será el diezmo? ¿La ofrenda? ¿Te cuesta? Pregúntale a Dios si a Él le costó dar su hijo en la cruz. ¿Será que debes pedir perdón a alguien? Pregúntale a Dios si a Él le costó perdonarnos por medio del sacrificio de Cristo.

Lee en Gálatas 1:4 : “Jesucristo DIO…”. Cada vez que te cueste dar algo, recuerda a Cristo y da, da, da, no dejes de dar. El corazón de Dios nos da todo. Fuimos creados a su imagen y semejanza, sabes que en tu corazón, hay un deseo de dar, pero cuesta. Claro que te dolerá, pero Dios multiplicará todo lo que des. Entrégale todo tu sustento hoy a Dios.


Su armadura


Finalmente, dejen que el gran poder de Cristo les dé las fuerzas necesarias. Protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del diablo. Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus malvados que actúan en el cielo. Ellos imponen su autoridad y su poder en el mundo actual. Por lo tanto, ¡protéjanse con la armadura completa! Así, cuando llegue el día malo, podrán resistir los ataques del enemigo y se mantendrán firmes hasta el fin. ¡Manténganse alerta! Que la verdad y la justicia de Dios los vistan y protejan como una armadura. Compartan la buena noticia de la paz; ¡estén siempre listos a anunciarla! Que su confianza en Dios los proteja como un escudo, y apague las flechas encendidas que arroja el diablo. Que la salvación los proteja como un casco, y que los defienda la palabra de Dios, que es la espada del Espíritu Santo. No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. En sus oraciones, pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios. (Efesios 6:10-18)

“Fe”, “Poder”, “Verdad”, “Justicia”, “Noticia”, “Confianza”, “Salvación”, “Palabra de Dios”, “Oración”. Si te pregunto qué te acabo de nombrar, ¿Qué me dirías? Palabras, por supuesto. Una lista de palabras que tienen muchísimo valor. Pero yo te diré otra cosa, no sólo son palabras, sino que también son Armas. Las armas de Dios y de nosotros.

Si Noé no hubiera tenido fe en Dios no hubiera construido el Arca y quizás nosotros no existiríamos. Si Abraham no hubiera confiado que tendría un hijo que daría herencia a todas las naciones, tampoco hubiera sido lo mismo. Si Moisés no hubiera esperado con paciencia la tierra prometida, quizás hoy todos fuéramos esclavos de Egipto y adoraríamos a otros dioses. Todo acto en el pasado, en el presente y en el futuro, fue, es y será posible mediante estas armas de Dios.

Estos hombres, vencieron sus miedos, barreras, inquietudes, muros y todo lo que les impedía confiar en Dios, poniéndose Su armadura y caminando siempre hacia delante. Sé que a veces cuesta seguir, sé que a veces cuesta confiar, pero no debes permitir que te lastimen porque hay alguien aún más Grande que te ama y te quiere ver siempre con la vista al frente.

Este último tiempo he tenido algunos problemas en mi casa. Día tras día yo sentía que me era más difícil seguir, ya no encontraba de dónde sacar fuerzas que me motivaran a al menos cambiar mi ánimo. Y leyendo la Palabra, encontré el versículo que está allí arriba. Y entendí, entendí que no podemos salir al mundo sin ponernos esa armadura.

FE, para darle autoridad a Dios de que actúe en nuestras vidas. PODER de Cristo, para renovarnos las fuerzas como las águilas. VERDAD y JUSTICIA, para recibir con una sonrisa las críticas y ofensas, sabiendo que Dios jamás nos dejará en vergüenza. NOTICIA de la Paz, el mensaje de amor de SALVACIÓN, para anunciarlo por cada rincón del mundo y llenarlo de luz. PALABRA de Dios, para crecer, madurar y confirmar que todo saldrá a tu favor.

Y por sobre todo la ORACIÓN, la oración para reconocer que sin Su armadura, sin Su amor nada seríamos.

Reflexiona estas palabras cada vez que sientas que todo te está costando el doble. Dios te ama y te ha dado numerosas armas para que sigas caminando hacia delante.

Jesús le preguntó: “¿Puedes confiar en Dios? Para el que confía en él, todo es posible”. (Marcos 9:23)


¡Tiempo de cambios!


El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. (Salmos 103:8-14)

Es tiempo que le demos un verdadero significado al amor de Dios por nosotros. Es cierto que Él entregó a Su hijo por nosotros aunque no lo mereciéramos, pero hagamos que su sacrificio haya valido la pena. Veo cristianos que en su interior creen que Cristo no los ha perdonado, se acuestan en la noche pensando en sus errores del pasado y en qué hacer para reponerlos cuando Cristo YA los ha perdonado. Una cosa es humillarnos ante Dios y otra muy distinta es vivir humillados por nuestra vida pasada.

El Señor conoce nuestra condición, y sabe que somos de barro. Sabe cuántas veces, cuándo y cómo le fallarás. Cuando permitió que clavaran a Jesús, tú ni existías, es decir que el sacrificio fue por tus pecados en un futuro. Dios te ha perdonado TODO, lo que has hecho ya y lo que no has hecho aún. Es por eso que no podemos vivir más con una mente de esclavo, sino de hijos del Rey.

Dios no es nuestro amo, es nuestro Papá. Él no quiere obediencia porque nos paga dinero para obedecerle, Él quiere que aprendamos a hacerlo por amor. Tenemos que darle a nuestro Señor todo nuestro corazón y entender que no hay nada que Él no sepa de ti.

El versículo de allí arriba es quizás uno de mis favoritos. Hay días en los que me pongo a pensar en mi pasado, sí, seguro tú también. Pero ya no vivo de él, cuando pienso en mi pasado sólo es para darle las GRACIAS a Dios de sacarme de allí, no para torturarme nuevamente y no sentirme digna de perdón.

Dios no guarda rencor, no se enoja fácilmente, no nos paga con la misma moneda, nos tiene paciencia, nos perdona, y no sólo eso, sino que OLVIDA. Si Dios ha olvidado aquello que tú no puedes olvidar, es tiempo que trabajes en ello.

Somos de barro, sí. Pero elijamos ser una vasija preciosa y única en manos de Dios, no podemos sentirnos menos si somos Sus hijos. No creamos que somos el lodo que se queda en la suela de las zapatillas luego de un día de lluvia, ¡No! Somos vasijas especiales, tesoros, hermosos ante Sus ojos. No permitas que ya nada te haga sentir menos.

De todos modos, cuidado. No quiero decir con esto que seamos orgullosos o egocéntricos, pero sí quiero diferencies “humillarte ante Dios” de “vivir humillado”. Humillarte ante Dios significa rendir nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestros deseos, nuestro corazón ante Él. Es darle el Señorío de nuestras vidas. Pero vivir humillado, es sentirte un perdedor de la mano de Cristo; creyendo que no mereces tanto amor, que no eres digno, que no tienes futuro debido a tu pasado. ¡Cambia tu mentalidad!

Sólo los valientes arrebatan el Reino de los Cielos. Los valientes leen la Biblia y se humillan ante Dios reconociendo sus errores; los cobardes, viven de sus errores una y otra vez, y no hacen valer el sacrificio de Cristo. Los valientes y humillados, arrebatarán el Reino de Dios. Ellos, serán ganadores y victoriosos en Dios. ¿Tú a cuál equipo perteneces?


¿Lleno de ti o lleno de Él?


Él debe tener cada vez más importancia, y yo tenerla menos. (Juan 3:30)

El Espíritu Santo no puede llenar a quien está lleno de sí mismo.

Renunciar a nosotros mismos es quizás uno de los pasos difíciles para vivir una vida cristiana correcta. Hacer la Voluntad de Dios por sobre la nuestra cuesta. Antes creíamos que si actuábamos en base de nuestros principios o nuestras ideas, llegaríamos a donde nosotros quisiéramos llegar. Y que en cambio, si seguíamos los pasos de Dios, no sabríamos a dónde íbamos ya que Sus planes para nosotros Él solo los sabría.

Pero cuando aceptaste a Cristo tuviste que haber cambiado esa mentalidad. Ahora sabemos que si actuamos por nuestra propia prudencia, eso no nos llevará a ningún lugar. En cambio, si nos rendimos ante Dios y dejamos que Él actúe en nuestras vidas, llegaremos a lugares de paz, con victoria y descansados. “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia”. (Proverbios 3:5)

Pero ¿Será que aún nos cuesta entender esto? ¿Será por eso que las cosas nos salen mal? ¿Será que seguimos llenos de nosotros mismos? Sí, leíste bien, llenos de nosotros mismos. Dios no puede llenar con su Espíritu Santo a quien está lleno de sí mismo.

Dios no actuará en alguien que dice “Yo puedo hacerlo…” antes de “Mi Dios puede hacerlo…”; Dios no bendecirá a alguien que dice “Yo sé lo que hago…” en vez de decir “Sé lo que mi Dios hace…”. No seamos más egoístas, debemos de vaciarnos totalmente de nosotros para llenarnos de Cristo.

Una vez me dijeron que “el cristianismo me lavó el cerebro”. Quizás quisieron decir que Cristo lavó mis pecados y que por eso decidí entregarme a Él, pero no entendí bien. Entiende bien, renunciar a nosotros mismos, no significa renunciar a nuestro cerebro. Dios te ha dado libertad de elegir. Se trata de cambiar nuestros planes por los Suyos.

El mejor trueque o intercambio que he hecho en mi vida fue Mis pecados por Su misericordia. Ahora bien, te dejaré algunos pasos para que puedas terminar de vaciarte de ti mismo y busques más la voluntad de Dios:

1. Reconoce a Dios: Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios”. (Salmos 46:10). Quédate quieto, tómate un minuto para reflexionar. ¿Le estás dando la autoridad a Dios para que actúe en tu vida? O ¿Le estás poniendo límites para hacer lo que tú quieras y en segundo lugar poner su voluntad? Piénsalo bien, reconoce que Dios es Dios y que jamás haría algo para dañarte.

2. Déjate moldear: Yo fui y me encontré al alfarero haciendo en el torno vasijas de barro. Cada vez que una vasija se le dañaba, volvía a hacer otra, hasta que la nueva vasija quedaba como él quería”. (Jeremías 18:3-4) Dios nos moldeará hasta que quedemos como Él quiere, no como nosotros queramos. Entiende que Sus planes son perfectos y que no hay detalle que quede fuera de atención. Cada parte de Sus propósitos para contigo fueron meditados desde antes que nacieras. Aquella relación, aquel trabajo, aquella amistad, aquella traición, aquel familiar, aquella situación de enfermedad o financiera, todo aquello que te esté haciendo daño, tiene un propósito, debes dejarte moldear por Dios entregándole todas tus preocupaciones. Cada grieta que tú tengas, Él con barro nuevo las sanará.

3. Pon tus ojos en la meta y no en la línea de partida: Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer”. (Filipenses 3:13) No te ates a tu pasado, déjalo ir. Si vives pensando en los errores que has cometido, jamás podrás vaciarte por completo. No pienses en la línea de partida, no veas lo que has recorrido ni cuánto has tropezado, pon tus ojos en Jesús. Mira e imagina el futuro maravilloso que puedes tener a Su lado. Déjate llenar por Él.

Es tiempo de vaciarnos y entregarnos por completo al Dador de vida. Déjate moldear y conocerás las bendiciones que Dios te ha estado guardando. Es tu momento, confía en el Señor, Él no te dejará solo.


¿Estás aFErrado a tu FE?


Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1 RV1960)

Estoy segura que si existieran los Oscars bíblicos, este versículo estaría ternado en “más leídos, pero menos entendidos”. ¿Por qué “no entendidos”? Porque la fe no funciona por tiempos, la fe no es momentánea; no hemos entendido que este versículo bíblico nos enseña el modo de vida que debemos llevar: “Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver.” (Hebreos 11:1 TLA)

La fe en Dios es algo inexplicable. No es decir “Sí, creo en Dios”, sino “Sí, LE creo A Dios”. Es levantarte cada mañana, con la seguridad de que uno va a recibir lo que Dios nos ha prometido. Es creer que sus bendiciones, sus soluciones, sus abrazos, sus recompensas, sus regaños incluso, serán para nuestro bien, para perfeccionarnos como hijos de Él que somos.

Debemos aferrarnos a nuestra fe. En los éxitos la fe nos mantendrá humildes, y en los fracasos nos mantendrá esperanzados. En los momentos difíciles secará nuestras lágrimas, y en nuestras risas nos ayudará a contagiar a nuestro prójimo. La fe, la confianza en Dios, ese amor por el Creador, es a lo que debemos aferrarnos.

Nuestra vida cristiana se basa en la FE. “¿Qué afirma entonces? “La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón.” Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:8-9)

Si no viviéramos por fe, y sí por vista, estaríamos totalmente cegados. Porque la mente humana tiene límites, pero la de Dios no. Si en verdad llevamos al Espíritu Santo en nosotros, creeremos todas y cada una de las historias de la Biblia. Hay cristianos que creen la mitad de la Biblia, sí creen que Jesús caminó sobre las aguas, pero no que Moisés abrió en dos el mar. Eso no es cristianismo verdadero, ya que la Biblia afirma que predicamos “palabra de FE”.

Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.” (1 Pedro 1:6-9) Nuestra fe es más valiosa que el oro, más valiosa que nuestro cuerpo; es aquella que nos muestra aprobados ante el Señor Jesús. Creerle a Dios es honrarlo. Y, como dice este versículo, la meta de la fe, es la Salvación misma.

Sé que te cuesta muchas veces creerle a Dios. Han herido tus sentimientos, te han traicionado tus emociones, han hablado mentiras sobre ti o te han dicho mentiras en la cara y cuando las descubriste fuiste decepcionado. Has llorado por familiares, por inconversos, por sanidades, por las pruebas que Dios te pone. Pero no te has detenido a pensar qué es lo que te hace falta realmente: Un momento con Dios. Un momento para que Él renueve tu fe, renueve tu motivo de vivir, renueve tus esperanzas.

En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.” (Romanos 5:1-5)

Al vivir en fe, por fe y para fe, tendremos paz en nuestro corazón. La fe es la llave secreta de acceso a la gracia y misericordia de Dios. La fe es el número de teléfono privado de Dios, por medio del cual Él nos bendice, nos reanima y nos fortalece. La fe, nos da esperanza. Y la esperanza, nunca nos defrauda. ¿Por qué? Porque Dios ha derramado su amor en ti. Aférrate a tu FE. Ya no llores, no lo mereces, Dios te ha creado para ser feliz.



Bien influenciados


El cielo y la tierra son testigos de que hoy les he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Yo les aconsejo, a ustedes y a sus descendientes, que elijan la vida. (Deuteronomio 30:19)

Existen tres tipos de “corrientes” que podemos seguir. “Reino de los cielos”, “Reino de las tinieblas” o el “Reino natural”. Pero ¿Cuál es la que estamos siguiendo verdaderamente? Como hijos de Dios, es tiempo que hagamos un examen profundo de dónde estamos parados y si realmente ese es el lugar donde Dios nos quiere.

Reino de las tinieblas

Hay un fino límite entre el reino de las tinieblas y el reino natural. El reino de las tinieblas está dominado por Satanás, el mundo está dominado por Satanás. Nosotros antes pertenecíamos al mundo, pero hemos de haber muerto a eso, junto con nuestros pensamientos, actitudes, lugares que frecuentábamos, amistades y todo aquello que no agradaba a Dios.

Sabemos que somos de Dios, y que el resto de la gente en el mundo está dominada por el diablo.” (1 Juan 5:19)

Por eso, den muerte a todos sus malos deseos; no tengan relaciones sexuales prohibidas, no sean indecentes, dominen sus malos deseos, y no busquen amontonar dinero, pues es lo mismo que adorar a dioses falsos. Todo esto hace que Dios se enoje con los desobedientes. Ustedes mismos se comportaban así antes de conocer a Cristo. Pero ahora tienen que dejar también todo esto: no se enojen, no busquen hacer el mal a otros, no ofendan a Dios ni insulten a sus semejantes, ni se mientan unos a otros, porque ustedes ya han dejado la vida de pecado y ahora viven de manera diferente.” (Colosenses 3:5-10)

Lo bueno no tiene nada que ver con lo malo. Tampoco pueden estar juntas la luz y la oscuridad. Ni puede haber amistad entre Cristo y el diablo. El que es seguidor de Cristo no llama hermano al que no lo es.” (2 Corintios 6:14-15)

Ustedes no aman a Dios, ni lo obedecen. ¿Pero acaso no saben que hacerse amigo del mundo es volverse enemigo de Dios? ¡Pues así es! Si ustedes aman lo malo del mundo, se vuelven enemigos de Dios.” (Santiago 4:4)

Si seguimos actuando a como lo hacíamos antes, no hemos entendido verdaderamente el mensaje de Cristo “Toma tu cruz, y sígueme”. Es necesario que soltemos de nuestras manos nuestro pasado, para darle a Dios nuestro presente y que sea Él quien determine nuestro futuro.

Reino Natural

“Haz lo que dicte tu corazón”, “Sólo tú te conoces, por lo tanto haz lo que sientas”, “Haz lo que tú creas mejor y saldrás adelante”. ¡Abominación! Es cierto que cuando somos verdaderamente de Cristo, Su espíritu nos domina y podemos confiar en que nuestra conciencia está alineada con la Voluntad de Dios. Pero todos cometemos errores, no podemos confiar plenamente en nosotros mismos.

Sólo Dios sabe qué pasará en nuestro futuro o cómo será nuestro día de mañana, por tanto nosotros no lo sabemos todo. Hoy en día parece que esta corriente liberal te permite ser quien quieres ser, sin importar que hayan limitaciones divinas. Ten cuidado, porque confiar en ti mismo solamente, te hará caer y le darás rienda suelta a Satanás para que te lleve a las tinieblas.

Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal…” (Génesis 6:5)

Nada hay tan engañoso como el corazón.” (Jeremías 17:9)

Así dice el Señor: “¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!” (Jeremías 17:5 NVI)

Yo, el Dios de Israel, declaro: “¡Maldito quien confía en los demás! ¡Maldito quien confía en sí mismo! ¡Maldito quien se aleja de mí!” (Jeremías 17:5 TLA)

Reino de los Cielos

Para éste fuimos creados y a éste debemos pertenecer hermanos. Sólo Dios es a quien debemos seguir y obedecer. Él nunca nos falla, Él nunca nos abandona, Él jamás nos guiará hacia el mal. Si somos de Cristo, debemos manejarnos en el terreno donde se manejó Cristo. Pensar como Él, vivir como Él, actuar como Él, hablar como Él. Claro que nunca seremos Jesús, pero sí debemos parecernos.

La buena noticia nos habla de la grandeza de Cristo, y Cristo a su vez nos muestra la grandeza de Dios. Ese mensaje brilla como la luz; pero los que no creen no pueden verla, porque Satanás no los deja.” (2 Corintios 4:4)

Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.” (Filipenses 4:8)

Recuerda el Proverbio 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” ¿Dónde está tu corazón? ¿En quién está confiando? ¿A quién está siguiendo? En la manera que tomes tus decisiones y filtres tus pensamientos, sabrás de qué lado estás y a quién perteneces. Hoy analiza ¿Qué reino influye más sobre ti?


El don de sonreír


Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. (Filipenses 4:7)

¿Ya eres de Cristo? ¿Ya puedes disfrutar de esa paz eterna? Hoy quiero que analices esto. Dios ha puesto su Espíritu en nosotros, debemos entender que ese es motivo más que suficiente para gozarnos en el Señor. Es motivo más que suficiente para seguir adelante con el doble de fuerzas que tenías antes.

Te contaré una historia bíblica que ya conoces para ver si lo comprendes mejor. Se trata de Mateo 8:23-27.

“Jesús subió a la barca y se fue con sus discípulos. Todavía estaban navegando cuando se desató una tormenta tan fuerte que las olas se metían en la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Entonces sus discípulos fueron a despertarlo: “¡Señor Jesús, sálvanos, porque nos hundimos!” Jesús les dijo: “¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios!” Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo. Los discípulos preguntaban asombrados: “¿Quién será este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen?””

Jesús había subido con los discípulos a la barca. No es que Jesús estaba a kilómetros de distancia y que debían de llamarlo al 911 para que Jesús corriera a su socorro: Jesús estaba con ellos. Y aún así, los discípulos perdieron la paz ante una tormenta. Cuánto se parece ésta historia al diario vivir de cada uno de nosotros.

Imagina que esa barca es tu vida. ¿Has perdido la paz en medio de una tormenta? Yo creo que sí, a todos nos pasa que tendemos a desmayar. Pero Jesús, Su espíritu está dentro nuestro. Así como lo estaba en la barca, Él está en tu corazón. No debes llamarlo al 911 para buscar socorro, solamente debes orar y guardar silencio, teniendo la confianza de que Dios está en tu corazón.

Puede ser que a veces Dios haga silencio en nuestras vidas, puede ser que parezca estar dormido como Jesús lo estaba en la barca, pero te diré algo: eso no significa que no esté en control de todo lo que sucede en tu vida. Con este devocional no quiero convencerte de que todo será color de rosas ni que no debes sufrir. Quiero que entiendas, que en medio de todo dolor, debes confiar en el Dios de la Paz.

Dios ya te la ha dado cuando lo recibiste. Tal vez mañana nadie entenderá por qué sonríes. Tal vez nadie entienda por qué ahora estés sonriendo. Pero Dios sí lo entenderá: Sonreirás porque aceptarás que tienes esa Paz que protege tu corazón y tu mente, y nada ni nadie podrá quitártela.


No calles tu canto


Dios mío, ¡yo estoy muy orgulloso de ti! ¡Todo el tiempo te bendeciré! ¡Mis labios siempre te alabarán! Ustedes, los humildes, ¡oigan esto y alégrense conmigo! (Salmos 34:1-2)

Qué lindo es alabar a Dios cuando todo nos sale bien, pero qué valorado testimonio cuando lo alabamos en las adversidades. David bien sabía esto. Él empezó siendo pastor de ovejas, luego guerrero y acabó siendo perseguido; pero en ningún momento sus labios dejaron de alabar a Dios.

Así como en las películas, David se había convertido en “EL MÁS BUSCADO” de su época. Había pueblos que no le permitían siquiera la entrada. Y David no había perdido su esperanza, él seguía confiando en su Dios. Y eso tuvo su recompensa, Dios lo libró de que casi lo mataran sin que David se lo pidiera.

Y es que cuando alabamos a Dios, cuando vivimos en Su presencia sin depender de nuestras circunstancias, cuando ponemos nuestra mirada en Él y no en los hombres, cuando confiamos en Sus promesas en vez de enfocarnos en nuestros problemas, todo eso tiene sus frutos.

A ti te digo, no calles tu canto. No calles aquello que Dios hace por ti aún cuando estás en medio de algo difícil. No calles el amor del Padre que espera recorrer cada rincón de este mundo. Si tú callas, será una voz menos que anuncie el cielo. Y si hay muchos como tú, pronto nadie hablará del Verdadero Amor. Se perdería la esperanza de este mundo, así que a ti te digo, no calles tu canto.

Sé que es difícil, sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero contamos con la ayuda de Dios. Si no confías en que sea posible, lee la Biblia y descubre cuántos como tú han pasado por la historia.

Moisés, David, Pablo, Jesús, Abraham, Ester, María, Isaías; y te aseguro que hay más nombres en aquella lista, esa lista de luchadores de fe. A pesar de las adversidades que atravesaron, el mismísimo Jesús también, no dejaron de alabar a Dios.

El título de este devocional se lo debo a una canción de Blest y Rojo que ha marcado mi vida: “Con todo mi corazón”. La letra dice:

Si la mañana pierde su esplendor, si mi aliento cesa o llega el temor, sólo Su rostro veré. Si la esperanza ha muerto y ya no hay amor, si todos te rechazan alrededor, mi canto no callaré. Yo te amo con toda mi vida, todo mi corazón. Te deseo, eres mi adoración. Yo te adoro por lo que tú eres, no por lo que soy yo. Te anhelo más que a nada Señor, con todo mi corazón. Si un día amaneciera triste y vacío, sin hojas, en silencio, mudo y frío, mis labios no cerraré. Si las campanas callan por el dolor, y si las flores lloran al irse el sol, sólo en ti confiaré”.

Yo amo y alabo a mi Dios, por lo que Él es, no por lo que soy yo. Yo lo alabo porque sé que aunque por momentos me toque atravesar por tormentas, mi Dios siempre brillará por sobre ellas. Por eso decido, mi canto no callar. ¿Y tú?


El hombre en quien Dios confía


Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. (Isaías 6:8)

El Dios en quien yo confío está siempre disponible. Pero, el hombre o mujer en quien Dios confía… ¿Está siempre disponible o a veces le cuesta y tal vez ahora está leyendo este devocional?

Es fácil decir que nuestro Dios puede todo, que nuestro Dios es Dios de imposibles, y que todo podemos en Cristo que nos fortalece. Es fácil que nosotros confiemos en Dios pero no es fácil que Dios confíe en nosotros.

Recuerdo que una vez, una persona me dijo que orara “Señor, te entrego toda mi vida, haz lo que quieras con ella, la dejo en tus manos”. Y yo oré. Pero es recién ahora que me doy cuenta que Dios ha tomado enserio esas palabras que salieron de mi boca. Cuando entregamos nuestra vida al Señor, debe ser nuestra vida completa, no sólo partes de ella. Tú en sus manos eres útil de formas que ni te imaginas.

Y eso no significa que el camino del cristiano es un camino hermoso. En la Biblia se nos dice que es un camino angosto y que pocos son los escogidos. ¿Quieres ser uno de ellos? Entonces obedece a Dios, no hay mejor decisión que rendirnos a Sus planes y negarnos a nuestros propios planes.

Job decía “Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo”. ¿Cuánto de eso se está viendo reflejado ahora en tu vida? Tal vez Dios te está pidiendo algo. Quiere que le entregues aquella herida, aquella traición, aquella ex pareja que te dañó, aquel trabajo en el cual no te valoraban, tal vez quiere que le entregues tus sueños o simplemente tu tiempo. Pero sea lo que sea, debes soltarlo para ver la gloria de Dios en tu vida.

En el versículo de allí arriba, el Señor estaba buscando un hombre en quien confiar. Dios necesitaba saber que alguien estaba disponible para Él. Tanto tú como yo, sabemos que Dios podría haber obligado a alguien a que le sirva ya que tiene el poder de hacerlo, pero no lo hizo. Dios preguntó. Dios les dio libertad de decirle SÍ o NO. Isaías dio el SÍ. Yo doy el SÍ.

Yo sé que los planes de Dios son mejores que mis planes. Yo sé que Sus propósitos son mejores que los que yo imagino. Yo sé que Sus sueños se cumplirán en mi vida si la entrego completamente en tus manos. Deja ir aquello que te está bloqueando tu disponibilidad hacia el Padre.

Dios quiere enviarte, Dios quiere confiar en ti. Si confías en Él, todo saldrá bien. Mateo era recaudador de impuestos, dejó todo y siguió a Jesús. Pedro era pescador, dejó todo y siguió a Jesús. Pablo construía tiendas, dejó todo y siguió a Jesús. No tengas miedo. El Señor de señores cuida de ti. Rinde tu vida a Dios y te convertirás un hombre en el que Él confía.



Está todo bajo control


Tú eres el Dios de la historia. Todo en el mundo sucede porque quieres que suceda. A unos los haces reinar, y a otros los quitas del trono. Tú haces que los sabios entiendan los misterios más profundos. Donde tú te encuentras no hay lugar para las sombras, porque la luz eres tú. (Daniel 2:21-22)

Daniel empezaba diciéndole a Dios “Tú eres el Dios de la historia”. El Dios de siempre, aquel que nunca cambió ni cambia, aquel que liberó a Israel, aquel que cumplió todas sus promesas, ese para Daniel, era el Dios de la historia. Le estaba diciendo al Señor “Sé que siempre has estado”.

A veces dudamos si Dios tiene el control de todo, pero Daniel afirmaba “Todo en el mundo sucede porque quieres que suceda”. A Dios nada se le escapa, Él tiene los detalles más pequeños de lo que sucede en todo el mundo y de lo que sucede en tu vida personal. Pero la pregunta es la siguiente, ¿Quién tiene el control, Dios o yo?

A veces crees que todo lo puedes controlar, pero es Dios quien controla todo. Debes poner tu confianza en Él, porque no hay imposibles en Su nombre. Aunque a veces creas tener todo “calculado”, debes ponerte a pensar si eso va acorde con la Voluntad de Dios, con el control de Dios.

Cuando nos lanzamos a hacer las cosas por nosotros mismos y nos olvidamos de poner a Dios primero, terminamos fracasando. Esto es porque cuando las cosas se salen de nuestro control, olvidamos poner la mano de Dios para hacerlo perfecto. 

En el mundo seguro te habrán dicho “tú eres el dueño de tu destino”, “tú puedes luchar y cumplir tus sueños”, “tú puedes hacerlo solo si te lo propones”. Pero al conocer a Dios, nos damos cuenta que no era cierto.

El dueño de nuestro destino es Dios, podemos cumplir nuestros sueños si se los entregamos a Él y sólo de Su mano podemos lograr las cosas con éxito. 

Detrás de cada cosa que te suceda, hay un propósito de Dios en ello. No hay nada que te haya pasado que no haya sucedido con su permiso, no hay nada que te suceda que no termine siendo usado para tu bien.

Daniel afirmaba “Donde tú te encuentras no hay lugar para las sombras, porque la luz eres tú”. Qué bonito es decirle eso a nuestro Dios, qué lindo es que Él sepa que le damos el total control de nuestra vida. Donde pongas a Dios siempre habrá luz y no sombras en tu vida. Donde Dios alumbre tus problemas, tus errores, esas sombras, desaparecerán.

Descansa en Dios, deja de intentar controlar todo sobre tu vida porque terminarás agotado y confundido. No te alejes de Su cuidado y de Su amor. Confía en Él y todo empezará a aclararse en tu vida. Dios siempre estuvo, siempre está y siempre estará contigo.


Dejándolos sin palabras

Tú mismo tienes que ser un buen ejemplo en todo. Enséñales a hacer el bien y, cuando lo hagas, hazlo con seriedad y honestidad. Di siempre lo bueno, y así nadie podrá criticarte. Si haces lo que te digo, los que están en contra nuestra sentirán vergüenza y no podrán hablar mal de nosotros. (Tito 2:7-8)

“¡Ay! ¿Ese es cristiano?”, “Para ser como él/ella mejor me quedo como estoy”, “Qué lindas actitudes pff, y eso que eres cristiano...”. Mucha gente (incluso los cristianos) juzga a los demás por sus actitudes. Dicen que “somos lo que dice la gente”, yo creo que “somos lo Dios dice que somos”. Si bien la gente puede juzgarte por tus actitudes, tú no debes cambiar para agradarles a ellos sino para agradarle a Dios.

Jesús nos da dos ejemplos claros de cómo actuar:

Tratar al otro como a ti mismo

“Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ése, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo” (Mateo 22:39). ¿Qué significa amar al otro como a mí mismo? Significa que no debes dejarte llevar por tus amarguras o enojos, así como a ti no te gustaría que te traten con enojo. Si alguien te ha lastimado, no seas impulsivo. Piensa antes de abrir la boca, porque las palabras hieren y por más que luego te disculpes, puedes llegar a dejar una marca en esa persona.

Pregúntate, ¿Me diría a mí mismo “Cállate” o “No quiero escuchar tus excusas”? ¿Me diría a mí mismo “Tú no sirves para esto” o “Yo tengo la razón”?. Debes siempre tratar de pensar con tu mente tranquila. Por más grande que sea el dolor que sientas, eres un hijo de Dios y debes aprender a actuar como tal.

Trata al otro como a ti mismo, sin importar la circunstancia. Cuesta, pero Jesús así trataba hasta a quienes estaban en Su contra.

Tratar al otro como a Jesús y hacer todo para Él

“Porque cuando tuve hambre, ustedes me dieron de comer; cuando tuve sed, me dieron de beber; cuando tuve que salir de mi país, ustedes me recibieron en su casa; cuando no tuve ropa, ustedes me la dieron; cuando estuve enfermo, me visitaron; cuando estuve en la cárcel, ustedes fueron a verme.” Y los buenos me preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer? ¿Cuándo tuviste sed y te dimos de beber? ¿Alguna vez tuviste que salir de tu país y te recibimos en nuestra casa, o te vimos sin ropa y te dimos qué ponerte? No recordamos que hayas estado enfermo, o en la cárcel, y que te hayamos visitado.” Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.” (Mateo 25:35-40)

Imagínate en medio de una discusión, tú y la otra persona empiezan a subir el tono de voz o empiezan a decirse cosas no tan bonitas. De repente, la otra persona se transforma en Jesús. ¿Seguirías gritándole? ¿Seguirías diciéndole lo que le estabas diciendo? Estoy segura que no, por eso debes de tratar al otro como si fuera Jesús.

Cuando alguien te pide ayuda, hazlo como si fuera Jesús. Cuando alguien se disculpa contigo, no dejes que tu rencor te gane y discúlpalo como si fuera Jesús. Si alguien te levanta el tono de voz o te trata mal, no lo imites, dile que se calme y que prefieres hablar cuando estén más tranquilos.

En Colosenses 3:23 leemos “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente”. Por eso, a partir de hoy, empieza a actuar como si lo hicieras todo para Cristo. Tienes que ser ejemplo, sé sincero y honesto con las personas y con Dios, Él no nos quiere hipócritas. Que tus palabras siempre suelten bendición así nadie podrá burlarse de Dios por tus actitudes.

Si haces eso, así como lo dice en la Biblia, los que tanto nos critican y observan cada paso que demos, se quedarán callados y sentirán vergüenza. Dirán: Éste sí que es un/a verdadero Hijo/a de Dios.


¿A quién escuchas?


Jesús les dijo: "Ustedes saben que sólo un ladrón y bandido entra al corral saltando la cerca. En cambio, el pastor de las ovejas entra por la puerta. El que cuida la entrada le abre, y el pastor llama a cada una de sus ovejas por nombre, y ellas reconocen su voz. Luego el pastor las lleva fuera del corral, y cuando ya han salido todas, él va delante de ellas. Las ovejas siguen al pastor porque reconocen su voz. Pero no seguirían a un desconocido; más bien huirían de él, pues no reconocerían su voz." Jesús les puso el ejemplo anterior, pero ellos no entendieron lo que les quiso decir. (Juan 10:1-6)

Jesús en su paso por la Tierra dejó en claro que Él es el Buen Pastor. Ya hemos entendido que cuida a sus ovejas, que si una se pierde Él siempre sale a buscarla, que las hace descansar en delicados pastos y que les da de tomar agua fresca. Pero este versículo es diferente. No habla de cómo Jesús actúa para con sus ovejas, sino que habla de cómo las ovejas reaccionan ante la voz de su Pastor.

¿Cómo reaccionamos ante la voz de Jesús? ¿Hacemos siempre lo que Él nos pide? Y aquí me quiero detener.

A veces la voz del mundo nos ensordece. A veces el trabajo, la familia, nuestros problemas, los estudios, las tareas o también pueden ser las responsabilidades dentro de la iglesia, nos ensordecen. Y con "ensordecer" me refiero a que nos confunden a la hora de escuchar a nuestro Señor y perdemos de vista cuál es Su voluntad.

Según el versículo, las ovejas siguen al pastor porque reconocen su voz. No necesitan verlo para seguirlo, sino escucharlo. Se supone que cuando oyeran a un desconocido huirían de él. Pero aquí está el problema, a veces, las otras voces nos atraen en vez de hacer que huyamos.

Debemos aprender a reconocer la voz del Señor. El enemigo siempre tratará de seducirte con placeres, vicios, amistades, videojuegos, dinero, mujeres u hombres. Él se meterá en tu vida saltando la cerca del corral, como ladrón y bandido. Así como cuando un ladrón entra en una casa hoy en día y le dice a los que allí viven "Cállense, hagan lo que yo les digo y no les pasará nada".

El diablo durante siglos nos ha convencido de que si hacemos lo que él nos pide nada pasará. Pero claro que todo tiene sus consecuencias. No escuches su voz, cuando tú lo dejas entrar en tu vida, tomará todo de ti, no sólo una parte. Cuando un ladrón entra en una casa posiblemente se lleva todo o lo de mayor valor. Así lo hace el enemigo contigo, te roba lo más preciado, te roba lo más valioso, te quita la felicidad, te quita la paz, te quita la comunión con Dios.

Pero, ¿Cómo reconocer la voz de Dios y la del enemigo? Es fácil. Toda palabra de Dios estará de acuerdo con la Biblia. Todo lo que Dios te diga será para tu bien. Todo lo que Dios te hable será de bendición para tu vida. Si escuchas una voz que te diga "Toma alcohol, es sólo un poquito, no te hará daño, sólo es por diversión", ya sabes qué hacer y a quién pertenece esa voz.

Dios siempre te guiará hacia el camino del bien. Seamos como las ovejas. Sigamos a nuestro pastor por fe, por su voz y no por nuestra vista. No necesitamos verlo para saber cuál es su voluntad. Todo se nos ha dejado dicho en la Biblia.

Huyamos cuando el enemigo viene a ofrecernos distracciones. ¡Tú puedes hacerlo! Reconoce y sigue a Jesús, no al enemigo mentiroso. Y tú, ¿Ya has aprendido a reconocer la voz de nuestro Señor? o ¿Aún te sigue engañando el enemigo?


Creer es hacer


Como pueden ver, Dios nos acepta por lo que hacemos, y no sólo por lo que creemos. (Santiago 2:24)

Hay versículos que a veces quisiéramos pasar por alto ya que demuestran nuestras faltas, pero en realidad son los más importantes que debemos de tener en cuenta a la hora en que nos preguntamos “¿Qué debo hacer?”. Reconocer nuestros errores, es el primer paso para cambiarlos.

El versículo de allí arriba nos exhorta a llevar una vida de fe con obras. Es que, por lo que entiendo, la fe sin obras no existe, es totalmente una máscara. La Biblia dice que la Salvación se nos es dada por Gracia cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, sí, pero si lo hacemos y ACTUAMOS. Esa es la única condición. Ser cristiano debe ser una vida de acción, no una vida estática.

“Hermanos en Cristo, ¿de qué sirve que algunos de ustedes digan que son fieles a Dios, si no hacen nada bueno para demostrarlo? ¡Así no se van a salvar!” (Santiago 2:14) No podemos engañarnos a nosotros mismos ni a Dios. Quizás por fuera eres un “cristiano ejemplar”: asistes a la iglesia, das tu diezmo, tienes una familia en paz, sirves, ayudas, y demás. Pero en la soledad de tu cuarto, lloras en vez de buscar a Dios.

Si hay algo sobre esta tierra que jamás hubiéramos merecido, es el amor de Dios. ¿Qué estamos haciendo con Él? Fe sin obras no es fe.

Ahora bien, hay algo que durante mucho tiempo nos ha confundido. ¿Qué son las obras? Siempre se cree que son cosas materiales, como ayudar a los pobres, darle al necesitado o donar dinero. Pero ese no es el tipo de obras que nos llevará al cielo.

Hay religiones que profesan que haciendo estas cosas, te ganarás el cielo. Sólo por el hecho de hacerlas, lo cual no es correcto ya que de nada sirve salir a dar pan y chocolate caliente por las calles, si tu casa se está desmoronando.

El tipo de obras que conlleva la fe, no son terrenales, son espirituales. Son actitudes, son decisiones bien tomadas, son la oración, la comunión con Dios, las que nos llevarán a vivir la vida eterna prometida.

A continuación, y seré breve ya que quiero que tú hagas tu propia reflexión, te dejaré algunos versículos con las Obras de las cuales Dios habla:

1) Mostrar y demostrar el amor de Dios.

Ustedes han confiado en nuestro poderoso Señor Jesucristo, así que no deben tratar a unas personas mejor que a otras.” (Santiago 2:1)

Así que dices ser cristiano, dime ¿Cuándo fue la última vez que diste la espalda a un incrédulo sólo porque se burló de ti? Nosotros debemos perdonar, debemos amar incluso a quien nos odia. Sé que no es fácil, yo misma lo he experimentado, pero es una acción que demuestra claramente que llevamos a Dios en nuestro corazón.

2) Sabiduría.

La gente que no es confiable ni capaz de tomar buenas decisiones no recibirá nada del Señor.” (Santiago 1:7-8)

Así que dices ser cristiano, dime ¿Cuántas veces fallaste en la toma de decisiones por no tomar a Dios en cuenta? ¡Muchas, al igual que yo! Nos cuesta dejar todo en manos de Dios, pero esa actitud, esa sabiduría de decir “Dios es más grande que yo”, demuestra una total dependencia del Rey de Reyes y te aseguro que es una actitud de un verdadero cristiano.

3) Asumir nuestros errores.

Cuando ustedes sean tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo.” (Santiago 2:13)

Así que dices ser cristiano, dime ¿Cuántas veces le has dicho a Dios que por qué permitió que algo te sucediera? Los incrédulos le echan la culpa a Dios por las crisis del mundo, por el hambre, por la pobreza. Y nosotros le echamos la culpa por nuestros errores. Si en verdad hemos pecado, reconozcámoslo. Debemos decirle a Dios “Señor, si lo permitiste, es para que me diera cuenta que puedo equivocarme cuando no dependo de Ti”.

4) Pensar antes de todo.

Mis queridos hermanos, pongan atención a esto que les voy a decir: todos deben estar siempre dispuestos a escuchar a los demás, pero no dispuestos a enojarse y hablar mucho.” (Santiago 1:19)

Así que dices ser cristiano, dime ¿Por qué reaccionas tan impulsivamente y no pides primero a Dios que te guíe? En esto debo decir que soy la primera en equivocarme. Cuesta ser pacientes y estar calmados cuando vemos una injusticia o cuando nos lastiman; pero es una de las obras de la fe.

Debemos escuchar a los demás, aún cuando el otro nos haya dañado. Y como cristianos, debemos esperar, prestarles atención, pedirle a Dios sabiduría al responder para no ser nosotros quienes lastimemos. Nuestra lengua tiene que soltar las palabras que soltaría el mismísimo Jesús en la misma situación.

Por eso en Santiago 2:26 nos dice “Si alguien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad.

5) Leer, creer y vivir la Palabra de Dios.

Creo que este último punto, es el centro de toda Obra de fe. La Biblia debe ser nuestra guía de vida. Nuestro mapa, nuestra brújula. Nuestra calma, nuestra canción, nuestra consolación.

Por el contrario, si ustedes ponen toda su atención en la palabra de Dios, y la obedecen siempre, serán felices en todo lo que hagan. Porque la palabra de Dios es perfecta y los libera del pecado.” (Santiago 2:25)

Cuando nuestra vida está guiada por la Palabra de Dios, los frutos que daremos y las acciones que haremos, serán de verdaderos hijos de Dios. Con este devocional yo no quiero regañarte ni decirte que no eres un verdadero cristiano. Si me permites decirte, soy la primera en fallar en estos cinco puntos. Tan sólo quiero que en tu corazón, leas con atención las veces que sea necesario, los versículos, y te preguntes si en verdad estás viviendo para Dios como a Él le agrada.

Examina tu corazón. Tienes un Padre amoroso y misericordioso que está esperando moldearte. Los cambios duelen, pero son necesarios. Vivir para Dios no es fácil pero es una vida en victoria. Es una vida llena de promesas y bendiciones abundantes. Es una locura celestial trasladada a la tierra. Se trata de ser diferentes, se trata de creerle a un Dios que todo lo puede. Sé que amas a Dios y que quieres hacer las cosas bien para Él, entonces, corre hoy a Él y comienza a prepararte. Porque al verdadero cristiano, Dios dará corona especial.