Oración express
Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón. (Jeremías 29:13)
En el cielo, las oraciones express no funcionan. Quizás el título ha llamado tu atención y te estés preguntando a qué llamo “oración express”. Son aquellas oraciones que decimos apurados, como si nos estuvieran corriendo. Aquellas en las que no nos dejamos llevar por el Espíritu Santo y acabamos haciendo un monólogo más que un diálogo con Dios. La oración express es aquella desinteresada, impulsiva, desesperada, que no se hace con el corazón.
Todos y cada uno de nosotros, alguna vez o más de una, nos hemos dejado llevar por lo emocional para orar, cuando en realidad es lo espiritual lo que debe llevarnos. Decimos “Hay que orar por esto, debo orar por aquello, debo declarar, debo, debo, debo…” pero cuando llega el momento, no nos tomamos más de 10 minutos para hablar con Dios.
¿Cómo comenzar a darle Poder a tu oración? Aquí te daré algunos versículos que quizás puedan ayudarte.
“Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.” (Mateo 7:7-8) Pedir, hablar y llamar. En las oraciones express, en vez de hacer lo que hacemos en este versículo, es exigir, reclamar, quejarnos, apurar a Dios.
Debemos pedir conforme a la Voluntad de Dios, no a nuestros deseos. Esto implica que debes en verdad de llegar a un estado en el que no seas tú el que está pidiendo, sino el Espíritu Santo por ti. “Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.” (Romanos 8:26)
“Señor, si tú lo deseas, dame un auto nuevo…” No. Eso no es pedir conforme a la Voluntad de Dios, eso es tratar de convencer a Dios; pero somos nosotros los que debemos convencernos de que Dios es quien sabe lo que nos conviene. Quizás tu oración, sea sólo de 5 minutos, pero si en esos 5 minutos, intercede el Espíritu de Dios, habrás ganado toda una vida.
Quiero que entiendas que no es el tiempo que le dediques a Dios, sino cómo se lo dedicas. “Oren en todo momento.” (1 Tesalonicenses 5:17) ¿Las 24 horas, los 7 días a la semana? Es por eso que uno cree que la oración es aburrida. Cuando la tomamos como obligación, se torna pesada. Pero aquí lo que se nos quiere explicar, es que no importa en qué situación nos encontremos, pero debemos de clamar a Dios.
Serán minutos, serán horas, o quizás puedas pasar toda una noche orando. Pero lo que le dará poder a tu oración, es la fe que tienes en el Dios al que oras. No es el tiempo que dedicas a la oración lo que cambiará tu vida, sino el Espíritu que se mueve cuando oras es el que te cambiará.
“Antes de que me llamen, yo les responderé; antes de que terminen de hablar, ya los habré escuchado.” (Isaías 65:24) Quizás hayas pensado ¿Y si Dios no me escucha? Si diriges una oración vacía, sin humildad, sin corazón, Dios no te responderá. Pero si en verdad en tu alma y espíritu, está el anhelo y deseo de orar por algo o por alguien, Dios habrá escuchado antes de que lo hagas y actuará antes de que se lo pidas.
Esas son las oraciones que agradan a Dios y lo glorifican. Cambia tu monólogo y comienza a que tus oraciones sean diálogos. La oración express, como ya creo has entendido, no es más que una palabra que sale de tu boca. Pero una oración con fe, es una palabra poderosa porque llega a oídos de Dios.
Siente ahora, a Jesús hablándote, en este mismo momento. Pídele perdón si no te has tomado el suficiente tiempo de entender que la oración es importante para tu vida. Reconoce que no recibes porque no has aprendido a pedir. Jesús te dice: “No te desesperes, no me dirijas una oración agitada como si quisieras exigirme el cumplimiento de tu deseo. Cierra los ojos del alma y dime con alma: “Jesús, yo confío en Ti…”. Calma, yo escucho cuando me buscas con el corazón, y cuando no lo haces, sigo a tu lado esperando a que me llames. Sé que dices que no tienes tiempo, pero dedícame aún el poco que tengas. Yo te hablaré, y no imaginas todo lo que tengo para ti si me crees. Te amo, hijo, hija, escucho ahora tu oración.”