Oración express


Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón. (Jeremías 29:13)

En el cielo, las oraciones express no funcionan. Quizás el título ha llamado tu atención y te estés preguntando a qué llamo “oración express”. Son aquellas oraciones que decimos apurados, como si nos estuvieran corriendo. Aquellas en las que no nos dejamos llevar por el Espíritu Santo y acabamos haciendo un monólogo más que un diálogo con Dios. La oración express es aquella desinteresada, impulsiva, desesperada, que no se hace con el corazón.

Todos y cada uno de nosotros, alguna vez o más de una, nos hemos dejado llevar por lo emocional para orar, cuando en realidad es lo espiritual lo que debe llevarnos. Decimos “Hay que orar por esto, debo orar por aquello, debo declarar, debo, debo, debo…” pero cuando llega el momento, no nos tomamos más de 10 minutos para hablar con Dios.

¿Cómo comenzar a darle Poder a tu oración? Aquí te daré algunos versículos que quizás puedan ayudarte.

Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.” (Mateo 7:7-8) Pedir, hablar y llamar. En las oraciones express, en vez de hacer lo que hacemos en este versículo, es exigir, reclamar, quejarnos, apurar a Dios.

Debemos pedir conforme a la Voluntad de Dios, no a nuestros deseos. Esto implica que debes en verdad de llegar a un estado en el que no seas tú el que está pidiendo, sino el Espíritu Santo por ti. “Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.” (Romanos 8:26)

“Señor, si tú lo deseas, dame un auto nuevo…” No. Eso no es pedir conforme a la Voluntad de Dios, eso es tratar de convencer a Dios; pero somos nosotros los que debemos convencernos de que Dios es quien sabe lo que nos conviene. Quizás tu oración, sea sólo de 5 minutos, pero si en esos 5 minutos, intercede el Espíritu de Dios, habrás ganado toda una vida.

Quiero que entiendas que no es el tiempo que le dediques a Dios, sino cómo se lo dedicas. “Oren en todo momento.” (1 Tesalonicenses 5:17) ¿Las 24 horas, los 7 días a la semana? Es por eso que uno cree que la oración es aburrida. Cuando la tomamos como obligación, se torna pesada. Pero aquí lo que se nos quiere explicar, es que no importa en qué situación nos encontremos, pero debemos de clamar a Dios.

Serán minutos, serán horas, o quizás puedas pasar toda una noche orando. Pero lo que le dará poder a tu oración, es la fe que tienes en el Dios al que oras. No es el tiempo que dedicas a la oración lo que cambiará tu vida, sino el Espíritu que se mueve cuando oras es el que te cambiará.

Antes de que me llamen, yo les responderé; antes de que terminen de hablar, ya los habré escuchado.” (Isaías 65:24) Quizás hayas pensado ¿Y si Dios no me escucha? Si diriges una oración vacía, sin humildad, sin corazón, Dios no te responderá. Pero si en verdad en tu alma y espíritu, está el anhelo y deseo de orar por algo o por alguien, Dios habrá escuchado antes de que lo hagas y actuará antes de que se lo pidas.

Esas son las oraciones que agradan a Dios y lo glorifican. Cambia tu monólogo y comienza a que tus oraciones sean diálogos. La oración express, como ya creo has entendido, no es más que una palabra que sale de tu boca. Pero una oración con fe, es una palabra poderosa porque llega a oídos de Dios.

Siente ahora, a Jesús hablándote, en este mismo momento. Pídele perdón si no te has tomado el suficiente tiempo de entender que la oración es importante para tu vida. Reconoce que no recibes porque no has aprendido a pedir. Jesús te dice: “No te desesperes, no me dirijas una oración agitada como si quisieras exigirme el cumplimiento de tu deseo. Cierra los ojos del alma y dime con alma: “Jesús, yo confío en Ti…”. Calma, yo escucho cuando me buscas con el corazón, y cuando no lo haces, sigo a tu lado esperando a que me llames. Sé que dices que no tienes tiempo, pero dedícame aún el poco que tengas. Yo te hablaré, y no imaginas todo lo que tengo para ti si me crees. Te amo, hijo, hija, escucho ahora tu oración.


¡Prepara, apunta y declara!


Cada uno recibe por sus palabras su premio o su castigo. La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla; los que no paran de hablar sufren las consecuencias. (Proverbios 18:20-21)

Nosotros sabemos que nuestro Dios es poderoso, sabemos el Poder que tiene su Palabra, pero ¿Sabemos el poder que tienen nuestras palabras? ¿Estamos conscientes de lo que nuestros labios son capaces de hacer? Según varios de los proverbios, todo lo que sale de nuestra boca es: MUY poderoso. El proverbio 18 es el que he encontrado más claro, dice “La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla”. Ahora bien, debido a esto debemos de ser cuidadosos con lo que decimos. Muchos utilizan los términos “declarar” y “maldecir”.

Hoy en día me entristece ver cómo mucha gente, dentro o fuera de la iglesia, vive de los chismes. Lo que sale de su boca sólo es chusmerío, sólo es palabra que lastima, sólo es palabra que hace caer, es palabra de destrucción; y lo que más me entristece, es que como dice la biblia, lo que cosechan sembrarán, y por sus palabras recibirán castigo y eso no se lo deseo a nadie.

Pero voy a enfocarme ahora en el poder de la declaración de tus palabras. En la Biblia hay tantos ejemplos, Jesús es el principal ejemplo, Él decía “Sana” y el enfermo sanaba, decía “Levántate” y el caído se levantaba, decía “Ven” y la gente lo seguía, y tú seguro me dirás “Já! Pero Él es Jesús, no yo; Él es Dios, yo hombre”. Por eso mismo, te invito a que leas cómo David, un hombre como tú y como yo, venció a Goliat.

“Pero David les preguntó a los que estaban cerca de allí: “¿Quién se cree este extranjero, que se atreve a desafiar a los ejércitos de Dios?” (…) Algunos soldados oyeron que David andaba preguntando, y fueron a decírselo a Saúl. Entonces el rey hizo llamar a David, y David le dijo: “No se preocupe Su Majestad. Yo mataré a ese filisteo”. Pero Saúl le dijo: “No vas a poder matarlo. Tú eres todavía muy jovencito, y él ha sido guerrero toda su vida”. David le contestó: “Yo soy pastor de las ovejas de mi padre. Pero si un león o un oso vienen a llevarse alguna oveja, yo los persigo, los hiero y les quito del hocico la oveja. Y si el león o el oso se me echan encima, yo los golpeo y los mato. Y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, también me librará de este filisteo”. Entonces Saúl le dijo a David: “Anda, pues, y que Dios te acompañe”. Enseguida Saúl dio órdenes de que le pusieran a David su propia ropa militar, su armadura de bronce y su casco. Por su parte, David se colgó la espada, pero como no estaba acostumbrado a usar armadura, no podía ni caminar. Así que le dijo a Saúl: “Yo no estoy acostumbrado a usar esto, y no puedo ni caminar”. Y se quitó la armadura. Pero tomó su vara y su honda, y puso en su bolsa cinco piedras del río. Luego fue y se le acercó al filisteo. También Goliat se acercó a David, aunque su ayudante iba siempre delante de él. Cuando vio que David no era más que un muchachito de piel morena, lo consideró muy poca cosa y lo maldijo en nombre de sus dioses. Le dijo: “¡Vaya con el niño bonito! Vienes a pelear conmigo con un palo, como si fuera yo un perro. Ven acá, que te voy a matar, y con tu carne voy a alimentar a los buitres y a las bestias salvajes”. Pero David le contestó: “¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!” Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él y, sacando una piedra de su bolsa, disparó su honda y le pegó al filisteo en plena cara. La piedra se le clavó en la frente, y el filisteo cayó de cara al suelo. (Samuel 17:25;31-49)

Si después de leer esto crees que Goliat fue vencido con una honda y luego con una espada, no has entendido el pasaje; ¡Goliat fue vencido por el Poder de la palabra que soltó David! Mira:

1) “Yo mataré a este filisteo”: Declaró victoria sobre el enemigo, declaró ser más poderoso que éste, declaró autoridad. Y así fue.

2) “Y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, también me librará de este filisteo”: Declaró que Dios lo ayudaría, declaró que él pertenecía al ejército del Dios vivo, declaró haber tenido victoria antes. Y así fue.

3) “Lo maldijo en nombre de sus dioses”: Goliat también utilizó el poder de la declaración, ¿Sabes por qué fracasó? Porque el poder sólo lo tiene Jesús. Porque sólo en el nombre de Jesús esa palabra es poderosa, todo lo que tú hables y declares será en el nombre de Jesús, a Goliat sus dioses no lo ayudaron pues fíjate que terminó muerto, pero todo lo que nosotros declaremos en el nombre de Jesús, así será hecho.

4) “¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!”: Y aquí lo más importante, declaró que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas ¿Adivinas qué es necesario para triunfar? Creer con fe en que las palabras que declares en tu vida serán hechas.

El enemigo vendrá sobre ti a pelearte con espada, flechas, lanzas, problemas, enfermedades, fracasos, tropiezos, amistades no sinceras, traiciones; pero no olvides que tú vienes en el nombre del Dios todopoderoso. El enemigo piensa que te está desafiando a ti, pero nosotros sabemos que desafía al único Dios vivo, y a Él nada ni nadie lo puede vencer. ¿Aún dudas del poder de tus palabras? Declara victoria sobre todo aquello que te esté atormentando, declara en el nombre de Jesús, ¡Esa es la debilidad del diablo, él no puede declarar en el nombre de Jesús! Jamás podrá ser como tú o como yo: vencedores. Declara, declara y declara.

Hoy recuerda 1 Samuel 17:47 en tu mente: “¡Y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!”


Él ruega por ti


No bien decía: “Mis pies resbalan”, cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. (Salmos 94:18-19)

Recuerdo una vez en mi escuela secundaria, tenía un examen de Física. Debo admitir que no me gustaba esa materia, jamás prestaba atención en clases, pero a la hora de dar un examen estudiaba y salía bien. Un día me tocó prepararme para dos exámenes el mismo día, física e historia. Pensando que física me sería fácil, no estudié y preferí sacarme buena nota sólo en historia.

Cuando me dieron la hoja del examen de física para empezar a hacerlo, me resultó muy fácil. Hice el primer ejercicio, el segundo, el tercero…y me detuve en el cuarto. ¡No sabía cómo hacerlo! Tenía que salir bien para aprobar la materia, me trabé en ese ejercicio y no pude continuar hasta que cinco minutos antes de que acabara la hora, decidí pedirle ayuda a la profesora. Yo le dije “Profesora, mire, hago éste ejercicio del modo que usted lo explicó pero no me da el resultado”, a lo que ella riendo me dijo “¡Es que tenías que preguntarme a mí, hay un dato mal en ese ejercicio, claro que no iba a darte resultado!”.

¿Qué quiero decir con esto? Muchas veces intentamos hacer todo por nuestros propios medios, damos nuestro mayor esfuerzo, luchamos, buscamos distintas formas de superar algo, y el Señor ahí es cuando nos dice “Es que tú aún no estás preparado, tienes que buscarme a Mí”. Yo no estaba preparada para ese examen, y por capricho no quise pedirle ayuda a la profesora, hasta que me decidí y salí bien gracias a que ella me dijo cómo hacerlo.

Leyendo el salmo que está más arriba, me di cuenta que aunque nosotros pongamos a Dios muchas veces como nuestro último recurso, para Él nosotros siempre seremos su primer recurso. “No bien decía: Mis pies resbalan…” ¡Dios no te deja terminar la frase y te dice: Aquí estoy! Él en su infinito amor tiene las respuestas a todo lo que te sucede, sea un problema, sea una duda, sea un temor, sea una oportunidad, Él ya sabe lo ocurrirá en tu vida, déjalo entrar y que sea Él quien la controle.

“Cuando en mí la angustia iba en aumento…”, Dios no espera a que tú estés deprimido, sólo, triste o angustiado para ayudarte, Él antes de que tú lo busques ya está dispuesto a consolarte. ¿No es Perfecto su amor? No permitas que nadie te diga que estás sólo o que no vales la pena, ante los ojos de Dios tú eres su Hijo o Hija, y no hay nada que Él más desee que consolarte.

¿Aún no entiendes? En el Salmos 34:15 dice “Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones”. ¿Qué significa? Que no sólo Dios te está viendo constantemente con sus ojos, no solamente ve cómo te sientes, sino que también te escucha. Él escucha tus ruegos, a cada oración Él siempre te responde: Aquí estoy.

Muchas veces no entendemos las cosas que nos suceden en nuestro diario vivir, no sabemos si a veces son pruebas, son consecuencias o son trabas que nos pone el enemigo; pero sí entendemos y sabemos que tenemos un Dios que todo lo puede y todo lo supera. Dios no te prometió días sin dolor, pero Él sí te prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas y Luz para el camino.

Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros. Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. ¿Quién puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha declarado inocentes! ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros”. Romanos 8:31-34

No sólo tenemos un Dios que todo lo puede y todo lo supera, sino que tenemos un Dios que está de nuestra parte. Un Dios que entregó a su hijo y nos prometió un sin fin de cosas sin contar una vida eterna llena de felicidad.

¿Alguien acaso puede decirnos algo que realmente pueda lastimarnos? ¿Alguien acaso puede castigarnos, cuando Cristo nos libró de toda cadena? Nadie podrá estar en contra de nosotros, sea un líder, un pastor, un amigo o un familiar, nadie debería de tener el derecho de hacerte caer. No permitas que nadie te lastime, recuerda que ninguno de ellos murió en la cruz por amarte. Hoy levántate, Jesucristo está rogando por ti.


Reflejo sin manchas


Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. (Santiago 1:23)

A lo largo de mi corta vida, he escuchado cientos de veces frases como “tú eres realmente como los demás te ven”, “tú eres como tú mismo te ves aunque no te demuestres así”, “tú eres así porque te dejas llevar por la opinión de la gente”.

Déjame decirte algo: no hagas caso a aquellas frases si te las han dicho a ti.

Uno de los regalos que nos ha dejado Dios, incluso lo considero uno de los mejores regalos, ha sido su Palabra. Y quiero hablarte de la Palabra de Dios, como si fuera un espejo.

Cuando tú te paras frente a un espejo, sólo ves tu físico; cuando tú te sientas a leer la Biblia, ves hasta en lo más profundo de tu corazón.

A Dios no le puedes ocultar nada, el conoce tus sentimientos, tus pensamientos, tus alegrías y tus dolores. Esos aspectos de ti, tal vez no los demuestres exteriormente, pero interiormente Dios los ve. “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti.” (Job 42:2)

Muchas veces al vernos en el espejo de la Biblia, no nos gusta ver lo que está reflejado. Nos cuesta admitir nuestros errores, nuestros pecados, y nuestras faltas ante Dios.

Animarse a ver esos errores, significa que eres un hombre o una mujer de fe. “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Corintios 13:5) “Pónganse a pensar en su manera de vivir, y vean si de verdad siguen confiando en Cristo. Hagan la prueba, y si la pasan, es porque él vive en ustedes. Pero si no confían en Cristo de verdad, es porque él no está en ustedes.” (Versión TLA)

En el reflejo de la Biblia vemos cómo somos realmente, sin manchas, sin máscaras, sin mentiras. Es el único y verdadero espejo, pues es lo que nos muestra cómo somos ante los ojos de Dios. En Génesis 1:26 dice “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”. Si hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios, ¿Qué imagen estamos mostrando? ¿Dios te ve a Su imagen o ve un reflejo borroso, dudoso?

Si tu reflejo lo ves borroso, anímate a examinarte y cambia lo que no te está permitiendo ver bien. “El corazón alegre hermosea el rostro.” (Proverbios 15:13) Muéstrate como eres, ¡Demuestra que tienes a Cristo en tu corazón!


Tomando conciencia


Si te portas como un tonto, y te crees muy importante y haces planes contra otros, ten presente lo siguiente: Si bates la leche, sacarás mantequilla; si te suenas fuerte la nariz, te sacarás sangre; y si buscas pleitos, pleitos tendrás. (Proverbios 30:32-33)

Si hay algo que somos en muchas ocasiones, es impulsivos. Muchas veces actuamos sin pensar, actuamos por emociones o porque creemos que es lo correcto. Quizás creemos que es lo que Dios desea o que es Su voluntad, o solamente lo hacemos porque pensamos que nos saldrá todo bien como dice la Biblia.

Pero el problema es que en ninguno de esos casos, involucramos a la conciencia, cuando deberíamos hacerlo. Antes déjame aclararte algo, porque no quiero que confundas. La Biblia es cara con que la mente y el corazón humano son engañosos. Sí, cuando no vivimos en la Voluntad de Dios.

Es por eso, que para tomar conciencia, primero debemos tomarnos de Dios. Debemos dejar que Su espíritu nos tome por completo, que nuestros pensamientos sean para agradar a Dios, nuestros fines sean honrarlo y es allí cuando nuestra conciencia estará lista para que la tomemos.

¿Qué es tomar conciencia? Simplemente pensar antes de actuar. Cuando debemos tomar decisiones, no debemos pensar sólo en el presente, sino en el futuro. Debemos preguntarnos si en verdad es la Voluntad de Dios. Debemos leer la Biblia para saber si es lo correcto. No podemos actuar, sin antes meditar en lo que haremos.

Por eso fui clara con el versículo de allí arriba. Si bates la leche, sacarás mantequilla; si te suenas la nariz, saldrá sangré; y así, si no piensas antes de actuar, todo terminará mal. Toda acción tiene su reacción. Todas nuestras acciones deben estar pensadas y fundamentadas en Dios, para que su reacción sea provechosa y de bendición para nuestras vidas.

Esto viene a ser, como sembrar y cosechar. No podemos sembrar tirando las semillas en cualquier lugar. Una por aquí, otra por allá y esperar tener una cosecha en abundancia. Debemos pensar seriamente las cosas antes de actuar. Si sembramos bien, si tomamos decisiones correctas ante los ojos de Dios, créeme que tu cosecha será sobreabundante.

¿Cómo comenzar a tomar conciencia?

Lee la Palabra: Diariamente debe ser. No te digo 3 horas al día, pero sí tomarte tu tiempo para que Dios te revele lo que tiene para ti y lo que quiere que hagas.

Poner en práctica lo que lees: No sólo basta con leer la Palabra de Dios, sino con ponerla en acción en nuestras vidas. Allí tomaremos conciencia, guiados por el Espíritu Santo, y sabremos cómo actuar bien.

Cuando hagas esto, prepara tus manos, tu vida, tu corazón y bolsas gigantes; porque cuando nuestra conciencia se fundamente en Dios, y pensemos basándonos en esta conciencia, estaremos listos para recibir las bendiciones sobreabundantes, buenas, perfectas y eternas que Dios tiene para nosotros.


Generación de cambio


Zorobabel, no hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran ejército; lo único que necesitas es mi espíritu. Yo soy el Dios todopoderoso, y te aseguro que así es. (Zacarías 4:6)

Las armas de esta generación de jóvenes, deben ser la oración y la fe.

Los cristianos somos tan incrédulos aún. No tomes a mal lo que te estoy diciendo, pero sí es cierto que no somos al cien por ciento como quizás lo eran los hombres de fe del antiguo y nuevo testamento. Me imagino a Abraham sacrificando a su hijo, Moisés cuarenta años en el desierto, José creciendo en familia ajena, Pablo soportando las contras de ser cristiano, y en verdad me doy cuenta que lo que ellos tenían, y a nosotros nos falta, es una fe constante.

Fe constante, sin pausas, sin detenimientos, sin dudas, Fe de la más pura y real. Si muchas veces Dios no responde nuestras peticiones, es porque espera que le creamos mucho más de lo que lo hacemos. Eso lo he probado por experiencia propia.

He atravesado valles en mi vida en los cuales sentía que Dios me había dejado sola, quizás no acordándose de mis oraciones. Pero cuando comencé a buscarlo más, a crecer más espiritualmente, la respuesta de Dios fue inmediata. Te sorprenderías lo que pudieras hacer con un poco más de fe.

En el versículo de allí arriba, era un ángel hablándole a Zacarías de parte de Dios, diciéndole que Dios había escogido a Zorobabel para que estuviera a Su servicio. No sabemos mucho de la historia de este hombre, pero sí tenemos unas palabras claves: No hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran ejército, lo único que necesitas es mi espíritu.

¡Amén! Qué increíble es saber, que no necesitamos armas, poder político, dinero, posición en este mundo para ser victorioso, simplemente necesitamos al Espíritu de Dios. Necesitamos creerle más a Dios.

Si tan sólo fuésemos más crédulos, nuestras palabras serían poder de Dios. Si estás atravesando una situación difícil, o si hay algo que estás anhelando, háblale en el nombre de Jesús. Háblale a tu problema, háblale a tu necesidad, ponla en manos de Dios.

La Biblia dice que si nuestra fe fuera siquiera tan pequeña como un grano de mostaza, con sólo decirle a una montaña “Muévete” se movería. Con tan sólo una palabra. ¿Podemos entender? El poder de Dios se manifiesta a través de las personas que tienen fe. Sus vidas impactan cuando viven por fe. Sus testimonios son tan tremendos que contagian el cristianismo.

¿Contagian? Tengo la certeza de que el cristianismo es muchas veces por contagio. Ver a una persona atravesar tantos problemas, y que siempre esté sonriente, que siempre la veas avanzar. Ver a alguien que te dice “Todo estará bien” en cada momento difícil. Es algo que contagia, ese es el cristianismo que debemos vivir.

Esta generación debe hacer un cambio. Nosotros los jóvenes y no tan jóvenes, debemos ser ejemplo para los incrédulos e incluso ejemplo para los cristianos. Que los demás vean en nosotros a Cristo. La oración y la fe, actúan según cuánto tú le creas a Dios. Es tiempo de cambiar.


Siendo el prójimo


A los que buscan la paz entre las personas, Dios los premiará dándoles paz y justicia. (Santiago 3:18)

Hoy en este devocional, no quiero hablar tanto de ti, sino hablar de quienes te rodean. ¿Has pensado en que los demás tienen sueños y anhelos como tú? ¿Has pensado que quizás a veces necesitan un abrazo y una palabra de aliento, como tú?

Como humanos, nos preocupamos más por nosotros mismos que por los demás, pero debemos recordar y hoy quiero recordarles, que la Biblia nos enseña a preocuparnos por los demás. Claro que es importante enfocarse en nuestra relación con Dios, pero también es importante mantener relaciones sanas con las personas.

El versículo de allí arriba dice que, si buscamos la paz, recibimos paz. Si a veces nos encontramos atormentados, ¿será porque no estamos mirando a nuestro alrededor? Quizás alguien tiene una palabra de aliento para ti, o tú para esa persona. La paz entre las personas, es demostrar el amor de Dios.

Esto no es sencillo de conseguir, ya que siempre habrá contiendas, envidias, celos, chismes; pero si tienes al Espíritu Santo en tu corazón, hay algo que cada vez que haces algo malo a alguien te dice “pídele perdón, busca la paz, deja el orgullo, restaura la relación”.

Demostrar interés en los demás, demuestra que somos verdaderos cristianos

Santiago 3:17 nos da más en detalle el comportamiento de un verdadero cristiano: “En cambio, los que tienen la sabiduría que viene de Dios, no hacen lo malo; al contrario, buscan la paz, son obedientes y amables con los demás, se compadecen de los que sufren, y siempre hacen lo bueno; tratan a todos de la misma manera, y son verdaderos cristianos.”

Si en verdad conocemos a Dios, sabemos que debemos cuidar a nuestros hermanos. Debemos dar aliento y ánimo cuando es necesario, quizás debemos callar y sólo escucharlos, o tal vez debemos corregirlos y ganarnos su enojo momentáneo.

“Hijos míos, no debemos limitarnos a decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.” (1 Juan 3:18)

Seremos recompensados por Dios y por los demás

En Hebreos 6:10 también es claro el mensaje: “Dios es justo, y nunca olvidará lo que ustedes han hecho, y siguen haciendo, para ayudar a su pueblo elegido. De esa manera, ustedes también demuestran que aman a Dios.” Dios no olvida lo que hacemos por los demás. Él toma nota de cada acción de compasión que tenemos hacia los demás. ¿Por qué? Porque es la forma más visible de demostrar que amamos a Dios.

Lo más bonito de todo, es que cuando demostramos amor, recibimos tarde o temprano, amor. Cuando tú estás ayudando a alguien o interesándote por alguien sin ningún interés, estás automáticamente abriendo cielos a tu vida. Porque no sólo la persona te devolverá cariño, sino que el Dios del universo recompensará al hijo que cuida de sus hermanos.

Si debemos ayudar, ayudemos hoy, no mañana

“Si alguno está alegre, alégrense con él; si alguno está triste, acompáñenlo en su tristeza.” (Romanos 12:15) “No te niegues a hacer un favor, siempre que puedas hacerlo. Nunca digas: ‘Te ayudaré mañana’, cuando puedas ayudar hoy.” (Proverbios 3:27-28) ¿Cuántas veces negamos nuestra ayuda a los demás, y cuántas veces la damos?

No te sientas mal si te estás dando cuenta que has fallado. Todos le hemos fallado a alguien, pero antes que todo a Dios. Jesús nos dijo “ámense los unos a los otros”. No es un amor humano, es un amor divino el que Cristo mencionaba. Es aquel que a pesar de que no conozcas al hermano que se sienta al lado tuyo en la iglesia, tengas el corazón suficiente para abrazarlo si ves que llora. Ese es Dios en medio de dos almas.

La paga de Dios es proporcional a lo que tú das

“Denles a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. En verdad, Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás.” (Lucas 6:38) Como dice cierta frase “si no te gusta lo que recibes, fíjate en lo que estás dando”. A veces debemos examinarnos para ver si en verdad estamos demostrando a los demás el amor de Dios, o nos estamos enfocando en nosotros mismos.

Pon todos estos puntos en oración a Dios. Pídele perdón si le has fallado, y ten más compasión por tu prójimo. Recuerda, no debes ser así sólo con los cristianos, tu familia y amigos no cristianos, necesitan del amor de Dios. Sólo demostrándoselos es que los acercarás al Señor. Recuerda que tú también eres el “prójimo” de alguien, lo que tú hagas, eso harán contigo.

Todos necesitamos una palabra de aliento, un oído, un hombro donde apoyarnos; sé tú especial para alguien. Que Dios te bendiga.


Míos son ustedes


Natanael preguntó: -¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? -Ven y lo verás -contestó Felipe. (Juan 1:46)

Ellos le respondieron: -¿También tú crees que de Galilea puede salir algo bueno? Estudia la Biblia y verás que de allá no ha venido ningún profeta. (Juan 7:52)

El rechazo lo sentimos cuando estamos lejos de Dios.

Si hay alguien que por experiencia propia podría darnos una cátedra sobre “Rechazo” es nuestro Señor Jesucristo. Como verás allí en los versículos de arriba, la gente ya lo juzgaba hasta por la ciudad de donde venía. Lo triste es que hoy en día podemos ver prejuicio y rechazo entre cristianos y a los cristianos.

Sé que los que están leyendo esto se han sentido rechazados. Por sus familias que no son cristianas, por sus amigos que no son cristianos, por hermanos en la iglesia, por pastores, por líderes. ¿Pero por qué sentimos tanta soledad cuando nos rechazan? Porque no ponemos los ojos en Dios.

Es cierto que nos duele sentir rechazo, y más cuando es de personas que no lo esperamos. Pero debemos tomar el ejemplo de Cristo, debemos de tomarnos de Dios. Jesús estaba solo cuando vino al mundo, la Biblia dice que muchos no creían en Él y hasta sus discípulos lo abandonaron. ¿Y Él que hizo? Se tomó de las manos de Dios.

El rechazo es una sensación, porque las personas siempre nos ignorarán, pero Dios no. Si en verdad estamos cerca del Padre, jamás nos sentiremos solos e insignificantes.

En mi caso, soy la única cristiana de mi familia. Todas las semanas debo callarme y defender mi fe porque recibo críticas y burlas de mi propia familia. ¿Duele? Claro que sí, pero ¿Me siento sola? ¡Jamás! He aprendido que de la mano de Jesús jamás me sentiré rechazada. Escrito está: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” (Salmos 27:10)

No le tengamos miedo al rechazo. No dejemos de congregarnos en una iglesia o de servir porque “nos vieron mal”. No nos alejemos de nuestras familias porque nos incomodan sus comentarios. Al contrario, seamos ejemplo de Cristo. Tomémonos de Dios, sigamos mostrando el amor. Cuando nosotros amamos al ser rechazados, confundimos al reino de las tinieblas.

El diablo cree que con críticas y rechazos caeremos. ¿Pero sabes qué? Que seremos rechazados, seremos rechazados; pero que Dios nos levanta, ¡Nos levanta! Confiemos en Él y no en lo que los demás puedan decir de nosotros.

Me duele ver cristianos que se han alejado de Dios por culpa de hombres. Ya no estamos para esto, sino para marcar la diferencia. ¿Sabes? Tú no eres un “bueno para nada” como te han dicho. ¿Sabes? Tú puedes lograr lo que te propongas de la mano de Dios, aunque te hayan dicho lo contrario. ¿Sabes? Dios hará grandes cosas contigo, aunque te hayan dicho que eres joven. ¿Sabes? Cristo murió por ti porque eres importante para Él.

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)

“Pero aquellos que la aceptaron y creyeron en ella, llegaron a ser hijos de Dios.” (Juan 1:12)

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” (1 Pedro 2:9)

¿Así que hasta este devocional te sentías rechazado/a? ¡Pon hoy en tu mente: ERES IMPORTANTE PARA DIOS! No importa de donde vengas, no importa de qué país eres, no importa qué idioma hablas, no importa el color de tu piel, no importa tu edad, no importa tu forma de vestir, no importa tu pasado, no importa todo el dolor y rechazo que has sufrido, Dios te ha dicho y hoy te lo afirma con total seguridad: “MÍO/A ERES TÚ” (Isaías 43:1)


Amar como Cristo ama


Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro. (Efesios 1:15-16 NVI)

¿Cómo vivir a Cristo sin sufrir? Eso no es bíblico, al contrario, se nos dice que padeceremos. ¿Entonces qué debo hacer? Vivirlo con amor. El amor es la fuerza más poderosa sobre la Tierra ya que es Dios mismo. Si realmente ponemos los ojos en el amor inmenso de Cristo, creceremos espiritualmente de una forma que no somos capaces de entender.

Me es triste ver hermanos en la iglesia que se critican, que ven los defectos del otro, que juzgan, que van a esas cuatro paredes a buscar pareja o a recibir dinero. Cristianos que mienten, que engañan, que se desesperan ante cualquier situación.

La pregunta es ¿Estás creciendo para ser en TODO como Cristo? Es cierto que todos nos equivocamos, pero debemos realmente pensar antes de actuar. Debemos dejar que sea el Espíritu Santo quien nos guíe y no nuestras emociones o sentimientos.

Este versículo de allí arriba impulsa a los hermanos y hermanas, a que se traten con amor dentro de la iglesia. Esto no significa dentro de esas cuatro paredes. La iglesia somos nosotros, por lo tanto, si fuera de la iglesia criticas a tu hermano, también está mal. Nuestras palabras deben edificar, y nuestros pensamientos deben ser honra para Dios.

Cristo es quien nos hace crecer. ¿Cómo saber qué debo hacer? ¿Cuál es la actividad que Dios me ha dejado para que haga? Lo que debes hacer está revelado en la Palabra de Dios: AMAR, AMAR y AMAR como Cristo nos AMA.

Si en la iglesia te ocupas de la alabanza, hazlo con amor, sin criticar a quien recién entra al ministerio y le cuesta aprenderse las canciones. Si te ocupas de ir a hospitales a evangelizar, o de dar clases a niños, hazlo con amor, teniendo paciencia por quienes aún les es difícil hablar del mensaje de Cristo o los niños que son muy rebeldes.

Si no sirves, simplemente cumple tu función de hijo de Dios: invita a personas a la iglesia, muéstrate amable, sé humilde, camina como Jesús, habla como el Espíritu Santo. Es tiempo de que seamos una revolución de amor.

El mundo necesita de Dios, y solamente con nuestro testimonio de AMOR podemos demostrar que con el Señor ¡TODO es mejor! Ora y pídele a Dios que te haga más como Cristo. Te aseguro que si lo dejas actuar en tu vida, Él hará cosas que no te imaginas en ti.


Creados para volar alto


Sean fuertes, y por ningún motivo dejen de confiar en él cuando estén sufriendo, para que así puedan hacer lo que Dios quiere y reciban lo que él les ha prometido. (Hebreos 10:36)

Poner los ojos en la promesa y no en el problema, nos hará salir más rápido con la solución.

Tu problema no determina tu estado, deberías ser tú el que determina el estado de tu problema. Si te pones a pensar, muchas veces hemos dejado que situaciones se enseñoreen de nosotros y no nosotros enseñorearnos de ellas. Cuando Jesús en Lucas 10:19 nos dice “Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo.” Lo está declarando. Nos ha dado poder en Su nombre, y aún así muchas veces dejamos que las situaciones nos ganen.

En la Biblia una de las comparaciones que se nos hacen a los humanos, es con las águilas. Las águilas son aves rápidas, que vuelan a muy grandes alturas y se alimentan desde lo alto, descendiendo a gran velocidad sobre su presa. Cuando un águila tiene un ala dañada, no puede volar. Y como no puede volar, no puede cazar. Y como no caza, muere por no poder alimentarse.

Nosotros los humanos hemos sido creados para volar alto. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios para ser vencedores y anunciar por sobre todo el Amor de Dios. Pero ¿Cómo hacerlo si estamos lastimados? Es allí cuando somos como un águila herida, Dios creó al águila para volar alto y cazar para vivir. A nosotros nos creó para ser felices cumpliendo Su propósito, pero heridos, no podemos hacer lo que Dios quiere.

¿Cuál es la solución al dolor? Simplemente Dios. Dios lo es todo. Nosotros debemos aprender a poner más los ojos en las promesas que nos ha dejado el Señor en Su palabra, y no en los problemas o pruebas que nos sobrevengan en la vida. Sólo Dios puede sanar las heridas de una vez y para siempre, pero es tu decisión dejarlo.

Ayer daba una consejería a una joven. Ella tenía la necesidad de volver a tener la pasión que tenía por Dios. A medida que la plática avanzaba, me contó que ya no oraba, no leía la Palabra, y asistía a la iglesia sin ganas. Mi respuesta fue: “Debes tomar la decisión de dejar a Dios actuar en tu vida”. Y lo mismo te digo a ti.

¿Cómo esperas que Dios te responda? Si no lees Su palabra. ¿Cómo quieres que Dios te hable? Si no oras al menos una vez al día. ¿Cómo quieres que Dios te sane? Si te encierras en tu dolor y sólo eres quejas. Ya no seamos cristianos mediocres, hemos sido creados para volar alto.

Este no es un devocional de motivación o de exhortación, sino que es Dios diciéndote ¡DÉJAME ACTUAR EN TU VIDA! Somos nosotros los que le ponemos el muro a Dios la mayoría de las veces, no es Él. Sé fuerte, si hoy estás sufriendo, pon tus ojos en las promesas de Dios y sólo así descubrirás qué es lo que Dios quiere que hagas mientras atraviesas esta situación. Cuando encuentres el propósito de Dios, Él te dará la solución y quitará todo dolor de tu vida.

Y si aún no sabes cuáles son las promesas de Dios para tu situación, lee la Palabra, allí están todas y cada una de sus promesas. Una de las más hermosas, para mí, es que lo que sufres jamás será en vano. Sino que el Señor cada lágrima derramada, la transformará en sonrisa. “Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.” (2 Corintios 4:17)


No te obedezcas


Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! (Isaías 55:8-9)

“Un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, él pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos. Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar: -"AYUDAME DIOS MIO" De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿QUE QUIERES QUE HAGA?". -"Sálvame Dios mío." -"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?". -"Por supuesto, Señor." -"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..." Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó... Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...” ¿Y tú? ¿Cuán confiado estás en tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?

Esta historia me la contaban cuando era pequeña en la escuela. Pero es hasta ahora que nunca le había dado importancia. A veces pedimos a Dios ayuda, le decimos que le creemos, que haremos todo lo que Él nos diga, le pedimos que nos dé dirección o que nos muestre qué debemos hacer; y no entendemos que Dios lo único que nos dice es “Obedéceme a mí, no a ti”.

¿Cuántas veces hemos perdido oportunidades y logros en nuestras vidas por querer hacerlo todo a nuestro tiempo y modo, y no al tiempo y modo de Dios? ¿Cuántas veces confiamos más en nosotros mismos que en Dios? Hermano mío, hermana mía, Dios es el único en el que podemos confiar. En Dios es en quien debemos de poner nuestra mirada y no dudar.

Quizás creas que lo de allí arriba sea sólo una historia, pero ¿Qué me dices de Pedro, cuando quiso caminar sobre las aguas? Jesús le dijo “Sí Pedro, ven, toma mi mano”. Pero Pedro miró más el viento fuerte, miró más su condición humana, que al Cristo que tenía en frente de sus ojos. Fue allí cuando comenzó a hundirse y le digo “SEÑOR, SALVAME”.

Siempre que nos miremos a nosotros mismos, tarde o temprano caeremos, tarde o temprano nos hundiremos. ¿Por qué? Porque nosotros no tenemos ni la menor idea del futuro maravilloso que Dios nos tiene preparado si le obedecemos y si cumplimos su Voluntad.

Yo no sé si tu situación en este momento sea difícil o sea la más feliz de tu vida. Pero con este devocional, quiero que entiendas que hay un Dios por sobre todo que tiene pensamientos superiores a los tuyos y caminos totalmente más elevados que los tuyos, y ¿sabes qué? Quiere que lo sigas. Él no quiere que te pierdas haciendo tu voluntad, sino que te encuentres con Él haciendo la Suya.

La Biblia afirma que la Voluntad de Dios es BUENA, AGRADABLE y PERFECTA. Así como también, el Salmo 34:8 nos invita a PROBAR su Voluntad: “Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian.” ¿Qué pierdes si de una vez por todas le dejas el dominio de tu vida a Dios? Yo puedo asegurarte algo, si no obedeces a Dios, el que pierdes eres tú. Pero si lo obedeces, por más locas y disparatadas que suenen las órdenes del Señor, siempre saldrás en victoria. Corta hoy tu cuerda y créele a Dios. No te obedezcas, obedece a Dios.


Fe en acción


Hermanos en Cristo, ¿de qué sirve que algunos de ustedes digan que son fieles a Dios, si no hacen nada bueno para demostrarlo? ¡Así no se van a salvar! Si algún hermano o hermana de la iglesia no tiene ropa ni comida, y tú no le das lo que necesita para abrigarse y comer bien, de nada le sirve que tú le digas “Que te vaya bien, abrígate y come hasta que te llenes”. Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta. (Santiago 2:14-17)

Tal vez no necesitabas cambiar tu estilo de vida antes de recibir a Cristo, pero ahora que lo has recibido, tu vida debe mostrar cambios. Si esto no ocurre, se podría dudar si Cristo ha llegado realmente a tu vida.

El modo en que vives refleja lo que crees. No podemos permitir que el “hacer” y el “creer” se contradigan en nuestra vida. Cuando aceptaste a Cristo como tu Señor, automáticamente pasaste a ser morada del Espíritu Santo. (1 Corintios 3:16) ¿Qué significa? Que si realmente Jesús vive en ti, no puedes actuar como si Él se hubiera ido de vacaciones en tu vida.

Como dijo Juan el Bautista: “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios” (Lucas 3:8). No se trata de algo religioso el “arrepentimiento”, es simplemente darle el permiso a Dios que acomode lo que no está bien, lo que no le agrada.

“Es difícil”, sí, claro. Dejar atrás aquello a lo que “estamos acostumbrados” no es algo fácil, pero es necesario para que en verdad el poder de Dios se manifieste en nuestra vida y alcancemos la salvación. Por la fe sola no te vas a salvar, sino por cómo demuestras tu fe.

Santiago, en los versículos 15 y 16 nos da otra razón importante para respaldar nuestra fe con acciones: Se nos hará más fácil compartir nuestra fe con otros. Cuando la gente ve que tenemos genuino interés en ellos como personas, estarán mucho más dispuestos a escucharnos. Quizás hasta a la gente que te ha lastimado debas demostrarle el amor de Dios, y te costará, pero recuerda que no eres tú, sino Jesús actuando a través de ti.

Es necesario que entendamos este mensaje de Santiago. En el versículo 18, del capítulo 2, nos lo dice claramente “A los que dicen que son fieles a Dios, pero no hacen lo bueno, yo les podría decir: Tú dices que eres fiel a Dios, y yo hago lo que es bueno. Demuéstrame que es posible ser fiel a Dios sin tener que hacer lo bueno, y yo te demostraré que soy fiel a Dios por medio del bien que hago.”

Es como decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras  y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Es imposible demostrar nuestra fe sin obras. Es imposible dar testimonio con nuestra vida, si no cambiamos. Nosotros somos fieles a Dios por fe, pero demostramos que le somos fieles por obras. Esto no debe contradecirse ni confundirse.

No hay un sólo caso en la Biblia en el cual Dios no haya bendecido al hombre que demostró por obras su fe. Uno de los más grandes ejemplos fue Abraham, no le dijo al Señor “Te creo…pero no me hagas sacrificar a mi hijo”. ¡No! Abraham obedeció, puso por obra su fe. La puso en acción. Debemos vivir nuestra fe.

La fe no es una filosofía, no es algo que tiene tiempo verbal ni es por momentos, la fe es en todo tiempo, todo momento, todo lugar y toda situación. Si Cristo mora en ti, la gente debe verlo. Nosotros siempre decimos y siempre diremos: Si eres cristiano, que se te note.

¿Puede la gente ver a Jesús en la forma en que vives? Si no es así, ha llegado el momento de que pongas  a Jesús como el “Piloto” de tu vida.


Oídos sobrenaturales


Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende… Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo. Job 33:14-16

Hace algún tiempo, escuché un cuento que trataba sobre cómo Dios nos habla y nosotros no lo notamos. Lo he buscado para compartirlo con ustedes, y que entiendan a lo que me refiero:

“Un hombre susurró: Dios, ¡habla conmigo! y un ruiseñor comenzó a cantar, pero el hombre no oyó. Entonces el hombre repitió: Dios, ¡habla conmigo! y el eco de un trueno se oyó, mas el hombre fue incapaz de oír. El hombre miró alrededor y dijo: Dios ¡déjame verte! y una estrella brilló en el cielo, pero el hombre no la vio. El hombre comenzó a gritar: Dios, ¡muéstrame un milagro! y un niño nació, mas el hombre no sintió el latir de la vida. Entonces el hombre comenzó llorar y a desesperarse: Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo... y una mariposa se posó suavemente en su hombro. El hombre espantó la mariposa con la mano, y desilusionado continuó su camino, triste, solo y con miedo, sin darse cuenta de que tenía los ojos y el corazón cerrados.”

En ese entonces, cuando escuché esta historia, no podía entender cómo era que Dios podía manifestarse y hablarnos de distintas formas. Yo pensaba que Dios no podía hablar conmigo. No creía que eso fuera posible. Déjame decirte algo: Sí, es posible.

¿No te ha pasado que has leído un versículo y has dicho “Este pasaje es justo lo que necesitaba en este momento de mi vida por el cual estoy pasando”? ¿No te ha pasado que has escuchado una prédica o has escuchado a algún líder o pastor hablar y has dicho “Siento que me está hablando a mi”? ¿No te ha pasado que has escuchado una canción y te ha dejado sin palabras?

En todas esas situaciones, aunque no lo notemos muchas veces, ¡Dios nos habla! En el libro de Job está escrito “en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende”. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que Dios tiene distintas formas por las cuales quiere comunicarse contigo. No nos habla a todos de la misma manera, a algunos nos habla por las experiencias por las cuales pasamos, a otros nos habla por medio de otras personas, por reflexiones o por canciones y a todos nos habla por medio de la Biblia.

Dios quiere hablarte, quiere aconsejarte, quiere que lo escuches. Si no sabes cómo actuar o qué decir frente a una situación, escucha a Dios. Él te dirá cuál es su Voluntad y te dirá que hacer. No dudes de que Él te responderá. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento, y echada de una parte a otra.” (Santiago 1:5-6)

Pide con fe, y Dios te dará sabiduría y entendimiento. ¡Confía en que Dios está hablándote en todo momento! Abre tu corazón y disponte a escucharlo con tu oído sobrenatural, sí, aquel que Dios te dio en tu corazón para que Su voz te conmueva. Escúchalo, quizás ahora mismo te está hablando.


La respuesta que estás buscando


Pero Dios me ha contestado: “Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad.” Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. (2 Corintios 12:9 TLA)

Sin duda alguna es uno de los versículos que más me impactan de la Biblia. No es una parábola compleja de Jesús por medio de las cuales trataba que entendiéramos lo que quería decirnos. No se trata de una adivinanza ni de algo confuso. Es Dios susurrándonos simple y sencillamente al corazón “Mi amor es todo lo que necesitas”.

No hay palabras que puedan describir este versículo. Muchas veces estamos desesperados, buscando soluciones por nuestros medios. Pidiendo ayuda a cristianos, y hasta no cristianos. Buscamos consejos, necesitamos atención, nos han roto el corazón, recurrimos a los pastores, líderes. Muchos se pierden en los placeres del mundo, creyendo que esa es su felicidad para el vacío que sienten. Pero cuán duro se nos hace leer que Dios nos dice “Mi amor es todo lo que necesitas”.

Pablo cuando escribía esto, atravesaba una situación difícil la cual desconocemos. Pero si leemos 2 Corintios del 12 del 6 hasta el 8, podemos entender que en verdad estaba desesperado. Es como si dijera, “Yo no hablaré bien de mí, ni de lo que Dios me ha mostrado. Para no sentirme orgulloso, estoy atravesando esto que me duele”.

Cuántos de nosotros sufrimos por ser orgullosos, no me refiero a que presumimos lo que Dios hace con nosotros, pero sí a que muchas veces creemos que con nuestras manos solucionaremos nuestros problemas. Eso es orgullo, es desautorizar a Dios.

“Mi amor es todo lo que necesitas” ¿Lo puedes entender? Repite en tu interior todas las peticiones que le has estado haciendo al Señor, recuerda cada oración, cada situación difícil. ¿Acaso la respuesta no es: “Mi amor es todo lo que necesitas”? La mía sí.

En la versión NVI, el final del versículo 2 Corintios 12:9 es “Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.” Para empezar, debemos tener en claro que hacer alarde de nuestras debilidades no es dar lástima.

¿Entonces qué significa? Que ante la presencia de Dios debemos bajar la cabeza, desahogarnos, mostrarnos indefensos, dejar que Él actúe y salir renovados en mente, alma y espíritu. Es tiempo que entendamos que solos no podemos, que necesitamos el Poder de Dios en nuestras vidas.

Juan 15:5 es una confirmación a lo que acabo de escribir “Separados de mí, nada pueden hacer”. Esto no significa que no seremos útiles fuera de Dios, pero sí quiere decir que nada podremos hacer para sanarnos ante las heridas. Que nada podremos hacer para ganarnos la salvación, que nada podremos hacer para vivir completamente felices. El amor de Dios es lo que necesitamos.

Y por último, para finalizar, quiero que apliquemos de forma práctica un proverbio que también llama poderosamente mi atención: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.” (Proverbio 14:23) Cuidar nuestro corazón…cuán difícil es. ¿Qué es cuidarlo? Cuidarlo es que cada vez que realmente estemos débiles y no podamos seguir, escuchemos a Dios susurrándonos “Mi amor es todo lo que necesitas”.

Cuidemos nuestro corazón, no lo lastimemos con sentimientos de dolor, de venganza, de rencor, mejor entreguémoselo a Dios y dejemos que Él nos sane.

Levanto mis manos hoy a Ti, rogando en tu presencia un toque especial para mí. No hay nada que pueda hoy suplir tu dulce presencia que llena mi vida de Ti. Con todo mi corazón, yo quiero ser fiel; no quiero fallarte más, ayúdame Dios. Y en mi debilidad, fuerte seré en ti Señor.” (Con todo mi corazón - Juan Carlos Alvarado) 


El volumen de tu Fe


Confiamos en Dios, pues sabemos que él nos oye, si le pedimos algo que a él le agrada. Y así como sabemos que él oye nuestras oraciones, también sabemos que ya nos ha dado lo que le hemos pedido. (1 Juan 5:14-15)

“Dios no me responde”, “Dios no me escucha”, “Llevo meses clamando a Dios por una solución que aún no llega”, “¿Acaso Dios no se acuerda de mí?”, “¿Dónde estás Dios?”, “Quizás no soy tan importante para Él…”, “Dios está muy ocupado como para hacerse cargo de lo que me pasa”.

He escuchado y hasta dicho alguna de estas frases cuando una situación difícil me sobrepasó. Hoy con este devocional quiero que empecemos a quitar esas frases de nuestro vocabulario y le comencemos a creer a Dios que no hay imposibles para Él y que jamás deja solos a sus hijos.

Se aprende a orar, orando. No hay otra forma de aprender orar que no sea la de día tras día sentarnos a hablar con Dios. ¿Cómo es la oración correcta? ¿Cómo hago para que Dios me escuche? He visto en iglesias que en la parte de oración el pastor hasta grita creyendo que Dios así los oirá. Es un error, no debemos levantar la voz, ni hacer un escándalo a la hora de orar, sino más bien debemos reconocer que al lado de Dios somos pequeños y que en verdad necesitamos de Él.

“Como te has conmovido y humillado ante el Señor al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo.” (2 Reyes 22:19)

No rasgamos nuestras vestiduras como antes lo hacían, pero sí podemos llorar en Su presencia. Dios dice “Yo te he escuchado, Yo lo afirmo”. Cuando nos rendimos al cien por ciento a Dios, no hay nada que detenga Su mano de obrar en nuestras vidas. Debemos conmovernos en la intimidad con Dios, debemos humillarnos. Debemos reconocer que sin Él nada seríamos.

Las oraciones son poderosas. ¿Poderosas por qué? “La oración de una persona buena es muy poderosa, porque Dios la escucha.” (Santiago 5:16) Las oraciones no tienen poder porque salen de nuestra boca, sino que lo tienen cuando entran a oídos de Dios. Y quizás tú pienses que Dios oye TODAS las oraciones, pero la Palabra dice que las oraciones deben ser humildes y pidiendo conforme a Su voluntad, con seguridad de que lo que pedimos ya se nos es dado por hecho.

¿Ahora entiendes por qué aún no te responde Dios? Dios sabe lo que estás sufriendo, Dios sabe lo que te está costando, aquello que te duele y lastima. Para Él no es imposible sanarte o darte paz. Pero debes rendirte a Él por completo. Debes orar más. Eso no significa que debas estar una hora de rodillas en silencio…no necesariamente. Con que te tomes diez minutos, a solas, quebrantándote ante Él, no dudando de su Poder, y reconociendo que Él es tu todo, te aseguro que Él te escuchará y responderá.

No hay hijo de Dios que haya quedado desamparado. Créele y haz que Dios te escuche, no por el volumen de tu voz, sino por el volumen de tu Fe.