Marca "Cristiano"

Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo. Filipenses 3:20

Los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo. Nosotros no creemos que podamos hacer nada para salvarnos. Filipenses 3:3-4

Nike, Mc Donalds, BMW, Adidas, Gucci, Prada, Polo, Coca-Cola, Cristiano...¿Cristiano? Sí, “Cristiano”. Todas las que te acabo de nombrar son marcas, incluso la última. Te preguntarás a qué me refiero con que “Cristiano” es una marca. Tristemente, muchos jóvenes y no tan jóvenes, se enorgullecen de cargar una cadenita con una cruz, una camisa con una frase cristiana, un dibujo cristiano (el pescadito, la cruz, una paloma, una llama), van a eventos cristianos, recitales, sirven en la iglesia, y creen que eso los hace más cristianos que los demás, pero su corazón por dentro aún no ha conocido a Dios.

No digo que esté mal usar o identificarnos con esos símbolos o dibujos. Junior Zapata, un pastor y escritor de Guatemala, escribe en uno de sus libros: “La mercancía cristiana que vendemos y compramos está diseñada primordialmente, no para dar testimonio de Cristo, sino para llenar el vacío que hay por la creciente falta de sentido de pertenencia que tenemos en el pueblo de Dios. Nos queremos identificar, queremos pertenecer, deseamos demostrar de qué lado estamos. Usar esos emblemas no es tener un compromiso con Cristo, es simplemente lealtad a una marca (el pescadito, la paloma, la crucecita, etc.), no es fe, es sólo religión”.

Lo que estoy tratando de explicar con esto, es que no está mal que usemos esos símbolos, sí está mal que creamos que por eso seremos verdaderos cristianos. Ser cristiano es algo que se lleva en el corazón, es una decisión de vida, es levantarse cada día y ver las cosas con una sonrisa en el rostro sin importar las dificultades que se nos presenten. Es saber que tenemos un Padre que nos ama y que entregó a su Hijo por amor a nosotros, para salvarnos.

Ser cristiano no debe ser una marca, algo superficial. No debemos ser cristianos sólo dentro de la iglesia o en un evento cristiano, sino en cada momento, en cada lugar y con cada persona. Ser cristiano es aprender día a día de nuestros errores y buscar ser perfectos como nuestro Dios, es querer agradarle sólo a Él sin importar las críticas que nos hagan.

Ser cristiano no es cargar un pescadito, una paloma o una crucecita. Ser cristiano es SER pescadores, pero de bendiciones, es SER paloma o águilas cada vez que caigamos y perdamos nuestras fuerzas, es SER conmovidos cada vez que veamos una cruz, que nos recuerde todo lo que nuestro Cristo hizo por amor a nosotros. Ser cristiano no es una marca, es una decisión de SER.

Si queremos dar testimonio de Cristo con nuestras vidas, tenemos que ser más que jóvenes cargando símbolos cristianos, gritando “Amén” o teniendo pensamientos puros. ¡Tenemos que ponerlo en práctica! Tenemos que VIVIR lo que el pescadito representa: “Jesucristo Hijo de Dios Salvador”. Tenemos que impactar desde nuestro modo de hablar, de pensar y de actuar. Ese “Amén” tiene que aplicarse a cada situación de nuestras vidas, no sólo decirlo.

Como la imagen (es con humor) y los versículos lo demuestran, no por cargar símbolos entrarás al cielo, sino por reconocer que eres ciudadano del mismo. Por permitir que el Espíritu Santo te guíe, por creer de corazón que sólo Jesús puede salvarnos, y por nunca, nunca, jamás avergonzarnos de nuestro Salvador. ¡Orgullosa de pertenecer a Cristo estoy! Y tú, ¿Qué decides ser, cristiano de marca o cristiano de corazón?

No tengo palabras


Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles. Efesios 3:19  

Antes de que yo naciera, Él por mi nació. Antes de que yo pensara, Él por mi pensó. Y en el vientre de mi madre me formó, con sus manos me dio vida, todo por amor. No tengo palabras como agradecerte, no tengo palabras para decirte lo que se siente; y no tengo palabras, palabras perfectas para decirte que yo te amo con todas mis fuerzas, no tengo palabras. Antes de que yo sufriera, Él por mi sufrió. Antes de que yo llorara, Él por mí lloró. Y mis pecados en la cruz Él perdonó, al sufrir ese tormento, todo por amor. Todo lo que soy, todo lo que seré, yo te lo debo a ti mi Señor, y ahora por tu amor, aquí estoy.

Lo que acabo de escribir es una parte de la canción “No tengo palabras” del grupo Forgiven. Sinceramente es una canción que por más que diga que No tiene palabras, tiene muchas. Yo no entiendo el amor que Dios tiene por nosotros, sinceramente es algo que me deja muda.

Y creo y afirmo que ese es el motivo por el cual el enemigo tiene como trabajo, deseo y pasión más grande, separarnos de tanta felicidad. El enemigo está celoso porque él jamás, jamás y jamás podrá tener el amor que Dios nos tiene. Y hoy me lo ha demostrado. Hoy el enemigo hizo una jugada sucia en mi vida, sé que a él le molesta cuando Dios me bendice, cuando Dios me muestra su amor. Y ¿Sabes? Yo no le daré el gusto de verme mal y tú tampoco se lo darás.

Sé que te han tratado de separar del amor de Dios muchísimas veces. Te han fallado, te han amargado, te han cerrado puertas, te han lastimado, te han tirado abajo tus sueños, pero si eres un verdadero hijo de Dios, has sabido sentir el amor del Señor en todo momento. Él no se mueve de donde está, Él no se mueve de tu corazón aún cuando lo sientas lejos, Él no se aleja de ti en ningún momento.

Cuando Dios pone a la persona correcta para acompañarte en tu vida, cuando pone todo a disposición de tu bien, cuando te da oportunidades cada mañana para ser mejor, cuando te consuela, cuando te abraza, cuando te habla, cuando te mima como a un niño, el enemigo disparará flechas de fuego. Pero déjame decirte algo y quiero que lo recuerdes: Nada hará que cambie el amor de Dios por ti.

A veces no te sientes digno de Su amor, créeme que te entiendo porque en verdad no lo merecemos. Pero nosotros, como sus hijos, debemos buscar amarlo más y más. Debemos aprender a correr a Él cada día para contarle cada detalle de nuestras vidas, a Él le encanta escucharnos. Si quieres repasar el amor que le tienes a Cristo tu Salvador, empieza por repasar el amor infinito que Él te tiene a ti.

Empezarás a ver que Él te ama con regalarte simplemente un día más de vida, con darte alimentos, comida, salud, amigos, pareja. Yo siempre lo digo, cada vez que escucho reír a mi pareja, me sonríe el corazón porque sé que Dios con eso me está bendiciendo. Aprende a descubrir a Dios en cada detalle, en cada momento, y agradécele. Aunque como dice la canción, muchas veces no tengas palabras, sólo aprende a decirle: Gracias, Te amo mi Dios, Te amo.

Aquí les dejo el link de la canción, por si quieren escucharla. Que Dios los bendiga.

Su armadura


Finalmente, dejen que el gran poder de Cristo les dé las fuerzas necesarias. Protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del diablo. Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus malvados que actúan en el cielo. Ellos imponen su autoridad y su poder en el mundo actual. Por lo tanto, ¡protéjanse con la armadura completa! Así, cuando llegue el día malo, podrán resistir los ataques del enemigo y se mantendrán firmes hasta el fin. ¡Manténganse alerta! Que la verdad y la justicia de Dios los vistan y protejan como una armadura. Compartan la buena noticia de la paz; ¡estén siempre listos a anunciarla! Que su confianza en Dios los proteja como un escudo, y apague las flechas encendidas que arroja el diablo. Que la salvación los proteja como un casco, y que los defienda la palabra de Dios, que es la espada del Espíritu Santo. No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. En sus oraciones, pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios. Efesios 6:10-18 

“Fe”, “Poder”, “Verdad”, “Justicia”, “Noticia”, “Confianza”, “Salvación”, “Palabra de Dios”, “Oración”. Si te pregunto qué te acabo de nombrar, ¿Qué me dirías? Palabras, por supuesto. Una lista de palabras que tienen muchísimo valor. Pero yo te diré otra cosa, no sólo son palabras, sino que también son Armas. Las armas de Dios y de nosotros.

Si Noé no hubiera tenido fe en Dios no hubiera construido el Arca y quizás nosotros no existiríamos. Si Abraham no hubiera confiado que tendría un hijo que daría herencia a todas las naciones, tampoco hubiera sido lo mismo. Si Moisés no hubiera esperado con paciencia la tierra prometida, quizás hoy todos fuéramos esclavos de Egipto y adoraríamos a otros dioses. Todo acto en el pasado, en el presente y en el futuro, fue, es y será posible mediante estas armas de Dios.

Estos hombres, vencieron sus miedos, barreras, inquietudes, muros y todo lo que les impedía confiar en Dios, poniéndose Su armadura y caminando siempre hacia delante. Sé que a veces cuesta seguir, sé que a veces cuesta confiar, pero no debes permitir que te lastimen porque hay alguien aún más Grande que te ama y te quiere ver siempre con la vista al frente.

Este último tiempo he tenido algunos problemas en mi casa. Día tras día yo sentía que me era más difícil seguir, ya no encontraba de dónde sacar fuerzas que me motivaran a al menos cambiar mi ánimo. Y leyendo la Palabra, encontré el versículo que está allí arriba. Y entendí, entendí que no podemos salir al mundo sin ponernos esa armadura.

FE, para darle autoridad a Dios de que actúe en nuestras vidas. PODER de Cristo, para renovarnos las fuerzas como las águilas. VERDAD y JUSTICIA, para recibir con una sonrisa las críticas y ofensas, sabiendo que Dios jamás nos dejará en vergüenza. NOTICIA de la Paz, el mensaje de amor de SALVACIÓN, para anunciarlo por cada rincón del mundo y llenarlo de luz. PALABRA de Dios, para crecer, madurar y confirmar que todo saldrá a tu favor.

Y por sobre todo la ORACIÓN, la oración para reconocer que sin Su armadura, sin Su amor nada seríamos.

Reflexiona estas palabras cada vez que sientas que todo te está costando el doble. Dios te ama y te ha dado numerosas armas para que sigas caminando hacia delante.

Jesús le preguntó: “¿Puedes confiar en Dios? Para el que confía en él, todo es posible”. Marcos 9:23

¡Echa tu red!


Una vez Jesús estaba a la orilla del Lago de Galilea, y la gente se amontonó alrededor de él para escuchar el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Estaban vacías porque los pescadores estaban lavando sus redes. Una de esas barcas era de Simón Pedro. Jesús subió a ella y le pidió a Pedro que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando Jesús terminó de enseñarles, le dijo a Pedro: - Lleva la barca a la parte honda del lago, y lanza las redes para pescar. Pedro respondió: - Maestro, toda la noche estuvimos trabajando muy duro y no pescamos nada. Pero, si tú lo mandas, voy a echar las redes. Hicieron lo que Jesús les dijo, y fueron tantos los pescados que recogieron, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para que fueran enseguida a ayudarlos. Eran tantos los pescados que, entre todos, llenaron las dos barcas. Y las barcas estaban a punto de hundirse. Lucas 5:1-7

Era medianoche, en medio de la oscuridad del lago, Pedro tiraba una y otra vez la red. Primer intento, no consiguió ni un pez. 1am, Pedro sigue intentando tirar la red con la ayuda de otros pescadores, y nada. 3am ya estado inmerso en la más oscura noche, Pedro seguía intentando conseguir un pez y no sacaba más que plantas o algas imagino. ¿Cómo no iba a pescar algo? ¡Pf, claro, él era un pescador profesional! ¿Cómo no iba a seguir intentando pescar algo? Y así pasó la noche, intentando, trabajando duro, y nada.

Llegada la mañana, ya cansados de una dura noche de trabajo sin éxito, deciden regresar a la playa, a la orilla del lago y lavar sus redes. Imagino que de tanto intentar, se les deben de haber llenado las redes de plantas, tierra o barro. Y allí estaban, Pedro le prestó su barca a Jesús para que Él predicara desde allí a la gente que estaba reunida. Lo que no esperaba Pedro, era que su Maestro le dijera: “Lanza las redes para pescar”. ¿Acaso no sabía Jesús mismo, si era hijo del Todopoderoso, que Pedro había estado toda la noche intentándolo? ¿Acaso lo estaba tomando por tonto a Pedro?

Pedro no entendía, sin embargo obedeció a Jesús. De todos modos, aunque Pedro sabía que Jesús ya estaba enterado del fracaso que había tenido pescando la noche anterior, Pedro se animó a explicarle a Jesús: “Maestro, toda la noche estuvimos trabajando muy duro y no pescamos nada”. Yo imagino a Pedro diciendo “Otra vez…Si ya lo he intentado y fracasé, no entiendo por qué debo volver a intentarlo”. Pero fíjate lo que sucedió. Pedro le dijo a Jesús: “PERO, SI TÚ LO MANDAS, VOY A ECHAR LAS REDES”.

Cuenta la biblia que fueron tantos los peces que sacaron, que necesitaron ayuda de otros pescadores y otra barca más para poder llevarlos hasta la orilla. Cientos y cientos de peces habían en el lugar donde Pedro y los demás pescadores habían estado trabajando duro toda la noche. ¿Acaso los peces se reprodujeron de un día para el otro? ¿Acaso Pedro había hecho algo mal la noche anterior? ¿Acaso Jesús hizo aparecer tantos peces? ¿Acaso quiso hacer pasar por loco a Pedro? Déjame explicarte y lo aplicaré a tu propia vida.

Lo has intentado ya. Una y otra vez has intentado lograr lo que más anhelas y has fracasado. Tú mismo te dices: “Soy un hijo de Dios, claro que no dejaré de intentarlo, sé que lo voy a lograr”. Has trabajado duro por aquello, Dios más que nadie lo sabe créeme, Dios sabe cuánto te has esforzado por conseguirlo.

Pero llegó un momento, un día, que como Pedro, llevaste tu barca hasta la orilla y dejaste de intentarlo. Y éste es el secreto, tú no lograste lo que esperabas ni recibiste las bendiciones que buscabas sólo por una cosa: Porque aún no era el momento. Dios te estaba preparando, quería que lo intentaras, no para que te sientas fracasado, sino para que entiendas que todo es a Su tiempo.

Hoy Dios te dice: Vuelve a intentarlo, echa tu red. ¿Fracasaste o no lograste cumplir algo? Vuelve a intentarlo, ahora estás listo. Ve y pesca tus bendiciones. Ve y pesca tus éxitos. Ve y pesca todo aquello que te han quitado. Serás tan pero tan bendecido, que necesitarás más de dos barcas para recoger lo que Dios te dará. Espera en Él, este es el momento, si antes fallaste es porque Él te estaba preparando, vuelve a intentarlo. “Otra vez…Si ya lo he intentado y fracasé, no entiendo por qué debo volver a intentarlo”. Sólo un consejo, antes de darle excusas al Rey de reyes, haz lo que Él te dice: Echa tu red.

El desafío de brillar


La vida de los buenos es luz que llena de alegría; la vida de los malvados es una lámpara apagada. Proverbios 13:9

El otro día leía este capítulo de los proverbios. El versículo que está acá arriba, llamó mi atención. No sólo porque es totalmente cierto lo que dice, sino porque no dice “Predicar el mensaje de Cristo es luz que llena de alegría…”, sino que dice “La VIDA de los buenos es luz que llena de alegría”. Tu vida, mi vida, nuestra vida y la de todos los hijos de Dios, es luz que llena de alegría a un mundo muy apagado.

Jesús nos dijo, que nosotros éramos luz, y ahora la Palabra nos afirma que no sólo somos una luz, sino que llenamos de alegría. Imagina una casa en donde están todas las luces eléctricas encendidas, y allí en medio hay una vela prendida. Esa vela, no tiene mucha funcionalidad allí. Si hay tanta luz, ¿qué hace allí? Nosotros no sólo debemos de ser velas en medio de donde ya hay luz, por sobre todas las cosas debemos de ser luz en donde está todo oscuro, en donde hay dolor y tristeza.

Enciérrate en un cuarto con la luz apagada y enciende una vela, allí esa vela hace la diferencia. Esa vela permite encontrar cosas gracias a su luz. Esa vela te hace sentir menos solo, ya que sin ella estarías en plena oscuridad y silencio, en cambio esa vela, esa simple vela hace la diferencia. Tú eres igual. En medio de tanta tristeza, tú haces la diferencia, tu vida marca una diferencia, tú para Dios eres una vela que lo ayuda a encontrar a quienes están perdidos en tanta oscuridad. Empieza a creer con todo tu corazón, que a pesar de tus dificultades, eres luz y no debes apagarte.

Cierta frase dice “Siempre hay dos maneras de regar luz: siendo la lámpara o el espejo que la refleja”. Tú eres luz, pero si Cristo es LA luz, tú tienes por amor a Él el deber de reflejarla. Me es triste ver cómo mucha gente va perdiendo poco a poco su brillo. Los temores, las dudas y muchas veces las traiciones de personas cercanas a ellos, hacen que se resientan con Dios. Esas raíces de amargura les impiden acercarse al Padre perfecto para pedir perdón y renovar sus fuerzas, su brillo.

En la canción “Brillaré” del grupo Rojo, dice “Si algo sucede en lo vertical, debe verse en lo horizontal. Lo que yo quiero es brillar. Brillaré, porque ya te encontré; brillaré, porque vives en mí. Para Ti lo oscuro no es oscuro, brillas mucho más que el mismo sol. Sin palabras quiero hablar y que tu luz alumbre toda mi ciudad”.

Si algo sucede en lo vertical, debe verse en lo horizontal. Esto significa, que si Cristo realmente vive en ti, si realmente tienes una relación con Dios, eso debe reflejarse en tu vida terrenal, tu vida debe brillar y alegrar a quienes tanta falta les hace. La canción afirma que sin palabras hay que hablar, hay que hablar con nuestra misma vida, con nuestro testimonio, con nuestras actitudes, busquemos agradar a Dios día a día. Brilla con la luz que eres, con tu alegría eres capaz de cambiar tanta tristeza, y no olvides que no estás solo, la luz de Cristo brilla contigo.

Si Cristo les ha dado a ustedes poder para animar a los demás, y si el amor que ustedes tienen los lleva a consolar a otros, y si todos ustedes tienen el mismo Espíritu y son compasivos, les pido que vivan en armonía y que se amen unos a otros. Así me harán muy feliz. Pónganse de acuerdo en lo que piensan, deseen las mismas cosas y no hagan nada por orgullo o sólo por pelear. Al contrario, hagan todo con humildad, y vean a los demás como mejores a ustedes mismos. Nadie busque el bien sólo para sí mismo, sino para todos. Filipenses 2:1-4

Los sueños sin acción, cuentos son


Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí. El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada. Al que no se mantenga unido a mí, le pasará lo mismo que a las ramas que no dan fruto: las cortan, las tiran y, cuando se secan, les prenden fuego. Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan. Juan 15:4-7

Siempre que me pongo a pensar en mi futuro, se me vienen a la mente miles de proyectos, ideas y sueños que quiero cumplir. El problema empieza cuando me pregunto: ¿Cómo los cumpliré? Porque mis sueños no serán realizados a menos que yo no haga algo por ellos. Uno de los proverbios que más me gusta es el 12:24 “Trabaja, y triunfarás; no trabajes y fracasarás”. ¿Qué significa? Que si queremos cumplir nuestros sueños, debemos trabajar, luchar y buscar la forma de verlos realizados.

Richard M. DeVos es un hombre reconocido en Norteamérica por su dinero. Ha sido fundador de algunas compañías, y a pesar de no ser cristiano, cierta vez dijo una frase que me impactó. Él dijo “Lo único que se interpone entre un hombre y lo que quiere en la vida es a menudo la voluntad de intentarlo y la fe para creer que es posible”. No se si esto se aplique a ti, pero a mí sí. Muchas veces los obstáculos que tenemos para cumplir lo que queremos los ponemos nosotros mismos debido a no dejarlo en manos de Dios y esperar con fe.

Debes de tener la voluntad de intentarlo, debes arriesgarte, lanzarte a ir por lo que deseas. Muchos te dirán que no puedes, pero el poder de Dios dentro de ti es más fuerte que cualquier crítica u opinión hasta de los expertos. En la biblia hay cientos de soñadores, pero miles de hacedores. Hoy pareciera que hay millones de soñadores, y sólo cientos de hacedores. ¿Tú que eres? ¿Soñador o Hacedor?

Mira a Noé, muy anciano ya era cuando Dios le encargó a construir el arca. ¿Cómo iba a hacerlo el solo? Arriesgándose, intentándolo. Dios fue ayudándolo a medida que Noé más fe en Él tenía. Noé soñaba con hacer la voluntad de Dios, quería cumplir ese sueño que Él había puesto dentro de este anciano, quería luchar por eso y lo consiguió.

¿David? Hermano menor de una familia, pastor de ovejas. Dios puso en su corazón ser un gran rey. Empezó siendo guerrero cuando se enfrentó a Goliat, un gigante y él siendo tan sólo un joven. Tomó el riesgo, sin armadura y con tan sólo fe en su Señor, venció a Goliat y empezó a luchar por ser quien Dios había planeado que fuera.

Jesús afirmaba en el pasaje de más arriba que debemos de mantenernos unidos a Él para dar frutos. Para cumplir nuestras metas, proyectos y deseos, debemos depositar nuestra confianza y aprender a depender de Él para cumplirlos.

Si me dices que estos son casos especiales porque Dios antes se relacionaba de manera distinta con sus Hijos (aunque ahora su relación con nosotros gracias a Cristo es aún mejor y única comparada a aquellos tiempos), te pondré otros ejemplos fuera de la biblia.

Muhammad Ali, boxeador de hace unos años atrás. Su padre pintaba letreros y su madre era ama de casa, no tenían dinero y él era descendiente de afroamericanos por lo cual lo discriminaban mucho por su color de piel. Cierta vez, a sus doce años de edad, un policía vio algo en él especial. Algo que lo llevaría luego a su fama: un niño dispuesto a soñar. Él mismo afirma “Los campeones no se hacen en los gimnasios. Los campeones se hacen de algo que llevan muy dentro de sí mismos: un deseo, un sueño, una visión.” Si Muhammad no se hubiera lanzado a luchar por lo que quería, no lo hubiera logrado.

Pablo Picasso, pintor y escultor. Afirmaba “Siempre estoy haciendo cosas que no puedo hacer, así es como logro hacerlas”. Así que hoy te propongo intentarlo. No dejes que tus sueños sólo se transformen en cuento. Debes accionar, tienes un espíritu de valor no de cobardía así que lánzate. Háblale a Dios de tus sueños, ponte metas y con Su ayuda te aseguro que lejos llegarás. La oración y el agradecimiento son los próximos pasos, el primero es: Intentarlo. Los sueños sin acción, cuentos son; pero si de soñador, te transformas en hacedor, llegarás muy lejos en manos de Dios. 

Te doy la razón


Dios me dijo: “Yo te elegí antes de que nacieras; te aparté para que hablaras en mi nombre a todas las naciones del mundo”. Le contesté: “Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven”. Pero Dios me tocó los labios y me dijo: “No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte. Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir”. Jeremías 1:4-10

Hoy tengo ganas de darte la razón. Te voy a dar la razón cuando dices que nada te sale bien. Te voy a dar la razón cuando dices que te sientes solo. Te voy a dar la razón cuando no sabes qué hacer o cómo enfrentar algunos momentos de tu vida. Te voy a dar la razón a que digas que has lastimado a alguien y no sabes cómo volverte a acercar a esa persona. Pero ahora quiero que pienses en esto: ¿La razón la tenemos nosotros o la tendrá Dios?

Mira a Jeremías. Un joven como tú y como yo, era un joven normal. El día en que Dios lo llama para anunciar su mensaje, Jeremías se debe de haber preguntado “¿Yo? ¿Jeremías? ¿Servir a Dios?”, porque sus palabras fueron “Yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven”. Y no es que Jeremías estaba poniendo excusas, no, sino que estaba siendo sincero. Yo a Jeremías le doy la razón, él era joven y le creo cuando dice que no sabía hablar en público.

¿Pero qué pasó? Dios lo calló. Dios sabía que Jeremías era joven y no tenía experiencia en hablarle a la gente, pero también sabía que Él mismo lo había elegido desde antes de que naciera. Dios sabe todo lo que estás pasando, pero no olvida todas las promesas que tiene para tu vida. Dios sabe de tu sufrimiento, pero está preparando tu recompensa para cuando lo superes. Entonces, ¿Qué vale más? ¿La razón de Dios o la nuestra?

Fíjate que Dios tocó los labios de Jeremías, como un gesto de silencio, para que este joven, sin experiencia y con miedos, escuchara a su gran Dios decirle: “No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte. Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir”.

Hoy Dios pone las manos sobre tus labios, para callar tus quejas y hacer oír sus promesas: Tienes razón en que eres joven, pero a partir de ahora tú hablarás por mí. Tienes razón en tener miedo, pero yo estaré a tu lado para cuidarte. Tienes razón que has lastimado a algunas personas, pero tienes poder para levantar y reconstruir, sólo anímate. Tienes razón que no sabes a dónde ir ni cómo actuar, pero yo te hablaré y te diré que hacer, espera en Mí.

Decide callar tus quejas y presta el oído a las promesas de Dios. Tú tienes razón al decir que sufres, Dios lo sabe, pero Él tiene doblemente razón al decirte: Yo cumplo mis promesas, no te abandonaré.

Ex-cusas


Deja en manos de Dios todo lo que haces, y tus proyectos se harán realidad. Proverbios 16:3

Creo que todas las personas que están leyendo esto tienen sueños y metas en sus vidas. Desde ser un músico, un profesional en determinada área, tal vez predicador o líder, ser madre o padre, formar una familia; hasta metas a corto plazo como aprobar un examen, que te aumenten el salario, comprar algo que mucho deseas o emprender un nuevo proyecto.

Pero, ¿Cómo vamos a hacerlo si no damos el primer paso? El primer paso es poner de tu voluntad para hacerlo. No sirve de nada que pongas excusas para todo, y ese es un error muy común en nosotros los humanos. “¡Quiero aprobar el examen! Pero recordé que debo hacer algo y no puedo estudiar…”, “¡Quiero conseguir un empleo! Pero no he enviado mi currículum a ningún lado…”, “¡Quiero comprarme tal camisa! Pero el dinero lo gastaré mejor en un taxi hasta mi casa porque hoy no tengo ganas de caminar…”. Siempre buscamos excusas para no asumir nuevas responsabilidades.

Quiero que a partir de hoy las excusas pasen a ser “Ex-cusas” o “Ex-excusas”. Que formen parte de tu pasado, y no de tu presente para que luego no determinen tu futuro. No dependes de lo que NO eres capaz, sino de lo que Dios te ha hecho capaz. Tienes que plantearte metas y sueños y dar el primer paso: Quitar las excusas y poner voluntad.

El segundo paso, es dejarlo en manos de Dios. Tú me dirás, “Sí, ese debería de ser el primer paso, no el segundo”. Pero ¿Cómo vamos a dejarle algo a Dios si nosotros no nos lo proponemos primero? El proverbio de más arriba no dice “deja en manos de Dios todo lo que HARÁS”, dice “todo lo que HACES”, o sea que primero debes de empezar tú poniendo de tu voluntad, y luego dejárselo a Dios para que aquello se cumpla.

Se que no es fácil, muchos retos se nos presentarán para lograr nuestros sueños pero nada podrá detenernos si durante toda la carrera va Cristo corriendo con nosotros. Atrévete y ten valor de quitar las excusas de tu vida para dar el primer paso en el camino de cumplir lo que deseas alcanzar. Debes de decirte a ti mismo que eres capaz de hacerlo, sin importar que los demás digan lo contrario, Dios cree en ti.

Cuando Dios llamó a Moisés para sacar a los israelitas de Egipto, Moisés no respondió: “Ay sí Señor, a sus órdenes, ya mismo lo hago”. Sino que puso una excusa: no se creía capaz de hacerlo. “Moisés contestó: -¿Y quién soy yo para ir ante él y decirle: “Voy a sacar de aquí a los israelitas”? Dios le dijo: -¡Moisés, yo estaré contigo en todo momento!” (Éxodo 3:11-12). Ya no digas “¿Y quién soy yo para…?”, porque Dios te dice “Sí, tú, tú tú, ¡eres tú! Estaré contigo en todo momento”.

No temas fallar, tropezar o caerte, pero sí ten por seguro que te levantarás en cada caída. No importan las críticas o el éxito que tengan los demás, tú eres tú y Dios puso sueños en ti que no ha puesto en nadie más sobre la Tierra. ¿Tienes idea de la magnitud de esto? Se estima que somos casi 7 mil millones de personas en el mundo, y lee bien esto: Dios puso en ti sueños únicos porque sabe que sólo tú, de esas 7 mil millones de personas, puede hacerlos realidad. ¿Qué esperas para lanzarte?