El
que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.
(Salmos 91:1)
Cuando uno
piensa en una “sombra”, piensa en oscuridad o en algo negativo. Pero, ¿A qué
hace referencia Dios, cuando habla de Su sombra?
Uno quizás
se imagina en un camino donde el rayo del Sol está tan fuerte, que siente que
su piel se derrite, hasta que encuentra una sombra bajo un árbol o un edificio
y allí puede descansar. Pero, ¿Sólo habla Dios de ser nuestro “lugar de reposo”?
Hoy entendí
a qué hacía referencia Dios con esto, y es por eso que quiero compartírtelo.
Cuando
buscamos a Dios sólo por momentos, lo que estamos haciendo es “visitándolo”; en
cambio, lo que ordena este salmo es: HABITARLO. Quien habita al abrigo del
Altísimo, es decir, quien vive en la presencia de Dios, quien lo busca en todo
momento, morará bajo Su sombra.
Y eso no
significa que cuando estemos atravesando situaciones calientes, Dios sólo nos
dará sombra para que descansemos. Sino que cuando el calor venga, cuando los
problemas vengan, cuando tu enemigo venga y quiera quemarte, verá que estás
bajo una sombra, y cuando éste busque de dónde proviene tu sombra, mirará hacia
arriba, verá la enorme mano de Dios protegiéndote y huirá.
Es tan
difícil habitar en Dios, pero son tan bellas las promesas para quienes lo
hacen. Y tú dirás “Pero… yo he buscado a Dios y aún tengo problemas, aún me
tengo debilidades, aún dudo”, ¡Claro! Pero si estás habitando, y no sólo
visitando, la presencia de Dios, en tu vida se cumplirá esta palabra:
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo
mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la
peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro;
escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele
de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día
destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente
con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a
Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá
mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no
tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del
león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le
pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le
responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo
saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.” (Salmo 91:2-16)
Entiende
que si no te has sentido protegido, si has sentido que Dios te ha abandonado,
es porque sólo has visitado unas cuantas veces la presencia de Dios pero no has
aprendido a habitar en ella. Ora hoy al Señor y pídele entrar a su presencia.
Haz de tu corazón su habitación, y déjalo ser tu sombra.
Verás, que
cuando todo enemigo mire Quién te protege, huirá de ti y podrás glorificar el
nombre de Dios.
Que Dios te
bendiga.
hermosa reflexión. bendiciones.
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